Apuntes biográficos
Su nacimiento, infancia y juventud
Muhammad Ibn ‘Ali (P) fue el quinto Imam, quien ocupó
esta jerarquía tras la muerte de su padre 'Ali
Ibn Husain (P). El título de “Al-Baqir” se
lo dio el mismo Profeta (PBd), y significa “analizador”,
y Baqir Al-’Ulum significa “sabio analizador de la
ciencia”.
Imam Al-Baqir (P), tanto por parte de padre como de madre, tenía
consanguinidad con el Mensajero de Dios (PBd) su hija Fatimah
Zahra' y 'Ali Ibn Abi Talib (P), ya que su padre fue el Imam Zain
ul ‘Abidin (P), hijo de Imam Husain (P) y su madre Shahr
Banu, hija de Imam Hasan Muytaba (P).
En el momento de su nacimiento colmó al recién
nacido de Ahlul Bait un halo de esplendor y majestuosidad; nació
igual que los otros Imames puro e inmaculado.
Todos conocían la preeminencia de este Imam y, tanto
los hashimitas, alauitas así como los fatimitas lo consideraban
su único heredero, lo reconocían por su valentía
y superioridad y lo llamaban hashimi, alaui y fatimi.
Nació en Medina y murió a la edad de los cincuenta
y siete años, envenenado por instigación del califa
Omeya Hisham. Su Imamato permaneció durante diecinueve
años.
El Imam Al-Baqir (P) presenció el martirio del Imam Husain
(P) en Karbala, mientras contaba sólo con 4 años
de edad. Vivió junto a su padre hasta su martirio, en el
año 95, asumiendo luego el Imamato por orden de Dios, del
Profeta (PBd) y los Imames anteriores. Su madre se llamaba Shahr
Banu, y era hija del Imam Hasan Ibn 'Ali (P).
El Imam Al-Baqir (P) fue el más destacado de entre todos
los hijos de 'Ali Ibn Husain (P) y el único
que reclamó el Imamato. Su hermano Zaid se levantó
luego en contra del régimen Omeya, pero sin la intención
de reclamar el imamato para sí mismo. Más adelante,
un grupo lo reconocería a Zaid como Imam, pero no existían
en él realmente las condiciones para ello. De todos modos,
durante el Imamato del Imam Al-Baqir (P) no se produjo ninguna
discordia al respecto.
La nobleza de su origen y honorabilidad resaltan en este pequeño
episodio de su vida:
Un día el Mensajero del Islam (PBd) dijo a su fiel compañero
Yabir Ibn 'Abdullah Anzari: “¡Oh, Yabir! Tu tendrás
una larga vida y te entrevistarás con uno de mis hijos
(descendientes) de nombre Muhammad Ibn 'Ali Ibn Husain Ibn 'Ali
Ibn Abi Talib, cuyo nombre, según lo que está escrito
en la Tora será “Baqir”, entonces salúdalo
de mi parte”.
El Mensajero de Dios (PBd) falleció y Yabir vivió
muchos años más. Un día Yabir fue a visitar
a Imam Zain ul 'Abidin (P) y encontró en casa de éste
a un niño de corta edad, a quien alargando sus brazos dijo:
“¡Ven!”. El niño se acercó.
Entonces nuevamente Yabir dijo: “¡Vete!”
y el pequeño se alejó. Yabir con su cansada vista
examinaba la forma de caminar y el cuerpo del pequeño,
entonces exclamó: “¡Por Dios, dueño
de la Ka’bah, juro que este infante es una copia exacta
del Mensajero de Dios!”, luego dirigiéndose
a Imam Sayyad (P) le preguntó quién era ese niño.
“Es mi sucesor, Muhammad Al-Baqir” -respondió
el Imam.
Yabir se levantó y después de besar los pies del
infante, expresó: “Ofrezco mi vida por ti ¡oh,
hijo del Mensajero de Dios!, recibe saludos y bendiciones de tu
abuelo ya que él mismo te los ha enviado”.
El pequeño con los ojos llenos de lágrimas le
contestó:
“Salud y bendiciones sean para mi padre (ancestro),
el Mensajero de Dios (PBd), hasta que el cielo y la tierra permanezcan
firmes y para ti, Yabir, que me trajiste sus saludos”.
Durante su gobierno
La época del gobierno del Imam Al-Baqir (P) no fue tan
dura en lo que respecta a la oposición contra la familia
del Profeta como lo había sido en la época de su
padre, ya que el reinado Omeya comenzaba su decadencia. Si bien
ellos habían logrado algunos aciertos políticos;
desde el punto de vista religioso habían fracasado totalmente,
provocando una gran decepción en la gente. El recuerdo
del martirio del Imam Husain (P) se levantaba como símbolo
del régimen gobernante, preparando el terreno para el derrocamiento
de los Omeyas y el encumbramiento de los 'Abbásidas en
el poder.
Esto tiene lugar durante el Imamato de Ya’far As-Sadiq
(P). Pero durante el gobierno del Imam Al-Baqir (P), las condiciones
para la Gente de la Casa del Profeta (PBd) fueron más favorables.
Por un lado, estaba el reconocimiento de la gente hacia ellos
después del martirio del Imam Husain (P), en contraste
con la corrupción Omeya. Por otro lado, estaba el trabajo
realizado por el cuarto Imam, As Sayyad (P), quien extendió
la ciencia de los Imames por todo el territorio, haciendo que
numerosos sabios y buscadores de conocimiento se acercaran a estudiar
con su hijo, el Imam Al-Baqir (P). También, la comunidad
musulmana se encontraba en plena decadencia de conocimiento. La
gente desconocía las normas legales y los principios de
jurisprudencia, así como los mandatos religiosos. Se habían
extraviado muchas tradiciones, y muchas otras eran falsas. Apenas
se conocían unas quinientas narraciones de la Gente de
la Casa. El Imam Al-Baqir (P) emprende la tarea de organizar la
enseñanza y la difusión, obra que sería llevada
a su cúspide por su hijo Ya’far As-Sadiq (P). Esta
tarea pudo llevarse a cabo bajo el gobierno Omeya debido a las
continuas revueltas que ellos tenían que afrontar por el
descontento popular. La gente se estaba preparando para derrocarlos,
y los Omeyas no podían ocuparse del Imam, quien por otro
lado, no participaba de estos alzamientos, manteniéndose
al margen.
De este modo comenzó a organizarse paulatinamente toda
la ciencia islámica. Y tanto los principales juristas,
como los historiadores y narradores de tradiciones comenzaron
a considerar al Imam Al-Baqir (P) como la autoridad de sus declaraciones.
El Imam enseñó la historia del Profeta del Islam
(PBd), la sunna (conducta del Profeta), shari’a
(ley islámica ) tafsir (exégesis del Corán).
Él mismo escribió una exégesis del Libro
de Dios. Además enseñó kalam (teología
o metafísica) y debatió con los primeros grandes
filósofos y pensadores que comenzaron a surgir en el Islam.
Preparó a un gran número de sabios shiítas
y extendió las verdades acerca del Islam y la Gente de
la Casa, ya que no lo habían logrado sus antecesores, debido
a las condiciones imperantes. Entre el número de tradiciones
que él había transmitido y las de su hijo Ya’far
(P), formaban una cantidad superior a las transmitidas por todos
los demás Imames.
La sabiduría del Imam Al-Baqir (P)
La fuente de la sabiduría de Imam Al-Baqir (P), al igual
que la de los demás Imames, fue la Revelación Divina.
Ellos no contaron con un maestro que les instruyera, ni estudiaron
en la escuela de los hombres.
Uno de los discípulos del Imam Al-Baqir (P), llamado
Yabir Ibn 'Abdullah, repetidas veces le dijo: “¡Oh,
Baqir ul 'Ulum! soy testigo de que desde que eras pequeño,
disfrutaste de la sabiduría de Dios”.
'Abdullah Ibn 'Ata' Maki solía decir: “Nunca
vi a los sabios tan insignificantes y mezquinos como cuando se
encontraban junto al Imam Al-Baqir (P). Hakam Ibn Utaibah, gran
erudito reconocido por la gente de esa época, junto al
Imam Al-Baqir (P) era como un alumno frente a su maestro”.
La idiosincrasia y eminencia de la sabiduría del Imam
Al-Baqir (P) llamaban tanto la atención que Yabir Ibn Yazid
ul-Yufa, cuando hablaba de éste Inmaculado decía:
“Albacea de los albaceas y heredero de la sabiduría
de los profetas, Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Al-Husain nos lo
aseguró...”.
En una de las narraciones acerca de Imam Muhammad Al-Baqir (P)
se cuenta que en una ocasión un hombre preguntó
a 'Abdullah 'Umar acerca de una cuestión y éste
no pudo contestarle. Señalando al Imam, que en ese momento
se encontraba presente en la reunión y era aún de
corta edad, le dijo: “Pregúntale a aquél
niño y después cuéntame de su respuesta”.
El hombre, se dirigió hacia donde se encontraba el Imam
y después de consultar su duda y recibir una respuesta
lógica y complaciente, regresó hacia 'Abdullah 'Umar
y lo puso al tanto de la respuesta. Entonces 'Abdullah dijo: “Ellos
son de la familia que Dios, Glorificado sea; les ha otorgado la
sabiduría”.
Abu Basir cuenta: “En una ocasión entré
acompañado de Imam Al-Baqir (P) a la Mezquita de Medina.
Hombres y mujeres entraban y salían. Entonces el Imam me
dijo: “Pregunta a la gente si me han visto”. A todo
aquél que pregunté por Abu Ya'far, me dio una respuesta
negativa, mientras que el Imam durante todo ese tiempo se encontraba
a mi lado. Entonces entró a la mezquita uno de los verdaderos
amigos del Imam, que carecía de vista, de nombre Abu Harun.
El Imam me dijo: 'Pregúntale a él'.
'¿Has visto a Abu Yafar?' -pregunté a Abu Harun-.
'¿Es que no se encuentra a tu lado?' -me respondió-.
¿Cómo lo sabes? -pregunté asombrado.
'¡Cómo no saberlo, si es una luz luminosa!'
-me contestó el invidente".
Abu Basir relata el siguiente suceso: “Imam Al-Baqir
(P) preguntó a un africano por Rashid, uno de sus seguidores.
El hombre contestó:'Se encontraba bien, te envía
saludos'.
'Descanse en paz' Dijo el Imam.
'¿Es que ha fallecido?' -exclamó sorprendido
el hombre.
Baqir Al-’Ulum (P) le respondió afirmativamente,
entonces el hombre con curiosidad volvió a preguntarle:
'¿Cuando murió?'.
'Dos días después de que iniciaste tu viaje'
-le contestó el Imam.
'¡Juro por Dios, que gozaba de perfecta salud!' -exclamó
el africano.
'¿Es que sólo aquél que está
enfermo muere?' -continuó diciendo.
Entonces Abu Basir preguntó al Imam Al-Baqir (P)
la causa del fallecimiento de Rashid.
'Él fue uno de mis amigos y seguidores Shi’ah
-le contestó- ¿piensas que por no estar ante vosotros,
mis ojos no ven y mis oídos no escuchan? ¡Oh, que
equivocados estáis! ¡Juro por Dios! que ninguno de
vuestros actos está oculto para nosotros, pues tened en
cuenta que estamos siempre presente y acostumbraros a actuar con
benevolencia, sed caritativos con vuestro prójimo para
que seáis conocidos entre la gente por vuestras virtudes.
Yo les ordeno a mis hijos y seguidores que actúen así'.
Uno de los narradores cuenta: “En la ciudad de Kufah
enseñaba yo el Sagrado Corán a una mujer. Un día
bromee con ella y después de la lección fui a ver
a Imam Al-Baqir (P), quién me dijo: 'Quien peca en la oscuridad,
Dios Todopoderoso le retira Su Ayuda. ¿Qué dijiste
a esa mujer?'. Tapé mi rostro enrojecido por la vergüenza
y me arrepentí. Entonces terminantemente me dijo: '¡No
lo repitas!'”.
Además de destacarse por su conocimiento, ha sobresalido
por su nobleza, generosidad, carácter moderado y virtuoso,
y por ayudar a los pobres y necesitados, tal como lo hicieron
sus antecesores.
Imam Al-Baqir (P) y la dinastía omeya
El Imamato al igual que la Misión Profética es
un nombramiento divino, ya sea que el Imam se encuentre retirado
de la sociedad o se encuentre activo en ésta, la posición
de su liderazgo no sufre cambio alguno.
Los usurpadores y opresores siempre envidiaban la suprema posición
de los Imames y utilizaban cualquier medio para apropiarse del
gobierno y del califato, que era exclusivo de éstos. Con
tal de obtener lo que querían no temían cometer
cualquier crimen.
Parte del período del Imamato del Imam Muhammad Al-Baqir
(P) fue simultáneo con el gobierno opresor de Hisham Ibn
'Abdul Malik Umaui. Hisham y los Omeyas sabían perfectamente
a quién pertenecía el califato y que, a la fuerza,
nunca podrían gobernar en los corazones de las gentes que
apoyaban a la familia del Profeta (PBd).
La grandeza espiritual de los Imames era tan estimada que muchas
veces aterrorizó a sus enemigos y usurpadores llegando
al punto de que cuando veían entrar a uno de éstos
Inmaculados, se levantaban por respeto.
Cuentan que Hisham, durante su gobierno, fue a La Meca para
realizar el Hayy -peregrinación- Ese mismo año
Imam Al-Baqir (P) y su hijo, Imam As-Sadiq (P), habían
viajado a La Meca con el mismo propósito. Un día
Imam As-Sadiq (P) pronunció un discurso frente a un gran
número de peregrinos en el cual dijo: “Agradezco
al Dios que envió a Muhammad (PBd) y que nos honró
con él, pues nosotros somos los escogidos de Dios entre
los hombres, y somos sus representantes en la tierra. Triunfador
es aquél que sigue nuestros pasos y perdedor aquél
que sea nuestro enemigo”.
Tiempo después Imam As-Sadiq (P) dijo: “Hicieron
llegar mis palabras a los oídos de Hisham, y éste
no mostró su descontento hasta que regresó a Damasco
y nosotros habíamos regresado ya a Medina. Entonces ordenó
al gobernador de esta ciudad que nos enviara, a mí y a
mi padre, a Damasco. Llegamos a Damasco, y Hisham no nos recibió
durante tres días. El cuarto día nos presentamos
ante él. Hisham se encontraba sentado sobre su trono y
frente a él sus cortesanos se entretenían probando
su puntería con el arco.
Hisham llamó a mi padre por su nombre, entonces exclamó:
'¡Ven a disparar con los grandes de tu tribu!'.
'Soy un viejo, ya no estoy para estos juegos'. Se disculpó
mi padre.
Hisham insistió y juró que debía hacerlo.
Entonces ordenó a un anciano de los Omeyas que diese su
arco a mi padre. Él tomó el arco entre sus manos,
acomodó la flecha colocando la cuerda sobre ésta
y la arrojó. El primer tiro tocó en el blanco; luego
tomó la segunda flecha y la colocó en el arco, tensó
la cuerda y cuando la soltó, ésta pegó exactamente
sobre la primera flecha partiéndola por la mitad; luego
la tercera en la segunda, la cuarta en la tercera y así
hasta que la novena flecha partió la octava. Se escuchaban
los gritos de asombro de los presentes, Hisham se inquietó
y gritó: '¡Bravo, bravo, Abu Ya'far! Entre los árabes
y los no árabes no hay nadie que te iguale... ¿cómo
puedes decir que estás viejo para flechar?'
Fue en ese mismo instante, cuando Hisham inclinó
su cabeza, que decidió deshacerse de mi padre. Nosotros
nos encontrábamos de pie frente a él, la espera
fue larga y mi padre estaba ya molesto. Cuando este se enfadaba
miraba hacia el cielo y en su rostro se dejaba ver el enojo. Hisham
se dio cuenta de que mi padre sabía de sus planes, se levantó
y puso su mano sobre sus hombros y luego lo sentó a su
diestra, sobre el trono, y a mí a la diestra de mi padre.
Entonces comenzó a hablar y le dijo: 'El Quraish será
honrado por todos los árabes y no árabes mientras
te tenga a ti. ¡Eres increíble!, ¿de quién
aprendiste este arte y en que tiempo?'.
'Sabes que los hombres de Medina son buenos tiradores -le
contestó mi padre- y cuando yo era joven practicaba este
deporte, después lo dejé hasta hoy que tú
me lo pediste'.
'En vida había conocido a nadie que tuviese una destreza
para dar en el blanco como la tuya, ni tampoco creo que exista
alguien que te supere. ¿Es que Ya'far, tu hijo, puede acertar
al blanco como tú?'. Preguntó Hisham.
'Nosotros heredamos la perfección, la misma perfección
e integridad que dio Dios, Glorificado sea, a Su Enviado Muhammad
(PBd), tal y como dice el Sagrado Corán: «Hoy
os he perfeccionado vuestra religión, he completado Mi
gracia en vosotros y Me satisface que sea el Islam vuestra religión».
(Corán 5:3) y el mundo nunca quedará abandonado
de alguien que cuente con esta gracia'.
Al oír esta aleya las pupilas de Hisham se dilataron
y enrojeció su rostro de coraje. Entonces bajó la
cabeza unos segundos y cuando la levantó nuevamente preguntó:
'¿Es que vosotros y nosotros no somos descendientes de
'Abdul Manaf, o sea que ¡somos de la misma familia!?'.
'Así es -afirmó mi padre- pero Dios nos dio
unas cualidades que no dio a ningún otro'.
'¿Es que Dios no envió al Profeta Muhammad
(PBd) que es uno de los descendientes de 'Abdul Manaf, a toda
la gente y para todas las razas, ya sea blanca, negra o roja?
¿Pues, vosotros de dónde heredasteis esta sabiduría,
ya que Dios después del Mensajero del Islam (PBd) no envió
ni enviará mensajero alguno y vosotros no sois profetas?'.
'Dios, Alabado sea, en Su Libro Sagrado dice a Su Enviado
(PBd): «Nomuevas la lengua para recitarlo (el Corán)
antes de que te sea revelado» (Corán 75:16).
Lo que significa esta aleya es que el Enviado de Dios (PBd) tenía
su lengua bajo control. A nosotros nos dio cualidades que no dio
a los demás y por ello es que a su hermano ‘Ali (P)
revelaba secretos que nunca había confesado a nadie más,
y Dios dice al respecto: «...para que el oído
atento le retuviera» (Corán 69:12) Es decir:
aquello que te fue revelado, tus secretos, serán escuchados
por un oído atento.
Y el Profeta (PBd) dijo a 'Ali (P): 'Pedí a Dios
que lo dijera a tu oído'.
Y también 'Ali Ibn Abi Talib (P) manifestó:
'El Enviado del Islam (PBd) abrió para mi mil puertas de
la sabiduría, cada una de las cuales abrían mil
puertas más”. Mi padre continuó diciendo:
“Así como Dios le dio al Profeta (PBd) virtudes especiales,
y él se las transmitió a 'Ali (P) y le enseñó
aquello que a ningún otro le enseñó, y nuestra
sabiduría viene de ese inagotable manantial y sólo
nosotros la heredamos'.
''Ali (P) se enorgullecía de poseer la ciencia oculta,
pues Dios no otorgó a nadie esa sabiduría', expresó
Hisham. Mi padre, Imam Muhammad Al-Baqir(P), le contestó:
'Dios, Exaltado sea, le reveló un libro en el cual está
escrito todo, el pasado y el futuro hasta el Día del Juicio,
ya que en ese mismo Libro dice: «Te hemos revelado
la Escritura como aclaración de todo...» (Corán
16:89). Yen otra de sus aleyas dice: «Todo lo tenemos
en cuenta en un Libro claro» (6:38). Dios ordenó
al Profeta (PBd) que enseñara todos los secretos del Sagrado
Corán a 'Ali (P). El Enviado de Dios (PBd) aseguró:
?'Ali es el más sapiente para juzgar...'".
Hisham enmudeció... y el quinto Imam, acompañado
de su hijo, salió de su corte..
Imam Al-Baqir (P) argumenta con los opositores
'Abdullah Ibn Nafi, que fue uno de los enemigos de 'Ali Ibn
Abi Talib(P), dijo: “Si alguien me puede convencer que
'Ali (P) tenía la razón al matar a los Jauaray en
Nahrauan, lo consideraré mi guía, sin importarme
donde se encuentre, en el este o en el oeste“.
Preguntaron a 'Abdullah: “¿Es que crees que
los hijos de 'Ali (P) no pueden comprobarlo?”.
“¿Acaso entre sus familiares existe algún
sabio?” -inquirió asombrado 'Abdullah.
“Tu respuesta prueba tu ignorancia! -le dijeron- ¿Cómo
te puedes imaginar que entre los descendientes de 'Ali (P) no
haya sabio alguno?“.
“¿Quién es el erudito de esta época?”
-preguntó nuevamente 'Abdullah. Entonces le hablaron de
Imam Al-Baqir (P). 'Abdullah y sus amigos se dirigieron a Medina
para entrevistarse con él (P).
El Imam ordenó a uno de sus sirvientes que les ayudase
a descargar el equipaje y luego les informara que los esperaba
al día siguiente.
A la mañana siguiente 'Abdullah y sus amigos se presentaron
ante el Imam quien se encontraba acompañado por sus hijos,
así como de varios de los Muhayir y Ánsar que se
encontraban aún con vida. Una vez todos reunidos, el Imam,
que vestía una túnica roja, la cual hacía
resaltar aún más su persona, dijo
“El agradecimiento es sólo para Él, Dios,
que creó el tiempo y el espacio y todo lo visible e invisible.
Las alabanzas son sólo para Él que no siente cansancio
ni duerme y es dueño de todo lo que existe en los cielos
y la tierra... Testifico que no hay divinidad más que Dios
y que Muhammad es Su siervo y Su enviado, y doy gracias a Él
que nos consideró merecedores de la Profecía y nos
otorgó, especialmente a nosotros, el Imamato sobre la Tierra.
¡Oh, grupo de descendientes de los Muhayir y Ánsar!
Cada uno de vosotros que recuerde alguna de las virtudes de 'Ali
Ibn Abi Talib(P), que lo declare en voz alta“.
Los presentes, uno por uno, recordaron las cualidades de 'Ali
(P) hasta que se tocó el tema de la fortaleza de Jaibar,
entonces declararon:
“El Mensajero de Dios (PBd), en la batalla contra
los judíos de Jaibar dijo: 'Mañana entregaré
la bandera en manos del hombre que ama a Dios y a su Enviado,
y a quien Dios y su Enviado también aman. Es un guerrero
que nunca huye de la batalla y mañana no regresará
hasta que Dios ponga en sus manos la conquista de la fortaleza
de los judíos'. Al día siguiente el Profeta (PBd)
entregó la bandera a Amir ul Mu 'minin, 'Ali Ibn Abi Talib
(P), quién, en una magnífica batalla, derrotó
a los judíos conquistando la Fortaleza de Jaibar”.
Imam Al-Baqir (P), volviendo su rostro hacia 'Abdullah Ibn Nafi',
le dijo: “¿Qué opinas acerca de esta narración?”.
“Es cierta, pero 'Ali (P) después se volvió
incrédulo y mató a los Jauaray injustamente”
-contestó 'Abdullah.
El Imam expresó: “¡Tu madre se vista
de luto por ti! ¿Es que Dios, el Sapiente, entonces cuando
amaba a ‘Ali (P) no sabía que ‘Ali (P) un día
mataría a los Jauaray? Si lo niegas, entonces eres un incrédulo”.
'Abdullah contestó: “¡Lo Sabía!”.
”¿Dios lo quería porque obedecía
Sus órdenes o porque desobedecía y pecaba“.
-preguntó el Imam (P).
Contestó: “Dios lo quería porque obedecía
Sus órdenes, ¡por ello lo quería!”
-enfatizó-. Con esto ‘Abdullah aceptaba que en caso
de que ‘Ali (P) se hubiese después vuelto un incrédulo,
Dios lo hubiese entendido de antemano y nunca entonces lo hubiese
amado, quedando así claro que matar a los Jauaray fue una
orden del Todopoderoso.
“¡Levántate!, estás vencido”
-le ordenó el Imam. 'Abdullah se puso de pie y pronunció
la siguiente aleya: «...hasta que, en la alborada,
pueda distinguirse un hilo blanco de un negro»
(Corán 2:187,) o sea: que la verdad siempre se muestra
clara como un amanecer, y continuó diciendo: «...pero
Dios sabe bien a quien confiar su mensaje...»
(Corán 6:124),
Imam Al-Baqir (P) y la acuñación de monedas islámicas
Durante el primer siglo del calendario hegírico, la industria
del papel era monopolio de los romanos. Los cristianos de Egipto,
que también producían papel utilizando el mismo
método que los romanos, escribían en la parte superior
de éste: “En el nombre de el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo”.
'Abdul Malik Umaui, que era un hombre muy ingenioso, pidió
que le tradujeran al árabe lo que estaba grabado en el
papel. Cuando entendió su significado enfureció,
ya que no podía aceptar que los productos industriales
de Egipto, que era un país islámico, llevasen esa
señal. Inmediatamente escribió al gobernador de
Egipto que en adelante debían escribir el lema del monoteísmo:
«Shahidal-lahu annahu la ílaha illa
hu» (Dios atestigua, y con Él los ángeles
y los hombres dotados de ciencia) (Corán 3:18).
Del mismo modo escribió a los demás gobernadores
de los estados islámicos que destruyeran el papel membreteado
de los cristianos y que en adelante utilizaran el nuevo papel.
Este nuevo papel rotulado por los musulmanes, encontró
un buen mercado, llegando hasta la ciudad de Bizancio. Cuando
el Emperador se enteró, escribió a 'Abdul Malik
lo siguiente:
“El papel fue siempre titulado por los romanos, y si vuestra
oposición tuviese razón, entonces los Califas del
Islam, anteriores a vos, se encontraban en un error. Y si ellos
estaban en lo cierto, en este caso sois vos el equivocado. Adjunto
a esta carta os envío un presente, y me gustaría
que ordenaseis que la mercancía marcada vuelva a su situación
anterior. Espero aceptéis esta proposición, por
lo cual os quedaremos agradecidos”.
'Abdul Malik rechazó el regalo y dijo al enviado del
Emperador:
“Esta carta no tiene contestación”.
El Emperador por segunda vez envió un regalo, esta vez
mayor al primero, acompañado de otra carta diciendo:
“Me imagino que considerasteis poco mi presente por ello
lo rechazasteis, espero que esta vez sea digno de vos y lo aceptéis,
e igualmente mi proposición”.
'Abdul Malik, por segunda vez, rechazó el obsequio, dejando
la carta sin contestación.
El Emperador escribió una vez más a 'Abdul Malik
diciendo:
“Por segunda vez habéis rechazado mi obsequio,
así como mis deseos. Esta vez os envío un regalo,
mucho mayor que los anteriores, y juro por el Profeta Jesús
(P) que si rechazáis mi proposición ordenaré
que acuñen monedas de oro y plata insultando al Profeta
del Islam. Sabéis perfectamente que el acuñamiento
de monedas es especialidad de los romanos, entonces, cuando veáis
las monedas insultando a vuestro Profeta, correrá sobre
vuestra frente el sudor de la ignominia. Es mejor que aceptéis
mi envío y cumpláis mis deseos para que nuestra
amistad continúe como antes”.
'Abdul Malik no sabiendo que contestación dar exclamó:
“Creo que mi existencia es la vergüenza más
grande del Islam, ya que por mi culpa el Mensajero de Dios (PBd)
será insultado”. Entonces consultó con
sus allegados pero ninguno de ellos pudo encontrar una solución.
Uno de los presentes dijo: “Vos mismo sabéis
la solución, pero no queréis aceptarla”.
'Abdul Malik exclamó: “¡Qué estás
diciendo! ¿Cuál es la solución que yo se?“.
Le respondió: “Debemos encontrar una solución
a este problema con Al-Baqir (P) que pertenece al Ahlul-Bait”.
'Abdul Malik aceptó y escribió él mismo
una carta al gobernador de Medina diciendo que enviase al Imam
Al-Baqir (P) con todo respeto a Damasco. Por su parte retuvo al
enviado del Emperador hasta que el Imam llegó a la ciudad
y lo puso al tanto de lo sucedido, entonces Baqir ul 'Ulum (P)
dijo: “Las amenazas del Emperador acerca del Profeta
(PBd) no se llevarán a cabo y Dios, Glorificado sea, no
permitirá que lo haga, siendo la solución a este
problema algo muy sencillo. Reunid ahora mismo a los artesanos
para que inicien el acuñamiento de monedas en las cuales,
en una cara, deberá ser grabada la Sura Al-Ijlas (La Fe
Pura - 112) y en la otra el nombre del Profeta (PBd), independizándonos
así de las monedas bizantinas”.
Después de que el Imam les dio las medidas y peso exacto
de cada moneda, continuó diciendo que la suma del peso
de las tres diferentes monedas debía ser de veintiún
mizzqal de plata, y también añadió que debía
ser grabado el nombre de la ciudad y la fecha en la cual fueron
acuñadas éstas.
'Abdul Malik llevó a cabo lo ordenado por el Imam y escribió
a todas las ciudades que cualquier transacción debía
llevarse a cabo con monedas islámicas, entonces puso al
mensajero del Emperador al tanto de lo sucedido y lo envió
de vuelta a Bizancio.
El enviado informó al Emperador de lo ocurrido y los
cortesanos insistieron que llevase a cabo inmediatamente su amenaza,
a lo cual el Emperador contestó: “Yo quería
enojar a 'AbdulMalik, pero ahora es inútil ya que en las
ciudades islámicas ya no se efectuarán transacciones
con monedas bizantinas”.
El legado del Imam Al-Baqir (P)
Figura en las tradiciones relatado por Tahir, uno de los seguidores
del Imam Al-Baqir (P), el cual en estado de agonía, le
pidió a su hijo Ya’far (P) que trajera a cuatro testigos
de Quraish. El los trajo, y el Imam les dictó un testamento
que decía: “Escriban este testamento que les
doy, tal como Jacob (P) hizo con sus hijos, diciendo: «¡Oh,
hijos míos! Dios Ha elegido la religión para vosotros.
Por lo tanto no muráis sino siendo musulmanes»
(Corán 2:132)"
Entonces el Imam Al-Baqir (P) dejó como testimonio a
Ya’far Ibn Muhammad (en su rol de Imam). Le ordenó
que lo amortajase con la capa que solía vestir en sus rezos
de los días viernes, que le pusiese su turbante, que cavase
una tumba rectangular, la cual debía estar a una altura
de cuatro dedos sobre la tierra (a modo de lápida), y que
antes de enterrarlo le quitase todas sus ropas usadas y raídas.
Después les ordenó a los testigos que se marchasen.
Entonces su hijo Ya’far (P) le preguntó: “Oh,
padre. ¿Qué es lo que había en tus palabras
que tenía que haber testigos?” Le respondió:
“¡Oh, hijo mío! No deseaba que fueses vencido
y que fuese dicho que no se ha dado testimonio en tu favor. Quería
que tuvieses una prueba”.
Como figura en las tradiciones, sólo se encarga del entierro
de un Imam su sucesor. Así como del entierro del Profeta
(PBd) se encargó el Imam 'Ali (P), aquí,
el Imam Ya’far As-Sadiq (P) se encargó del entierro
del Imam Al-Baqir (P).
Esto nos indica el conocimiento que el Imam Al-Baqir (P) tenía
sobre los acontecimientos futuros y la discrepancia que habría
con respecto a Zaid y otros, a pesar que el esplendor que tomó
el Imamato en la época de Ya’far As-Sadiq (P) es
testimonio suficiente a su favor.
El martirio del Imam Al-Baqir (P)
Finalmente a pesar de mantenerse al margen de los levantamientos
de la época, el califa Omeya Hisham lo mandó a envenenar
consiguiendo así su muerte, como ocurrió con todos
los demás Imames. Falleció el día 7 del Dhul
Hiyyah del año 114 de la Hégira, y fue enterrado
en Al Baqui en Medina.
Tuvo siete hijos, cinco varones y dos mujeres. La madre de su
hijo mayor, Ya’far Ibn Muhammad As-Sadiq (P), quien sería
el sexto Imam, fue Umm Farwa, la hija del Qasim, quien era hijo
de Muhammad Ibn Abu Bakr y de una de las dos princesas persas
que fueron enviadas a Medina tras la conquista del Imperio persa
durante el califato de Omar Ibn al Jattab, las cuales el Imam
'Ali (P) liberó, casando a una de ellas con
su hijo Husain (P), y a la otra con Muhammad Ibn Abu Bakr. Es
decir que el Imam Ya’far (P) conjugaría en su árbol
genealógico al Profeta y a los “cuatro compañeros
del manto”: 'Ali, Fátimah, al Hasan
y al Husain (P), pues la madre del Imam Al-Baqir (P) era hija
del Imam Hasan (P).
Relatos sobre sus características
1) Cuando Yabir Ibn Yazid Al Ju’fi informaba algo de Muhammad
Ibn 'Ali (P), solía expresar: “El albacea de
los albaceas del Mensajero (PBd) y el heredero del conocimiento
de los Profetas me dijo...”.
2) Un cristiano se acercó al Imam Muhammad Al-Baqir (P)
y le dijo: “Tú eres una vaca”. El
Imam sin impacientarse ni molestarse, le respondió simplemente:
“No, no soy una vaca. Soy Al-Baqir”. El cristiano
prosiguió: “Eres hijo de una cocinera”.
El Imam le respondió: “Ese era su trabajo, y
no es algo como para avergonzarse”. El cristiano continuó:
“Tu madre era negra, tosca y mal hablada”.
Al-Baqir (P) le dijo: “Si lo que dices de mi madre es
verdad, Dios la bendecirá y perdonará. Si lo que
dices es mentira, que Dios perdone tus calumnias”.
Al ver tanta paciencia en aquel hombre que estaba dispuesto
a soportar tanto de un no musulmán, el cristiano se sintió
atraído por esta nueva religión.
3) Yahia Ibn Abdul Hamid al Himmani (un shiíta que es
aceptado por los no shiítas) dijo: “Muhammad
Ibn 'Ali (P) dice la verdad. Ellos ( La Gente de la Casa -P-)
son la gente del Recuerdo o Amonestación (Ahlul al Dhikr)
¡Por mi vida! Abu Ya’far (P) es uno de los más
grandes sabios (‘ulama’)”.
4) Dijo el Imam Al-Baqir (P): “Debes saber que nadie
posee una verdad ni una realidad sin que la haya tomado de nosotros,
la Gente de la Casa (P)...”.
5) Se narra en la tradición que tanto Muhammad Al-Baqir
(P) como su padre 'Ali Zain al ‘Abidin (P)
eran los de mejor voz para recitar el Corán entre la gente
de su época. Cuando se levantaban por la noche a leer el
Corán y elevaban sus voces, los transeúntes que
pasaban por la calle, los aguateros y demás, así
como la gente desde su casa, se detenían a escucharlos.
6) Relató Muhammad Ibn Munkadir: “Sostenía
que no existía nadie con el mérito de 'Ali Ibn Husain
(P) hasta que conocí a Muhammad Ibn 'Ali (P). Yo quise
aconsejarlo, pero él terminó aconsejándome...”.
8) Narró 'Abdullah Ibn ‘Ata al Makki: “Nunca
vi entre los sabios a nadie tan joven como Abu Ya’far Muhammad
Ibn 'Ali Ibn Husain (P). He visto al Hakam Ibn ‘Utayba,
a pesar de su eminencia entre la gente, conducirse ante él
como un joven se comporta ante su maestro”.
9) Amr Ibn Kinar y ‘Abdullah Ibn Ubayd narraron: “Nosotros
nunca nos reunimos con Abu Ya’far Muhammad Ibn 'Ali (P)
sin que nos obsequiara dinero y vestimenta. Acostumbraba decir:
Esto es algo que fue preparado antes que vosotros vinierais”.
10) Le preguntaron acerca de las tradiciones que él citaba
sin dar la cadena de transmisión. Entonces dijo: “Cuando
no doy la cadena es porque el dicho proviene de mi padre, mi abuelo,
su padre, su abuelo (el Profeta -PBd-) de Gabriel y de Dios Mismo”.
11) Un hombre se presentó ante el Imam Al-Baqir (P) quejándose
de la insensibilidad de los hermanos musulmanes ante su pobreza.
Él dijo: “Que la vergüenza sea sobre el
hermano que te cuida cuando eres rico y se separa de ti cuando
eres pobre”. Luego ordenó que le trajesen 700
dirhames y le dijo: “Cuando se te acaben, vuelve a avisarme”.
Dichos sobre su conocimiento y explicación del Corán
1.- Explicando las palabras del Mensajero de Dios (PBd): “Se
me ha otorgado la síntesis de la palabra”, dijo
(P): “Es el Corán”.
2.- Dijo el Imam Al-Baqir (P): “Ciertamente Dios no
dejó nada que la comunidad necesite hasta el Día
del Juicio Final sin haberlo revelado en Su Libro, y haberlo explicado
a Su Mensajero. Ha establecido para cada cosa un límite,
colocando sobre él una señal que lo indique”.
3.- Hisham Ibn Abdul Malik, el califa Omeya, estaba realizando
la Peregrinación con su sirviente Salim, mientras Al-Baqir
(P) se hallaba en La Meca. Salim le dijo al califa: “Ahí
está Muhammad Ibn 'Ali”. Hisham le dijo:
“¿El hombre por quien los kufanos están
a punto de levantarse?” Le contestó: “En efecto”
Hisham le dijo: “Ve hasta él y pregúntale
de mi parte qué comerá y beberá la gente
el Día del Juicio hasta que Dios los introduzca en el Paraíso”.
Salim hizo esto, y Al-Baqir (P) le respondió: “La
tierra será como una hogaza de pan puro, y estará
atravesada por ríos. Ellos comerán y beberán
de allí hasta que la cuenta con Dios sea cerrada”.
Hisham se dio cuenta que Abu Ya’far Muhammad (P) lo
había vencido. Entonces lo envió nuevamente a Salim
para preguntarle qué mantendrá a los hombres lejos
de la comida y la bebida ese Día. El Imam le contestó:
“Aquellos que estén en el Fuego del Infierno se hallarán
bastante ocupados. Y les dirán a quienes no lo están:
¡Dadnos agua y algo de lo que Dios os Ha provisto!”.
4.- Dijo el Imam Al-Baqir (P): “Debes saber que los
líderes opresores y sus partidarios están fuera
de la religión de Dios. Son descarriados y extravían
a otros. Sus acciones son como cenizas aventadas en un día
tormentoso. «No pueden obtener nada de lo que han
adquirido. Este es un extravío profundo»
(14:18)”.
5.- Le preguntaron sobre la aleya: «Él
os Ha creado de barro, y he aquí que habéis consumado
un término, y hay otro a consumar»
(Corán 6:2) Explicó: “La luz, por Dios,
son los Imames de la descendencia de Muhammad (PBd) hasta el Día
del Juicio. ¡Por Dios! Ellos son la luz de Dios en los cielos
y en la tierra... Ellos iluminan los corazones de los creyentes
y Dios, Poderoso y Majestuoso, brinda Su luz a quien quiere, ensombreciendo
sus corazones. ¡Por Dios!, no nos ama un siervo ni nos toma
como protector hasta que Dios purifique su corazón. Y Dios
no purifica el corazón de un siervo a no ser que nos desee
la paz y se vuelva pacífico con nosotros. Cuando hace esto,
Dios lo pone a salvo del rigor del castigo y lo asegura contra
la penuria del Día del Juicio”.
6.- Y narró (P): “Cuando fue revelada la aleya
que dice: «El día en que convoquemos a cada
pueblo con sus líderes...», los musulmanes
cuestionaron: ¡Oh, Mensajero de Dios! ¿Acaso tú
no eres el líder de toda la gente? El Mensajero de Dios
contestó: Yo soy el Enviado de Dios para toda la humanidad.
Pero pronto vendrán después de mí los Imames
de la Gente de mi Casa. Ellos se encontrarán entre la gente
del pueblo y serán desmentidos. Serán oprimidos
por los líderes de la impiedad y el extravío, así
como sus seguidores. Entonces aquel que los ame, los siga y los
confirme, es de los míos, está conmigo y pronto
me encontrará, mientras que aquel que los oprime y desmiente
no es de los míos ni estará conmigo, y yo no soy
responsable de él”.
7.- Narró Muhammad Ibn Muslim: “Le pregunté
al Imam Al-Baqir (P) sobre lo que se dice respecto a Dios, Poderoso
y Majestuoso, que creó a Adán de acuerdo a su forma.
Me explicó: ‘Esta forma es una creación Suya.
Dios la eligió y prefirió entre otras, y después
la hizo Suya, al igual que hizo Suya la Ka’ba y el Espíritu,
diciendo: “Mi Casa”, e «infundí
en él Mi Espíritu» (Corán
15:29)”.
8.- Amr Ibn Ubayr (uno de los fundadores de la corriente mu’tazilita,
discípulo de Hasan al Basir) le preguntó sobre la
Ira de Dios (según lo que figura en el Corán). Le
contestó: “La Ira de Dios es Su Castigo. Quien
piense que Dios cambia (es decir, que primero está alegre
y luego se enfurece), es incrédulo”.
9.- Le preguntaron sobre la aleya: «Pregúntenle
a la gente de la Amonestación, si es que lo ignoran»
(Corán 16:43), y respondió: “Nosotros
(los Imames) somos la gente de la Amonestación (Ahl al
dhikr)”.
Consejos y sabias palabras del Imam Al-Baqir (P)
1.- Relata Muhammad Ibn Munkadir (que no era shi'ita, pero decía
amar mucho a 'Ali -P-) que consideraba que no existía nadie
que llegara a tener el mérito de 'Ali (P) hasta que conoció
a su hijo Muhammad (P). Comenta: “Un día de mucho
calor salí de los suburbios de Medina y me encontré
con Muhammad Ibn 'Ali (P). El era un hombre robusto y estaba siendo
transportado por dos sirvientes, que o bien eran dos esclavos
suyos o dos asistentes. Me dije a mí mismo: He aquí
un venerable sheij de Quraish con este tiempo, en estas circunstancias,
procurando las ventajas mundanales. Debo aconsejarlo. Entonces
lo saludé...y le dije: '¡Que Dios te extermine, un
sheij venerable de Quraish con este tiempo, en estas circunstancias,
procurando los favores mundanales, si la muerte llegase a ti mientras
estás en esta situación, qué sería
de ti!' Entonces él hizo una seña con su mano a
los dos sirvientes para que se apartasen y luego se levantó.
Me dijo: '¡Por Dios! Si la muerte me llegase mientras estoy
en esta situación, caería sobre mí mientras
llevo a cabo un acto de obediencia a Dios, por el cual me separo
de ti y del resto de la gente. Yo sólo temería a
la muerte si ésta me llegase mientras estuviera realizando
un acto de desobediencia a Dios'. Entonces repliqué: '¡Que
Dios tenga Merced sobre ti! Yo quise aconsejarte y terminé
siendo aconsejado por ti'”.
“El erudito es quien
se desapega de este mundo anhelando el más allá,
aferrándose a la Tradición del Profeta”.
“No existe religión para quien
acata a quien desobedece a Dios, ni para quien inventa una mentira
acerca de Dios ni para quien niega alguno de los signos de Dios”.
“Quien se acerca a Dios a través
de una devoción en la cual ha forzado a su alma, sin una
guía justa proveniente de Él, su esfuerzo no tendrá
resultado alguno y él será extraviado y desorientado”.
<“La cima de cada cuestión,
su saliente, su llave, así como la puerta de las cosas
y la Complacencia del Misericordioso es el acatamiento de un Imam
(un Imam justo, proveniente de Dios), luego de conocerlo”.
“Sólo pertenece a nuestra Shi’ah,
quien obedece a Dios. No es de nuestra Shi’ah quien no teme
al fuego infernal”.
“Cada creyente es hermano de cualquier otro creyente.
Ellos son como un mismo cuerpo, si uno de ellos sufre algo, todos
los demás se sienten incómodos...”.
“La mejor de las devociones es la súplica”.
“Cuando Dios creó el Intelecto, le dijo:
'¡Acércate'!, y se acercó; luego le ordenó:
'¡Retrocede!' y se apartó. Entonces Dios exclamó:
'¡Por Mi Poder y Majestuosidad! No He creado nada más
perfecto que tú. A través tuyo He de ordenar y He
de vedar; y por ti He de retribuir y castigar'”.
“Ama a tu hermano musulmán. Desea para
él lo que desees para ti mismo, y detesta para él
aquello que detestas para ti mismo. Cuando necesites algo, pídeselo;
cuando te pida, otórgale, y no le niegues lo bueno, para
que él no te lo niegue a ti. Sé para él como
un respaldo, que él también lo será para
ti. Si estuviera ausente, presérvalo; y si estuviera presente,
visítalo. Colócalo por encima tuyo y trátalo
bien, que él es de ti y tú eres de él. Si
te reprocha algo, no te separes de él hasta arrancar el
motivo de su odio y lo que está en su alma. Cuando él
obtenga un bien, alaba a Dios, y cuando sufra una pérdida,
ayúdalo y fortalécelo”.
“La más apreciable de las acciones ante
Dios, Poderoso y Majestuoso, es aquella que el siervo continúa
realizando (se mantiene persistente en ella), aunque fuese exigua”.
“La gente nos causa grandes problemas (a los miembros
de la Casa del Profeta -BP-). Nosotros los llamamos, pero no nos
responden. Si los abandonáramos, no serían guiados
por ningún otro”.
“¿Qué es lo que la gente odia de
nosotros (los Imames -P-)? ¿Acaso no somos la familia de
la Casa de la Merced, el árbol de la Profecía, la
fuente de la sabiduría, la gente frecuentada por los ángeles
y aquellos sobre quienes descendió la Revelación
?”.
“No se acepta un acto sin conocimiento. Y no se
obtiene el conocimiento sin la práctica”.
“No existe desgracia peor a la indiferencia ante
el pecado y la conformidad por el estado en que te encuentras”.
“Evita la postergación, pues ella es como
un mar en el cual muchos se ahogan”.
“Quien se encomienda a Dios, no será vencido.
Quien se refugia en Dios, no fracasará”.
“Los lectores del Corán son de tres clases:
uno que lee el Corán y lo toma como mercancía, usándolo
para atraer a los reyes, sobresaliendo entre la gente. Otro que
lee el Corán memorizando sus letras y desatendiendo sus
leyes. Y otro que lee el Corán poniendo el remedio del
mismo sobre la dolencia de su corazón...”.
“Nosotros somos los tesoreros de la Ciencia de
Dios y los traductores de la Revelación Divina”.
“Ser explícito al hablar es el pilar de
la ciencia”.
“...No hay bien alguno dentro de la ciencia en
la cual no hay entendimiento, ni dentro de la lectura que no contenga
meditación, ni en una devoción carente de instrucción
(o enseñanza)”.
|