Apuntes biográficos
Durante su nacimiento y carácter
El Imam Musa Al-Kadhim (P) fue el séptimo Imam, tras
la muerte de su padre Ya’far As-Sadiq (P). Se lo conoció
como "Al-Kadhim", -el que reprime su enojo-, por su
gran paciencia ante las dificultades que tuvo que soportar. Nació
en una localidad ubicada entre Meca y Medina llamada Abu’ua,
y su madre fue Hamidah al-Andalusiyyah (la Andaluza).
Vivió veinte años junto a su padre y luego asumió
el Imamato por orden Divina y designación expresa de sus
antecesores. Su Imamato duró treinta y cinco años,
durante los cuales convivió con el gobierno de los califas
Abbásidas Al-Mansur, Mahdi, Hadi Y Harun Ar-Rashid. Este
último fue quien lo hizo apresar y finalmente lo mandó
a envenenar mientras estaba en la cárcel. Fue enterrado
en Bagdad, en un cementerio usado por los Quraishitas para los
nobles de Bani Hashim, llamado "Maqbir Quraish", lugar
que hoy se conoce con el nombre de "La Puerta de las necesidades".
El Imam Al-Kadhim (P) se dedicó a enseñar en Medina
hasta el momento en que fue encarcelado. Se dice que él
era el más noble de los hijos de Ya’far As-Sadiq
(P), el más sabio, desapegado, escrupuloso en las normas
religiosas y devoto de las personas de su tiempo. Pasaba sus noches
rezando y alabando a Dios, muchas veces hasta el alba, e incluso
hasta el mediodía. Solía repetir: "¡Oh
Dios! Te pido tolerancia en el momento de la muerte y el perdón
el Día de la Resurrección".
Acostumbraba a llorar por temor a Dios hasta el punto que su
barba se mojaba con sus lágrimas.
Era el que poseía mayor conocimiento en jurisprudencia
islámica, el más noble de espíritu y el más
generoso. Era muy amable con su familia y sus parientes. Solía
repartir abundantes limosnas.
Solía visitar a los pobres durante la noche, cubriendo
sus necesidades sin que ellos supieran de dónde les llegaban
las provisiones. Solía viajar siempre con 200 o 300 dinares
para repartir en caridad.
Se reporta que él era el más versado de los eruditos
en el Libro de Dios y el de mejor voz para su recitación.
Dicen que cuando él lo recitaba, la gente se detenía
a escucharlo, se ponía triste y lloraba por el efecto que
tenía en ellos.
El Imam Al-Kadhim (P) y los gobiernos 'abbásidas
El Imam Musa Ibn Ya‘far Al-Kadhim (P) tenía cuatro
años cuando cayó el pérfido gobierno de la
dinastía Omeya.
Como consecuencia de la política que seguían los
Omeyas, dando únicamente importancia a los de raza árabe,
sus traiciones, fraudes, explotaciones y el sistema de gobierno
en contra de los iraníes, provocó que la gente se
rebelara en su contra; sobre todo los iraníes que deseaban
volver a tener un gobierno islámico verdadero, tal y como
el que vivieron durante el corto período del califato del
Imam ‘Ali (P). Los encargados políticos, aprovechando
los deseos de la gente -sobre todo la simpatía que sentía
este pueblo hacia ‘Ali (P) y su gobierno-, y con el pretexto
de entregar el califato a aquellos a quienes pertenecía,
vencieron a los Omeyas con la ayuda del persa Abu Muslim Al-Jurasani
(109-137 H. / 728-755 d.C.); empero en lugar de entregar el califato
al sexto Imam, Ya‘far Ibn Muhammad, Imam As-Sadiq (P) colocaron
en el trono a Abu Al-‘Abbas Safah ‘Abbasi.
Y así fue como en el año de 132de la Hégira
(749 d.C.), una nueva dinastía inició su gobierno,
con una imagen falsa, sosteniendo que eran partidarios del Profeta
y sus herederos; pero no únicamente eran igual de traicioneros,
corruptos y renegados que los Omeyas, sino que en muchos casos
eran peores que ellos. La única diferencia existente entre
estos dos, es que el gobierno de los Omeya no duró mucho
tiempo y el reinado (no califato) de los ‘abbásidas
en Bagdad duró hasta el año de 656 de la Hégira
(1258 d.C.), o sea, quinientos veinticuatro años.
Así es, el séptimo Imam, se enfrentó durante
su vida con el gobierno corrupto de gobernadores tales como Abu
Al-‘Abbas As-Saffah, Al-Mansur Al-Dauaniqi, Al-Hadi, Al-Mahdi
y Harun.
La existencia de estos alevosos era suficiente para enfadar
al Imam. Desde Al-Mansur hasta Harun, todos y cada uno de ellos
le ocasionaron muchas molestias y todo aquello que no hicieron
no fue por que no quisieron, sino porque no pudieron.
Abu Al-‘Abbas Safah murió el año 136 de
la Hégira. y su hermano Al-Mansur Al-Dauaniqi tomó
el poder en sus manos. Él construyó la ciudad de
Bagdad (144 H.) y mató a Abu Muslim, y cuando aseguró
su gobierno no se detuvo ni un momento para encarcelar, matar,
molestar y quitar las pertenencias a los descendientes de ‘Ali
(P); él mató al Imam As-Sadiq (P) y a la mayoría
de los grandes de esta familia.
Era un hombre astuto al cual le gustaba verter la sangre de
los demás, era malicioso, avaro, codicioso y alevoso. En
la historia quedó registrada la traición que hizo
a Abu Muslim Jurasani, después de que éste lo ayudó
a conquistar el califato.
El Imam Al-Kadhim (P) tenía veinte años cuando
Al-Mansur martirizó a su padre, y hasta los treinta años
este Imam no dejo de mostrar su oposición hacia Al-Mansur
y su gobierno sofocante, teniendo que ayudar y entrevistarse con
sus seguidores a escondidas.
Al-Mansur murió el año 158 de la Hégira
(775 d.C.), su hijo Muhammad Al-Mahdi (158-169 H. / 755-785 d.C.)
tomó las riendas del gobierno en sus manos. La política
del gobierno de Mahdi ‘Abbasi era engañosa.
Cuando subió al trono, puso en libertad a la mayoría
de los prisioneros shiítas que su padre había encarcelado,
y les regresó los bienes que éste les habían
quitado. Sin embargo vigilaba sus pasos de lejos y su corazón
estaba lleno de odio hacia ellos. Inclusive obsequiaba una gran
cantidad de monedas a los poetas que componían versos en
contra de la familia de ‘Ali (P), como ejemplo en una ocasión
entregó a "Bashar Ibn Bard" setenta mil dirham
y a "Marwan Ibn Abi Hafs" dio cien mil dirham.
Mal gastaba gran cantidad del tesoro público en fiestas,
vino y mujeres. Únicamente para la boda de su hijo Harun
desembolsó cincuenta millones de dirham.
Durante el gobierno de Al-Mahdi la fama del Imam incrementó.
Sus cualidades, abstinencia, sabiduría y liderazgo brillaban
al igual que la luna llena en una noche obscura; grupo a grupo
la gente a escondidas se aliaba a él y del manantial de
su sabiduría eterna, saciaban la sed espiritual de éstos.
Los espías ponían a Al-Mahdi al tanto de lo que
sucedía; éste temió por su califato por lo
cual ordenó que trasladaran al Imam de Medina a Bagdad
en donde lo encarceló.
Abu Jalid Zubalai cuenta: "Los encargados de obedecer
esta orden, cuando regresaban de Medina acompañados del
Imam, bajaron de sus monturas en Zubalah.
En una oportunidad y sin que se dieran cuenta sus custodios,
el Imam me pidió que le comprara algunas cosas. Entristecí,
y le dije: 'Siento temor por vuestra vida con el sólo pensar
que os vais a entrevistar con ese sanguinario,.
'Yo no temo, tú espérame tal día en
tal lugar'. Me dijo.
El Imam continuó su viaje a Bagdad; y yo temeroso,
contaba los días, hasta que llegó el día
esperado. Fui al lugar acordado, mi corazón palpitaba fuertemente;
me sobresaltaba con el menor ruido. Poco a poco oscurecía,
cuando de repente vi venir a alguien. Quería levantarme
y volar hacia él, pero temí que fuese otro y mi
secreto fuese descubierto.
Quedé inmóvil. El Imam se acercó montando
un asno. Cuando sus brillantes ojos me vieron, manifestó:
'¡Abu Jalid, no dudes! -y continuó diciendo-
En un futuro me llevarán nuevamente hacia Bagdad, entonces
nunca regresaré'.
Y sucedió tal y como este inmaculado había
predicho.
Fue, en ese primer viaje, cuando Al-Mahdi hizo que llevaran
al Imam a Bagdad y lo encarceló. Al-Mahdi tuvo un sueño
en el que vio que ‘Ali (P) leía esta aleya coránica:
«¿Si os volvéis poderosos, os exponéis
a corromper en la tierra y a cortar vuestros lazos de sangre?»
(Corán 47:22)
Relata el cronista: "Había entrado la media
noche cuando Al- Mahdi me mandó llamar. Temeroso y apresurado
me dirigí hacia él, escuché que pronunciaba
esa aleya. Entonces me dijo: 'Ve, y trae de la cárcel a
Musa Ibn Ya‘far (P)'. Lo traje. Al-Mahdi se levantó
y lo besó; después lo sentó junto a él
y le contó su sueño".
Continúa el cronista: "En ese mismo instante
ordenó que llevaran al Imam de regreso a Medina. Por temor
a lo que pudiese suceder, esa misma noche prepararon su equipaje
y ya en la madrugada el Imam se encontraba rumbo a Medina".
A pesar del gobierno sofocante de los ‘abbásidas,
el Imam en Medina se dedicó a guiar, preparar y enseñar
a los Shi‘ah; hasta que en el año 169 de la Hégira,
murió Al-Mahdi y su hijo Al-Hadi (169-170 H. / 785-786
d.C.) tomó el trono.
Al-Hadi, contrario a su padre, no respetaba la democracia y
en forma abierta era terco con los descendientes de ‘Ali
(P), inclusive olvidó todo aquello que había prometido
a su padre. La mayor infamia que llevó a cabo, fue lo sucedido
en el enfrentamiento de "Faj".
La desgracia de "Faj"
Husain Ibn ‘Ali, uno de los alíes de Medina a quien
como resultado del hostigamiento se le había terminado
la paciencia, se reveló en contra de Mahdi tal y como lo
acordó con el Imam Al-Kadhim (P); y acompañado de
un grupo de alrededor de trescientos hombres se dirigió
de Medina a Meca.
El ejército de Al-Mahdi en un lugar de nombre Faj sitió
a Husain Ibn ‘Ali y a sus adeptos, y ahí fue donde
sucedió una desgracia similar a la de Karbalá: cortaron
las cabezas de todos los mártires y las trajeron a Medina,
las pusieron a la exposición de la gente en una reunión
dónde se encontraba un grupo de los descendientes del Imam
‘Ali (P), tales como el Imam Al-Kadhim (P). Nadie se atrevió
a pronunciar palabra alguna, a excepción del Imam Al-Kadhim
(P) cuando vio la cabeza de Husain Ibn ‘Ali, líder
del movimiento de Faj, manifestó:
"Somos de Dios y regresaremos a Él. Juro por Dios
que alcanzó el martirio siendo un musulmán y un
hombre honesto; ayunaba en demasía y las noches las pasaba
en vela, ordenaba el bien y vedaba el mal, en su familia no había
alguien que se le asemejara".
Al-Hadi, además de su perversión política,
era un hombre corrupto y bebedor que vivía disfrutando
de los deleites mundanales.
En una ocasión entregó a Yusuf Saiqal, por haber
dicho unos poemas con buen tono, tal cantidad de dirhams que podía
ser comparada con la carga de un camello.
Ibn Dab Nami relata: "En una ocasión fui a ver
a Al-Hadi; sus ojos estaban rojos a raíz del vino que había
bebido y de lo que se había desvelado. Me pidió
que le contara un cuento respecto al vino, se lo dije en forma
de poema, y después de anotarlo me entregó cuarenta
mil dirhams".
Ishaq Al-Mausili un conocido músico árabe dijo:
"Si Hadi no hubiese muerto, nosotros hubiésemos
construido de oro, las paredes de nuestras viviendas".
Hadi murió el año 170 de la Hégira y Harun
se convirtió en ¡el Rey del Islam! En ese entonces,
Imam Musa Al-Kadhim (P) contaba con cuarenta y dos años
de edad.
Durante el gobierno de Harun (170-193 H. / 786-809 d.C.), el
poder, dominio, hurtos y deleites de los ‘abbásidas
llegaron a su culminación. Harun, al final de la ceremonia
del juramento de lealtad nombró a Yahia bar Maki -uno de
los iraníes que pretendía ese puesto- como su ministro,
dándole poder completo y absoluto en todos los asuntos,
inclusive en otorgar y quitar el puesto a quien él considerase
conveniente; y siguiendo la costumbre de esa época, Harun
le entregó su anillo como muestra de apoyo. Harun se dedicó
a malgastar el tesoro público en bebidas, mujeres, compra
de joyas y juegos.
La utilidad anual del tesoro público era de quinientos
millones y doscientos cuarenta dirhams, mientras que en esa época,
el costo de una oveja era de un dirham, y Harun derrochaba ese
dinero.
Entregó un millón de dirhams a un poeta de nombre
Asya‘, por pronunciar una poesía. Al poeta Abu Al-‘Atahiah
y al compositor Ibrahim Al-Mausili, por algunos versos, cantos
y melodías les obsequió a cada uno, cien mil dirhams
y cien trajes.
En el castillo de Harun vivía un gran grupo de mujeres
cantantes que poseían bellas voces, ellas tocaban música
de esa época utilizando diferentes instrumentos musicales.
Harun sentía una atracción especial por las joyas;
en una ocasión pagó cien mil dinares por un anillo.
Gastaba diez mil dirhams en comida por día, y a veces
preparaban hasta treinta platillos diferentes. En una ocasión
Harun pidió un guiso con carne de camello; cuando lo trajeron,
Ya‘far bar Maki le preguntó: "¿Acaso
el califa sabe cuanto costó preparar este manjar?"
"Tres dirhams". Le respondió.
"No, juro por Dios que hasta el día de hoy se
han gastado cuatro mil dirhams; ya que desde hace tiempo todos
los días matan a un camello, para que esté preparado
por si acaso el califa apetece ese día comer, carne de
camello".
Harun era adicto al juego y a la apuesta, bebía en demasía,
inclusive algunas veces invitaba a los que se encontraban presentes
en la corte; a pesar de todo, para engañar a la gente,
disimulaba en algunos asuntos islámicos: participaba en
la peregrinación, solicitaba a algún predicador
que lo aconsejara e inclusive lloraba.
Los enfrentamientos del Imam
Se ha reportado que cierta ocasión en que Harun Ar-Rashid
visitó Medina, se presentó ante la tumba del Profeta
(PBd) y dijo: "Saludos a ti, ¡Oh, primo!"
Así pretendía mostrar orgullosamente su posición
junto al Profeta ante los ojos de la gente. Pero Abu al Hasan
después de ver esto se dirigió hacia la tumba y
expresó: "Te saludo, ¡Oh, Mensajero de Dios!
Saludos a ti ¡oh, padre!" Entonces la expresión
en el rostro de Ar-Rashid cambió y la ira se manifestó
en él.
Harun se encontraba muy disgustado por la disconformidad de
la familia de ‘Ali (P), y por ello hizo hasta lo imposible
para terminar con ellos y humillarlos ante la sociedad; entregaba
grandes cantidades de dinero a los poetas que se habían
vendido a la corte, para que dijesen cosas contrarias de la familia
de ‘Ali Ibn Abi Talib (P). Por ejemplo: ordenó que
llevaran a Mansur Al-Namari -por un poema que había dicho
en contra de la familia de ‘Ali-, a donde se encontraba
el tesoro público para que tomara cuanto quisiese.
Exilió a todos los alíes (seguidores de ‘Ali)
de Bagdad a Medina, y mató o envenenó a un gran
grupo de estos. Inclusive lo molestaba el que la gente fuese a
visitar la tumba del Imam Husain (P), por ello ordenó que
destruyeran la tumba así como las casas que la rodeaban,
y que cortaran el azufaifo que se encontraba cerca de la tumba.
El Mensajero de Dios en tres ocasiones dijo: "¡Dios
maldiga a aquel que corte el azufaifo!".
No hay duda, que el Imam Musa Al-Kadhim (P) no podía
estar de acuerdo con un hombre como Harun ni tampoco con los antepasados
de éste; y fueron estas razones por las cuales aceptó
el levantamiento de "Faj", y desde ese día se
entrevistaba en secreto con sus seguidores shiítas, y les
determinaba la posición que debían ocupar cada uno
de ellos en contra del gobierno opresor.
El Imam manifestó a Safwan Ibn Mihran, que era uno de
sus seguidores: "Tú, desde cualquier punto, eres
bondadoso, lo único malo es que alquilas tus camellos a
Harun".
Respondió: "Se los alquilo para que vaya a la
peregrinación; y yo mismo no lo acompaño".
"¿Acaso por ello, no deseas dentro de ti que
Harun regrese con bien de Meca y te pague por el alquiler?"
Le preguntó el Imam.
"¡Sí!"
"Aquél que deseé que los opresores no
pierdan la vida, es considerado uno de ellos".
Y si a veces el Imam les permitía a algunos que mantuviesen
su puesto en la corte de Harun, era porque desde el punto de vista
político lo consideraba conveniente. Él escogía
a aquellos que sabía que eran convenientes para los shiítas,
que desarrollasen ese puesto dentro del gobierno sofocante, opresor
y terrorista. Así también por medio de ellos, se
enteraba de cualquier movimiento que quisiesen hacer en contra
de los alawitas. Como en el caso de ‘Ali Ibn Iaqtiin cuando
quiso renunciar a su puesto en la corte de Harun, el Imam se lo
impidió.
Así es, de ninguna manera el Imam reconocía a
estos tiranos, inclusive hasta cuando se veía atrapado
en las garras de su dictadura.
Un día que el Imam se encontraba encarcelado, Harun envió
a Yahia Ibn Jalid para proponer al Imam que en caso de que le
pidiese perdón, lo dejaría en libertad; el Imam
rechazó la proposición.
Inclusive en las peores situaciones el Imam era infatigable,
valiente, polemista y rechazaba la amistad de Harun. En el contenido
de la carta que escribió a Harun cuando se encontraba encarcelado,
deja ver el valor, la fe, la creencia y la meta de éste
gran hombre:
"…Yo paso el día soportando dificultades mientras
que tú ese mismo día lo pasas disfrutando de comodidades;
pero sigue así hasta el día en que los dos nos encontremos
en el Día interminable y ese día los pecadores serán
los perdedores…".
Así fue como Harun no pudo soportar más la presencia
del Imam; es inconcebible pensar que Harun se encontraba celoso,
únicamente por el nivel espiritual que ocupaba el Imam
dentro de los corazones de la gente, y por ello lo había
encarcelado.
Él estaba enterado por medio de sus espías, de
las continuas reuniones secretas que sostenía el Imam con
sus shiítas y también sabía que el Imam,
en cualquier momento que tuviese la oportunidad, ya fuese él
mismo o sus seguidores, terminaría con su gobierno; veía
que dentro del espíritu infatigable del Imam no había
cabida para la reconciliación. Y si el Imam algunos días
aguardó, no significaba que silenció, sino que era
una táctica de espera para encontrar el momento de dar
el golpe necesario; por ello Harun se adelantó y engañando
a la gente y con completa deshonestidad se colocó ante
la tumba del Mensajero de Dios y sin avergonzarse por haber tomado
en sus manos el gobierno, por sus tiranías, por robar las
pertenencias de la gente y por haber cambiado el califato por
reinado, dijo al Mensajero de Dios: "¡Oh, Mensajero
de Dios! Discúlpame por la decisión que he tomado
hacia tu hijo Musa Ibn Ya‘far; en verdad no quiero encarcelarlo,
pero temo que tu pueblo hostilice y sea vertida la sangre; ¡es
por eso que lo hago!".
A continuación ordenó que apresaran al Imam que
se encontraba realizando su oración cerca de la tumba del
Profeta y lo llevaran a Basora, en donde fue encarcelado.
El Imam estuvo un año en la cárcel, bajo la supervisión
de ‘Isa Ibn Ya‘far, gobernador de Basora, y las virtudes
sobresalientes del Imam influyeron a tal grado en él que
finalmente este asesino escribió a Harun solicitando: "¡Quítamelo!,
que de lo contrario lo pondré en libertad".
Por orden de Harun, trasladaron al Imam a Bagdad y lo encarcelaron
bajo la supervisión de Fadl Ibn Rabi‘, después
de un tiempo Fadl Ibn Yahia se encargó de él, y
al fin, fue trasladado a la cárcel de Sandi Ibn Shahak.
La causa de todos estos continuos cambios, fue que Harun ordenaba
a sus alcaldes que asesinaran al Imam pero ninguno de ellos se
atrevió a hacerlo, hasta que éste último,
Sandi Ibn Shahak; obedeciendo las órdenes de Harun, lo
envenenó. Cuando el Imam se encontraba agonizando, Sandi
llamó a un grupo de gente conocida y respetada, para que
atestiguara que el Imam Musa Al-Kadhim (P) no había sido
asesinado y que había muerto por una enfermedad natural.
Con este engaño quería exculpar al gobierno ‘abbasí
de la muerte de este grandioso hombre y detener el posible levantamiento
de los seguidores del Imam.
Pero, la inteligencia y resistencia del Imam los difamó
ya que cuando los testigos vieron a visitarlo, él, a pesar
de que lo habían envenenado fuertemente, y en el estado
delicado y débil en el que se encontraba dijo a los presentes:
"Me envenenaron con nueve dátiles; mañana
mi cuerpo tomará un color verdoso y pasado mañana
dejaré este mundo".
Y así sucedió, tal y como este gran hombre les
informó.
Dos días después, el día 25 de Rayab del
año 183 de la Hégira, el cielo, la tierra, y todos
los creyentes, en especial los shiítas que habían
perdido a su verdadero guía, se vistieron de luto.
Los debates y discusiones científicas del Imam
Nuestros grandes Imames, por medio de la ciencia Divina que
poseían respondían en forma completa y verídica,
al nivel de comprensión del consultante respecto a cualquier
pregunta que se les hacía. Y cualquiera que fuese, inclusive
el enemigo, cuando se sentaba a discutir y debatir con el Imam,
se levantaba aprobando su debilidad, y aceptando de ellos el gran
poder de reflexión y completo conocimiento sobre cualquier
asunto que fuese.
Harun Ar-Rashid, hizo que trasladaran al Imam Musa Al-Kadhim
(P) de Medina a Bagdad, y se sentó a debatir con él:
Harun: "Deseo preguntaros varias cosas que desde hace
tiempo ocupan mi mente, y hasta el día de hoy no he preguntado
a nadie; me informaron que vos nunca mentís; ¡contestad
con la verdad y en forma completa a mi pregunta!".
"En caso de que cuente con libertad para responder,
te informaré de todo lo que sé respecto a tu pregunta".
Dijo el Imam.
"Estás en libertad para hablar; di lo que quieras".
Respondió Harun, y continuó diciendo:
Pero mi primera pregunta: "¿Porqué vos
y la gente aceptáis que sois hijos de Abu Talib, sois superiores
a nosotros los hijos de ‘Abbas, mientras que nosotros y
vosotros somos parte del tronco del mismo árbol? Abu Talib
y ‘Abbas los dos eran tíos del Profeta, y los lazos
familiares que los unían, eran los mismos".
"Nosotros somos más cercanos al Profeta que
vosotros". Contestó el Imam.
"¿Cómo?".
"Porque nuestro padre Abu Talib era hermano carnal
con el padre del Mensajero de Dios, pero ‘Abbas era medio
hermano" (o sea sólo hermano de la misma madre).
Otra pregunta: "¿Por qué vosotros sostenéis
que heredáis del Profeta? Todos sabemos que cuando el Mensajero
de Dios falleció, su tío ‘Abbas (nuestro padre)
aún vivía, mientras que su otro tío Abu Talib
(vuestro padre) había fallecido, y es claro que mientras
el tío esté vivo, el sobrino no hereda".
"¿Cuento con libertad para contestar?",
preguntó el Imam.
"Al inicio de nuestra plática te la concedí".
"El Imam ‘Ali Ibn Abi Talib dijo: 'Cuando los
hijos están vivos, únicamente ellos, el padre y
la madre (del muerto), y la esposa o el esposo (según sea
el caso), nadie más recibirá herencia. Y cuando
los hijos están vivos, no se ha determinado herencia alguna
para los tíos ni en el Sagrado Corán ni tampoco
en las narraciones. Entonces aquellos que consideran al tío
como el padre, es algo considerado así por ellos mismos
y sus palabras no están respaldadas'. Por tanto, al estar
viva Az-Zahra’ la hija del Profeta, a su tío ‘Abbas
no le toca herencia alguna.
Además de que se ha narrado que el Mensajero de Dios
dijo respecto a ‘Ali (P) que: '‘Ali es el mejor juez
para vosotros', y también se ha narrado de ‘Umar
Ibn Al-Jattab: '‘Ali es el mejor juez entre nosotros'.
Y esta frase, ha sido comprobada respecto a ‘Ali (P);
ya que toda la ciencia que el Mensajero de Dios elogió
en sus compañeros cercanos, por ejemplo la Ciencia del
Corán, la Ciencia de los preceptos islámicos y la
Ciencia Absoluta; todas éstas se encuentran dentro de la
comprensión y estima del Islam. Y cuando decimos que ‘Ali
(P) es el mejor para juzgar, queremos decir que en todos los campos
de la ciencia es superior a cualquiera".
Harun preguntó: "¿Por qué permitís
que la gente los relacione con el Profeta y diga: "Los hijos
del Mensajero de Dios". Mientras que vosotros sois hijos
de ‘Ali, ya que a cada cual se le relaciona con su padre
(no con su madre) y el Profeta es vuestro ascendente por parte
de vuestra madre?".
"Si el Profeta reviviese y pidiese en matrimonio a
tu hija, ¿se la darías?". Contestó
el Imam.
"¡Subhanallah! ¡Por que no dársela!
Me sentiría orgulloso ante los árabes, los no árabes
y los Quraish".
"Pero si el Mensajero de Dios reviviese no pediría
a mi hija y yo tampoco no se la daría".
"¿Por qué?", preguntó Harun.
"Porque él es mi padre (aunque sea por parte
de mi madre), y no el tuyo (es por ello que puedo considerarme
hijo del Mensajero de Dios)".
Harun: "¿Entonces por qué vosotros os
consideráis descendientes del Mensajero de Dios, mientras
que los descendientes vienen del hijo, no de la hija?".
"Permíteme guardar silencio ante esta pregunta".
"No. Debes responder y traer una prueba del Corán…",
dijo Harun.
"«…Y son descendientes suyos Dawud
y Sulaiman y Ayyub y Yusuf y Musa y Harun. Así es como
recompensamos a los que hacen el bien. Y Zakariia y Yahia e ‘Isa…»
(Corán 6:84). Ahora pregunto: ‘Isa (Jesús)
que en esta aleya es considerado como descendiente de Ibrahim
(Abraham), ¿es descendiente de él por medio de su
hijo o de su hija?"
"Según lo que asegura el Corán, Jesús
no tenía padre", aseguró Harun.
"Entonces por parte de su madre fue descendiente de
Ibrahim; nosotros por medio de nuestra madre Fatimah (P) somos
considerados descendientes del Profeta. ¿Deseas que pronuncie
otra aleya?" Preguntó el Imam.
"¡Dila!"
"La aleya del Mubahalah: «Entonces, a
quienquiera que dispute contigo sobre este asunto después
del conocimiento que a ti ha llegado, di: ¡Venid! Llamemos
a nuestros hijos y a vuestros hijos y a nuestras mujeres y a vuestras
mujeres y a nosotros mismos y a vosotros mismos, seamos entonces
sinceros en nuestros rezos e invoquemos la maldición de
Allah sobre los mentirosos» (Corán
3:60). Nadie ha sostenido que el Mensajero de Dios en el Mubahalah
con los cristianos de Nayran, llevó a alguien fuera de
‘Ali, Fatimah, Hasan y Husain, pues el significado de abna’ina
(nuestros hijos) en esta aleya se refiere a Hasan y Husain (P),
a pesar de que ellos eran hijos de su hija y son descendientes
de él por parte de ella.
"¿Deseas que te conceda algo?". Preguntó
Harun.
"¡No! Únicamente deseo regresar a casa",
solicitó el Imam.
"Debo meditar a este respecto…". Le
respondió Harun.
Culto y adoración
El conocimiento especial de Dios que poseía este gran
hombre, y la intimidad de su alma con el Gran Creador, así
como la luminosidad de su esencia, que es especial de los Inmaculados
Imames; todo esto originaba que su culto hacia Dios fuese cálido
y su adoración pasional. Él sabía como adorar
a Dios, tal y como Él lo había descrito en su Libro
Sagrado como: "lo mejor de Su creación".
Cuando terminaba con sus compromisos sociales, no había
nada a lo que diese más importancia que al culto. Cuando
por orden de Harun fue encarcelado, dijo así: "¡Dios
mío! Hace mucho que yo esperaba que me otorgaras tiempo
para adorarte, ahora haz escuchado mis súplicas; por ello
te lo agradezco".
Esta frase muestra el abundante trabajo social que realizaba
el Imam antes de que fuese encarcelado.
Cuando el Imam estuvo en la cárcel de Rabi‘, algunas
veces Harun subía a la azotea donde se encontraba la celda
del Imam, y miraba dentro de ésta. Cada vez que se asomaba
en la celda veía una ropa como si la hubiesen aventado
en esquina de ésta. En una ocasión preguntó:
"¿A quién pertenece esa ropa?"
Rabi‘ respondió: "No es ropa, es Musa Ibn
Ya‘far (P), que por lo general se encuentra en posición
de prosternación ante su Dios, y besa el suelo".
Harun dijo: "En verdad que él es de los veneradores
de Bani Hashim".
"¿Pues por que ordenas que en la cárcel
lo traten con dureza?" Cuestionó Rabi‘.
"¡Que pena, pero no tengo otra alternativa!".
En una ocasión enviaron a la celda del Imam a una bella
esclava para que lo ayudara, con el propósito de que si
al Imam le atraía la esclava, poder hacer propaganda en
su contra.
El Imam dijo al hombre que había traído a la joven:
"A vosotros les gustan estos regalos y se enorgullecen
de ellos; yo no necesito de este obsequio ni de otros parecidos
a éste".
Harun se molestó y ordenó que llevaran a la esclava
a la celda y dijeran al Imam: "Nosotros no te pedimos
permiso para encarcelarte (o sea, que no te pediremos permiso
para que esta esclava se quede o no)".
No trascurrido mucho tiempo los espías comisionados para
informar a Harun lo que sucedía en la celda del Imam, le
avisaron que la esclava pasaba el mayor tiempo prosternándose
para Dios. Harun dijo: "¡Juro por Dios! Musa Ibn
Ya‘far la ha embrujado".
Harun mandó traer a la esclava y la interrogó.
Ella no habló de otra cosa más que de las bondades
del Imam. Entonces ordenó a su subalterno que se quedara
con la esclava y no dijese a nadie lo sucedido. La esclava pasaba
el tiempo orando, hasta que falleció unos días antes
de que el Imam fuese martirizado.
El Imam Musa Ibn Ya‘far (P) pronunciaba mucho la siguiente
oración:
"¡Dios mío! Te pido calma, a la hora de la
muerte y clemencia y perdón, a la hora de las cuentas".
Leía el Corán con buen tono, de tal forma que
aquél que lo escuchaba, lloraba. La gente de Medina lo
llamaba "el ornato de los desvelados".
Encarcelamiento y martirio del Imam Musa Al-Kadhim (P)
Harun Ar-Rashid contaba entre sus colaboradores con Yahia Ibn
Jalid. Sin embargo, le confió el cuidado de su hijo a Ya’far
Ibn Muhammad Ibn Al-Ash’ath, lo cual preocupó a Yahia
Ibn Jalid, pues si el hijo de Ar-Rashid asumiera luego el califato,
él perdería poder. Para ganarse más la confianza
del califa, Yahia sabía que tenía que entregarle
a Musa Ibn Ya’far (P) y entonces buscó la manera
de hacerlo. Averiguó quién de los parientes de Musa
(P) estaba necesitado de dinero y le envió una suma a fin
de comprar su favor. El sobornado fue 'Ali Ibn Ismail, hijo de
Ismail (el hijo mayor de Ya’far As-Sadiq), quien era sobrino
del Imam Al Kadhim (P). Luego de enviarle dinero, Yahia le pidió
a 'Ali Ibn Ismail que se presentase ante Ar-Rashid. Musa (P) se
enteró del viaje de su sobrino, y fue a verlo para que
desistiera del mismo. El Imam le ofreció hacerse cargo
de todas sus deudas y darle todo lo que aquel precisaba, pero
'Ali igualmente se preparó para viajar a Bagdad. Entonces
el Imam le dio 300 dinares y 400 dirhames, y le dijo: "Teme
a Dios y no des ninguna declaración en contra de mis hijos".
Cuando él partió, Musa (P) les dijo a los presentes:
"¡Por Dios! El hará un complot contra mi
sangre, y declarará en contra de mis hijos".
Entonces le plantearon: "¿Y por qué le
diste regalos y fuiste tan generoso con él?"
Contestó: "Pues mi padre me dijo, sobre la autoridad
de mis ancestros, que el Mensajero de Dios (BPD) expresó
que cuando el clan se separa, deben ser atraídos y retornados
a la unidad, y si alguien se separa definitivamente, entonces
Dios se separará de él. Yo quise atraerlo después
de haberse separado de mí, porque de hacerlo, Dios se separaría
de él".
Entonces 'Ali Ibn Ismail habló con Yahia, y éste
se lo transmitió a Ar-Rashid, adicionándole algunas
cosas. Luego él mismo se presentó ante Harun Ar-Rashid
y le informó que su tío Musa (P) recibía
grandes cantidades de dinero de todas partes del país.
Le narró que cierta vez pidieron al Imam Musa (P) 30.000
dinares por la compra de una casa y que al entregársela
quisieron la suma en otra clase de moneda, accediendo el Imam
a dicho pedido, se la otorgó de inmediato. Con esto quería
demostrarle que el Imam (P) poseía un gran poder económico,
con el cual hacía peligrar su califato. Esta era la excusa
que el califa precisaba para encarcelar al Imam. En agradecimiento,
hizo entregar 2.000.000 de dirhames a 'Ali Ibn Ismail, pero él
se enfermó y murió antes de poder disfrutar de su
recompensa.
Ese mismo año Harun partió hacia la Peregrinación,
pasando primero por Medina. Allí hizo arrestar a Musa (P)
y lo envió en una carroza a Basora, mandando otra carroza
a Kufa para confundir a sus seguidores. En Basora, el Imam estuvo
bajo el cuidado de ‘Isa Ibn Ya’far Al-Mansur, quien
lo vigiló durante un año. Entonces Ar-Rashid le
pidió la sangre de Musa (P) y él le contestó:
"El asunto de Musa Ibn Ya’far (P) y su detención
ha durado ya un largo tiempo. Me he informado bien de su situación.
He puesto espías alrededor suyo durante todo este tiempo,
y no he hallado nada en él, excepto su voz en la adoración.
Ordené que se escuchasen sus plegarias, y él nunca
oró contra ti ni contra mí. Nunca nos mencionó
con malicia maldiciéndonos. El sólo pedía
para sí mismo la merced y el perdón. Si tú
no envías a alguien a quien yo pueda entregárselo,
lo dejaré en libertad. Me siento muy mal con su detención".
Se reporta que uno de los espías de ‘Isa Ibn Ya’far
lo escuchaba suplicar frecuentemente: "¡Oh, Dios!
Tú sabes que yo solía pedir tiempo libre para adorarte.
¡Oh, Dios! Tú me Has brindado esto. Tú debes
ser alabado".
Luego Ar-Rashid hizo que Musa Ibn Ya’far fuese a Bagdad,
al cuidado de Al-Fadhl Ibn Arrabi’. Posteriormente, Ar-Rashid
le pidió que eliminara al Imam, para lo cual se negó.
Por lo tanto pasó al cuidado de Al-Fadhl Ibn Yahia Ibn
Jalid quien había planeado su arresto. Al-Fadhl Ibn Yahia
ordenó que vigilasen al Imam Musa Al-Kadhim (P) puesto
que rezaba toda la noche y ayunaba casi todos los días,
que solía realizar súplicas y recitar el Corán,
y que casi siempre su rostro se encontraba en el mihrab,
en la orientación del rezo. No vio nada reprochable en
el Imam, por lo que hizo que lo tratasen bien y que él
estuviera cómodo.
Cuando Ar-Rashid se enteró de esto, hizo que Al-Fadhl
fuese destituido y azotado, y luego lo hizo maldecir por todos
en su corte. Esto prácticamente implicaba una condena a
muerte, por lo que su padre Yahia Ibn Jalid se escondió
detrás del califa y amenazándolo, hizo que se retractara.
Yahia le dijo que se haría cargo del asunto. Entonces fue
a Bagdad y le dejó instrucciones precisas a Sandi Ibn Shahik
respecto del Imam Musa Al-Kadhim (P). Hizo que un grupo de eruditos
se presentara para atestiguar que el Imam estaba bien tratado.
Luego ordenó que lo envenenaran. El Imam murió tres
días después. Entonces trajo a otro grupo de juristas
y hombres notables de Bagdad para que atestigüen que el cuerpo
del Imam carecía de heridas y huellas de estrangulamiento,
queriendo demostrar que había muerto en forma natural.
Como había un grupo de gente que decía que Musa
Al-Kadhim (P) era el Mahdi esperado, y que su encarcelamiento
era la ocultación, ordenaron colgar el cuerpo del Imam
en el puente de Bagdad anunciando su muerte. Decían: "Este
es Musa Ibn Ya’far, quien los rafiditas (shiítas)
reclamaban como el último Imam, el que no moriría.
Vengan y véanlo". Luego que toda la gente se
acercó a verlo, fue enterrado en el cementerio de Bani
Hashim.
Los hijos del Imam Al-Kadhim (P)
El Imam Musa Al-Kadhim (P) tuvo un total de treinta y siete
hijos, diecinueve varones y diecisiete mujeres. De todos, el más
digno fue 'Ali Ar Rida (P). Su madre era una esclava traída
del Magrib por un hombre, que a pesar de estar ella enferma y
débil, no la quería vender. El Imam envió
a uno de sus seguidores a comprarla al máximo valor que
le pidiesen. El hombre la vendió, pero pidió informaciones
sobre Al-Kadhim (P). Su seguidor sólo le dijo que era de
Bani Hashim. El hombre le dijo: "Cuando adquirí
esta esclava en una remota región del Magrib, una mujer
de Ahlul Kitab (la gente del Libro, es decir los judíos
o cristianos) me dijo que ella no era apropiada para mí,
pues estaba destinada a dar a luz a un hombre incomparable, sin
igual en el oeste ni en el este". Ella dio a luz a 'Ali
Ar Rida, el Imam que lo sucedería. Sin embargo, como ya
expresamos, un pequeño grupo de shiítas consideraban
que Musa Al-Kadhim (P) era el "Mahdi Prometido", y en
consecuencia era el último Imam. Ellos fueron conocidos
con el nombre de "waqifitas", y no reconocieron a otro
Imam después de Musa Al-Kadhim (P). Sin embargo, la gran
mayoría de la shi’ah siguió al Imam Ar Rida
(P).
Las virtudes del Imam
Su dádiva y generosidad
El Imam no miraba al mundo como su meta, y cuando ahorraba algún
dinero, le complacía con este, ayudar a los demás,
dar tranquilidad a las almas inquietas, saciar al hambriento y
vestir al desnudo:
Muhammad Ibn ‘Abdullah Bakri comenta: "Me encontraba
en una situación económica muy penosa y para poder
pedir un préstamo a alguien, fui a Medina, pero por más
que toqué una y otra puerta, no obtuve respuesta. Estaba
muy cansado, me dije a mí mismo que fuera a ver a Abu Al-Hasan
-Musa Ibn Ya‘far (P)-, y me quejara de la situación
por la que estaba pasando. Preguntando, lo encontré trabajando
en una plantación que se encontraba en uno de los pueblos
en las cercanías de Medina. El Imam se me acercó
y comimos juntos; cuando terminamos, preguntó:
'¿Me querías contar algo?'.
Le relaté lo que sucedía. El Imam se levantó
y se dirigió a una habitación que estaba a un lado
de la plantación, regresó trayendo consigo trescientos
dinares. Habiendo conseguido lo que buscaba, subí a mi
montura y regresé".
‘Isa Ibn Muhammad que había llegado a los noventa
manifestó: "Un año había yo sembrado
melón, pepino y calabaza; se acercaba la fecha de la cosecha
cuando la langosta terminó con toda mi cosecha y yo sufrí
una pérdida de ciento veinte dinares. En esa misma época
el Imam Al-Kadhim (P) -que parecía estar al pendiente de
cada uno de nosotros los shiítas- vino a visitarme, me
saludó y me preguntó como estaba; le respondí:
'La langosta terminó con toda mi cosecha'.
Preguntó: '¿Cuánto perdiste?'.
Respondí: 'Sumando la pérdida de los camellos,
ciento veinte dinares'.
El Imam me entregó ciento cincuenta dinares.
'Vos sois un hombre que trae consigo la abundancia, venga
a mi plantío y pida por mi tierra'. Le propuse.
El Imam vino, suplicó y dijo: 'Ha sido narrado por
el Profeta que no dejen las tierras y propiedades que fueron dañadas'.
Regué nuevamente esa tierra y Dios le dio abundancia
y tanta cosecha, la cuál vendí en diez mil monedas.
Su sumisión, paciencia e indulgencia
La tolerancia y remisión del Imam eran inigualables y
ejemplo para los demás.
El título de "Al-Kadhim" que le dieron a este
gran hombre, muestra las virtudes y fama de su "kadhm"
que significa: alguien que restringe su ira, es sumiso e indulgente.
En los días en que los ‘abbásidas habían
originado un ambiente sofocante en todo el mundo islámico,
quitaban a la gente sus pertenencias diciendo que eran parte de
los impuestos y lo malgastaban; la gente sufría una gran
pobreza y en general era inculta e indigente; la propaganda de
los ‘abbásidas en contra de los alawitas, seguidores
de ‘Ali (P), contaminaba las mentes ingenuas de la gente;
de vez en cuando algunos por ignorancia se enfrentaban al Imam,
pero éste con su buen carácter los calmaba, y con
su educación y seriedad, los ilustraba.
Había un hombre, hijo del segundo califa, que vivía
en Medina y constantemente molestaba al Imam, inclusive lo insultaba.
Algunos de los seguidores del Imam, le propusieron matarlo, pero
el Imam se opuso terminantemente a tal proposición.
Un día el Imam preguntó el lugar donde se encontraba
la finca de ese hombre. Subió a su montura y se dirigió
hacia allá. Lo encontró en su plantación;
entró a su labranza montando su caballo.
El hombre gritó: "¡No destruyas mi plantación!".
El Imam sin ponerle atención continuó su camino;
y cuando llegó a donde se encontraba este hombre, bajó
de su montura, entonces con una sonrisa en sus labios y con honor
le preguntó: "¿Cuánto has gastado
en esta plantación?"
Respondió: "Cien dinares".
"¿Que tanto esperas que te remunere?".
"No tengo conocimiento del futuro".
"¿De qué tanto tienes esperanzas?"
Volvió a preguntarle el Imam.
"Tengo la esperanza de doscientos dinares".
Replicó el hombre.
El Imam le entregó trescientos dinares y le dijo:
"La cosecha es tuya; Dios te hará llegar aquello
que esperas".
El hombre se levantó y besó la cabeza del Imam
y le pidió que perdonara sus insultos. El Imam sonrió
y regresó…
Al siguiente día el hombre se encontraba sentado en la
mezquita, cuando el Imam entró a ésta. En el momento
que vio entrar al Imam dijo: "Dios es el más conocedor
y sabe a quién debe entregar Su mensaje". (Queriendo
insinuar que el Imam Musa Ibn Ya‘far (P) en realidad es
merecedor del puesto del Imamato).
Sus amigos asombrados preguntaron: "¿Que sucedió?
¡Antes hablabas mal de él!".
El hombre nuevamente pidió por el Imam y sus compañeros,
molestos, se apartaron de éste.
El Imam dijo a sus seguidores que le habían propuesto
matar al hombre: "¿Cuál es mejor: vuestras
intenciones o el que yo lo haya traído al buen camino con
mi comportamiento?". |