Nombre:

'Ali ibn Al-Husain

Apelativos:

Zainu-l´Abidin (Adorno de los Adoradores)
As-Sayyad (El que se arrodilla -ante Allah-)
Zainu-s-Salihin (Adorno de los Probos)
Warithu 'Ilmi-n-Nabiyyin (Heredero de la Sabiduría de los Profetas)
Al-Mutahayyid (El que vela en ruego y adoración)
Az-Zakiyy (El Inmaculado)
Al-Amin (El Fiable)
Az-Zahid (El Asceta)
Al-'Abid (El Adorador)
Al-'Adl (El Justo)
Al-Bakka (El que llora)
Dhu-l-Thafinat (El señalado por las postraciones)

Sobrenombre:

Abu Muhammad (Padre de Muhammad)

Padre:

Husain ibn 'Ali, Ash-Shahid (P)

Madre:

Shahrebanu, hija de Yazdjerd.

Nacimiento:

el 15 de Yumada-al-Awwal del año 36 de la Hégira, en la ciudad de Medina.

Muerte:

El 25 Muharram del año 95 de la Hégira, a la edad de 57 años, envenenado por el califa omeya Ualid ibn Abdu-l-Malík.

Sepultura:

En el cementerio Baqi, en la ciudad de Medina, junto a Imam Hasan (P), Imam Muhammad Al-Baqer (P) e Imam Ya’far As-Sadeq (P).

Descendencia:

11 hijos y 4 hijas.
Los hijos: Muhammad al-Baqer, Abdullah, Hasan, Husain, Zaid, 'Amr, Husain al-Asghar, Abdu-r-Rahman, Sulaiman, ‘Ali y Muhammad al-Asghar.
Las hijas: Jadiya, Fatima, Aliyyah y Umm Kulthum.

Inscripción:

Sobre su anillo figuraba la inscripción "Hasbi Allah likulli hamm" (Me es suficiente Dios para aliviar cada pena).

Apuntes biográficos

Su nacimiento, infancia y juventud

El Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) nació en Medina. Su madre fue Shahr Banu (Yahzanán), una princesa de la corte persa, nieta de Cosroe, la cual junto con su hermana habían sido enviadas hacia el Imam 'Ali (P), quien la casó con su hijo el Husain (P) y la hermana con Muhammad ibn Abu Bakr, el hijo del primer califa que tras la muerte de éste había quedado al cuidado del Imam 'Ali (P).

El Imam 'Ali Ibn Al Husain (P) vivió dos años bajo el Imamato de su abuelo, Amir Al Mu’minin (P), diez años durante el Imamato de su tío al Hasan (P) y otros once años durante el Imamato de su padre el Husain (P). De ellos aprendió todas las ciencias del Islam. Su Imamato había sido confirmado por el Profeta y los otros Imames. Su padre había dejado a Umm Salama, una de las esposas del Profeta (PBd), su designación por escrito.

Además fue el único hijo del Imam Husain (P) que sobrevivió, pues sus otros hermanos -‘Ali Akbar (25 años), Ya’far (5 años) y ‘Ali Asgar que era un niño de pecho- fueron martirizados durante a la masacre de Karbala, por lo que no quedan dudas de su Imamato. Sin embargo, algunos reclamaron el Imamato para Muhammad ibn al Hanafiyah, el hijo de Amir al Mu’minin (P), aunque no había ninguna designación respecto a él, quien ni siquiera había efectuado reclamo alguno.

El Imam Zain ul ‘Abidin (P) que acompañaba también a su padre en el viaje que terminó fatalmente en Karbala, pero a causa de una grave enfermedad que le incapacitó para participar en la lucha, fue preservado de tomar parte en la guerra santa y ser martirizado. Así, fue enviado con el grupo de mujeres a Damasco. Después de pasar un período en prisión, fue enviado con honores a Medina, ya que Yazid deseaba conciliarse con la opinión pública. Pero una segunda vez por orden del Califa Omeya Abd ul Malik, fue encadenado y enviado de Medina a Damasco y otra vez devuelto a Medina.

El cuarto de los Inmaculados Imames tras su regreso a Medina, se apartó completamente de la vida pública, cerrando la puerta de su casa a los extraños y dedicándose enteramente a la adoración. El sólo mantenía contacto con algunos grandes de los shiítas tales como: Abu Hamzah Thimali, Abu Jalid Kabuli y otros semejantes. Ellos difundieron entre los Shi’ah las ciencias religiosas que aprendían del Imam. De esta manera el shiísmo se extendió considerablemente y mostró sus efectos durante el Imamato del quinto Imam. Entre los trabajos que el Imam Zain ul ‘Abidin (P) realizó se encuentra un libro titulado"Sahifatus Sayyadiah" que consiste en cincuenta y siete súplicas relativas a las más sublimes ciencias Divinas y es conocido como “Los Salmos de la Casa de Muhammad (PBd)”.

El Imamato de 'Ali Ibn Husain (P)

Al Imam 'Ali Ibn Al Husain (P) le tocó vivir una época muy dura para los Shi’as. Fue durante el reinado Omeya, tras la masacre de Karbala. Puso en marcha el movimiento “Husaini” el cual resguardaría al Islam de la corrupción reinante, misión que compartió en gran parte con su tía Zainab (P). Pero las duras condiciones que lo rodeaban, le impusieron encerrarse y limitarse, sin poder difundir las enseñanzas islámicas. Sin embargo esto no le impidió la formación de cierto número de sabios, quienes luego se encargarían de la difusión y atraerían a mucha gente hacia los Imames de la Gente de la Casa.

Su trabajo limitado permitió que su hijo, Muhammad al Baquir (P), tuviera un gran número de discípulos, y que su nieto, Ya’far As Sadiq (P) organizara luego toda la doctrina de la escuela Shiita (también conocida como “Imamita” o “Ya’farita”), con más de cuatro mil discípulos.

Entonces el Imamato de 'Ali ibn Husain (P) asumió dos formas: una de abierta difusión para esclarecer la verdad de lo acontecido en Karbala, lugar en el cual sus discursos en público impactaban a la gente haciéndole comprender la gravedad de lo ocurrido. La otra forma fue cerrada, limitada a la preparación de ciertos sabios y a la enseñanza por medio de súplicas, las cuales se han reunido en una obra llamada “Sahifatus Sayyadiiah”, conocida con el nombre de “Los Salmos de la Casa del Profeta”. Estas súplicas diseminaron sus enseñanzas entre los musulmanes, siendo un tesoro inagotable de sabiduría y piedad.

El Imam falleció envenenado el 25 del mes de Muharram del año 95 del calendario musulmán, a los cincuenta y siete años de edad, y fue enterrado en al Baqui’ junto a su tío, el Imam Hasan (P). Ejerció su Imamato durante treinta y cuatro años aproximadamente, bajo el gobierno de distintos califas Omeyas.

Primera etapa de su imamato: después de la masacre de Karbala

Sin duda la aprehensión de la familia de Imam Husain (P) jugó un papel muy importante para que el levantamiento de éste obtuviese el fin propuesto ya que, durante el viaje de su captura, si no hubiesen contado a la gente, con toda valentía, la tragedia de Karbala, y también si la gente no los hubiese visto de cerca, el martirio de Imam Husain (P) nunca hubiese encontrado el eco que obtuvo, y los Omeyas, especialmente Yazid, no hubiesen sido desenmascarados.

La familia de Imam Husain (P), contrariamente a la reacción de cualquier otro prisionero y contrario a lo que imaginaba la mayoría de la gente de esa época que los consideraba derrotados, a cualquier lugar que llegaban declaraban su victoria y la derrota del enemigo, presentándose como victoriosos y triunfantes y al ejército de Yazid como los vencidos y desgraciados.

Entre los supervivientes de la tragedia de Karbala, se encontraban el Imam Zain ul `Abidin y su tía, la hermana de su padre, Zainab Kubra (P), quienes jugaron el papel de portavoces para despertar la conciencia de la gente.

Imam Zain ul ‘Abidín (P), a pesar de que en el momento del martirio de su padre se hallaba enfermo (y es natural que hasta un tiempo después los síntomas de la enfermedad permanecían en su cuerpo) y a pesar de que se encontraba inmensamente acongojado por el martirio de su padre, hermanos y compañeros, esto no fue un impedimento para que llevase a cabo su tarea, y aprovechó cualquier oportunidad para concientizar a la gente.

Las gentes de Kufa al escuchar los sermones, ardientes como el fuego, de Zainab, de su hermana Umm Kulzum y de Fatimah Sughra, se sintieron avergonzados; lloraron y se lamentaron; entonces Imam Zain ul ‘Abidín (P) hizo una señal y todos guardaron silencio. Después de alabar a Dios, Glorificado sea, y saludar al Mensajero de Dios dijo:

“¡Oh gente!... yo soy ‘Ali Ibn Al Husain, hijo de `Ali Ibn Abi Talib. Yo soy hijo de aquel hombre justo a quien saquearon sus pertenencias y tomaron prisionera a su familia. Yo soy hijo de aquel hombre que fue asesinado sediento, en las orillas del río Eúfrates, sin que hubiese derramado sangre o tuviese culpa alguna.

¡Oh gente! ¡Juro por Dios!, ¿es que acaso no fuisteis vosotros quienes con vuestras cartas invitasteis a mi padre a que viniese a Kufa y luego lo matasteis?.

¡Oh gente! ¿Con qué cara vais a presentaros frente a Muhammad (PBd) el Día de la Resurrección, y qué contestaréis cuando os diga: -Vosotros matasteis a mi familia y no me respetasteis pues vosotros no sois de mi comunidad".

Las palabras del Imam, al igual que una tormenta disturbaron y agitaron a la gente de Kufa. Repentinamente se escucharon gritos y lamentos aquí y allá. La gente lloraba, unos a otros se reprochaban: “que despreciables y desafortunados sois y no lo comprendéis”.

Así fue como el Imam despertó sus conciencias adormecidas, haciéndolos conscientes de sus actos, personificando para ellos la inmensidad de la tragedia.

Llevaron a la familia de Imam Husain (P) al castillo de Ibn Ziyad. Cuando Ibn Ziyad vio al Imam Zain ul ‘Abidín (P) preguntó: “¿Quién es éste?”

“‘Ali Ibn Al Husain” -contestó uno de sus oficiales.

“¡Es que ¿Dios no mató a ‘Ali Ibn Al Husain?!” interrogó Ziyad sorprendido

Esta vez el Imam respondió: “Tuve un hermano de nombre `Ali, a quien tu gente mató”.

“¡No, Dios lo mató!” -exclamó Ibn Ziyad.

Entonces el Imam pronunció la siguiente aleya:

«Dios llama a las almas cuando mueren y...»

(Az-Zumar 39:42)

Ibn Ziyad enfureció y gritó: “¡Como te atreves a contradecirme!” -y con altivez y engreimiento ordenó a sus oficiales que mataran al Imam.

Zainab Kubra (P) se levantó para protestar: “Tú no dejaste vivo a nadie de nosotros, si decidiste matar a ‘Ali Ibn Al Husain (P), pues matadme a mí también”.

El Imam pidió a Zainab que guardase silencio, entonces dijo: “¡Oh, hijo de Ziyad! ¡Tratas de amenazarme? Es que no sabes que ya estamos acostumbrados a que nos maten y el martirio es un honor para nosotros...".

Imam Zain ul ‘Abidín (P) en Sham (Siria)

Los prisioneros, atados con sogas, fueron trasladados a la ciudad de Sham, actualmente conocida como Damasco, y llevados al castillo de Yazid. Imam Zain ul ‘Abidín (P), con valentía y magnanimidad, se volvió hacia Yazid y dijo: “¡Oh Yazid! ¿Qué piensas que diría el Mensajero de Dios (PBd) si nos viese con las manos así atadas?”.

Esta sencilla frase, plena de sentido pronunciada por el Imam, provocó que los ojos de los presentes se llenasen de lágrimas.

Cuenta uno de los musulmanes que ese día se encontraba presente en Sham cuando llevaron a los presos: “Estaba yo en el bazar de Sham, frente a la puerta de la mezquita, exactamente donde, por lo general, solían detener a los prisioneros. La caravana se detuvo y un anciano sirio se les acercó y dijo: -Adorado sea Dios que terminó con vosotros y apagó esta conspiración-, añadiendo muchas otras insolentes palabras.

Cuando terminó de hablar, el Imam Zain ul `Abidin (P) le dijo: 'He escuchado lo que habéis dicho. Expresasteis toda aquella enemistad y odio que guardabais en vuestro corazón. Ahora al igual que yo escuché vuestras palabras, escuchad las mías'.

'¡Habla!' -replicó el anciano.

El Imam le preguntó: '¿Acaso habéis leído el Sagrado Corán?'.

'Lo he leído' -afirmó el viejo.

'Has leído la aleya que dice: «Di (Muhammad): Yo no os pido recompensa a cambio, salvo el afecto a mis parientes» (Ash-Shura 42:23)'.

'Sí, la he leído' -declaró el anciano.

'Los parientes del Profeta (PBd) somos nosotros. Dime ¿has leído esta otra aleya? «Da a tus parientes lo que es su derecho» (Al-Asra’ 17:26)'.

El Imam continuó diciendo: 'Nosotros somos los parientes a los que se refiere el Todopoderoso cuando dice a su Enviado (PBd) dales lo que es su derecho'.

'¿Es que realmente son ustedes los parientes?' -preguntó sorprendido el anciano.

'¡Así es!' -afirmó el Imam; entonces le preguntó si había leído la siguiente aleya que habla del quinto (jums): «Sabed que, si obtenéis algún botín, un quinto corresponde a Dios, al Enviado y a sus parientes». (Al-Infal 8:41)'.

'“¡Sí, la he leído!' -exclamó agitado el anciano.

'Nosotros somos los parientes... ¿has leído en la Sura La Coalición donde Dios Todopoderoso dice?: «Dios sólo quiere libraros de la mancha, gente de la casa y purificaras por completo?». (Al-A’hzab 33:33)'.

El anciano levantando sus manos al cielo exclamó: '¡Dios mío, estoy arrepentido! ¡Dios mío, me arrepiento de haber enemistado con la familia del Profeta (PBd) y aborrezco a aquellos que los asesinaron! Anteriormente ya había yo leído estas aleyas, pero no entendía su verdadero significado'.

Imam Zain ul `Abidin en la mezquita de Sham

Un día que Yazid se encontraba en la mezquita principal de la ciudad de Sham, ordenó a uno de los oradores que subiese al púlpito y recordase -groseramente- a Imam `Ali Ibn Abi Talib y a Imam Husain (P). El orador se sentó en el púlpito e inició su sermón elogiando a Yazid y Mu’awiyah, e insultando a estos dos Imames.

Imam Zain ul ‘Abidín (P) que se encontraba presente, silenció las palabras del orador diciendo: “¡Oh, pobre de ti! ¿Cambiaste la satisfacción de tu Dios por la de alguien que fue creado por Él, preparándote de esta forma un lugar en el infierno?”. El Imam volvió su luminoso rostro hacia Yazid y exclamó: “¡Permite que suba al púlpito y diga unas palabras que le agraden a Dios, las cuales sean premio y recompensa para los presentes!”.

Yazid se opuso, pero la muchedumbre insistía que aceptara, y sin tener otra alternativa, declaró: “Si él sube al púlpito sólo bajará cuando nos haya deshonrado a mi y a la familia de Abu-Sufian".

Le preguntaban: “¿Que puede decir?”

“Él es de esa familia de aquellos que les fue transmitida la sabiduría por medio de la leche, cuando era un lactante” -contestó Yazid.

La gente insistió aún más. Yazid se vio obligado a aceptar, por ello Imam Zain ul ‘Abidín (P) subió al púlpito y después de alabar a Dios, Todopoderoso, continuó diciendo:

“Él, que no tiene inicio y que su esencia es eterna e inmortal, el Primero y sin principio, el Último y sin final, y después de que se haya extinguido toda la creación Él permanecerá y quedará infinitamente.

¡Oh, gente!...el Todopoderoso nos dio sabiduría, paciencia, generosidad, elocuencia, valentía, llenando los corazones de nuestros creyentes de amor hacia nosotros... El Mensajero de Dios (PBd) es de los nuestros y amigo sincero de esta gente; el Príncipe de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib (P) es de los nuestros; Ya`far Taiiar es de los nuestros; Hamzah, Señor de los Mártires es de los nuestros; Imam Hasan e Imam Husain, que son dos de los grandiosos nietos del Profeta (PBd), son de los nuestros...

...yo soy hijo de Meca y Mina, hijo del manantial de Zam-Zam y el monte de Safa, yo soy hijo de aquel magnificente que levantó la Piedra Negra -Hayarul Asuad- con su capa.

Yo soy hijo del mejor peregrino, de aquél que realizó los ritos del hayy (peregrinación) en la mejor forma debida.

Yo soy hijo de aquel que en una noche fue llevado de la Mezquita Al-Haram a la Mezquita Al-Aqsa (en Jerusalén).

Yo soy hijo de aquél que Dios le hizo revelaciones.

Yo soy hijo de Husain que fue martirizado en Karbala.

Yo soy hijo de Muhammad Mustafa (el elegido).

Yo soy hijo de Fatimah Zahra’ (P).

Yo soy hijo de Jadiyah Kubra (P).

Yo soy hijo de aquél que fue ahogado en su propia sangre".

La muchedumbre miraba a Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) con excitación, evidenciando cada una de sus frases más y más para la gente la grandeza de su linaje y profundidad del martirio de Husain (P). Poco a poco los ojos de los presentes se llenaron de lágrimas y se dejaron escuchar leves sollozos ahogados en sus gargantas. Repentinamente se levantó, de todos los rincones, un bullicioso llanto, Yazid se atemorizó y para calmar a la gente y evitar que el Imam continuase hablando, ordenó al muecín que convocara a la oración.

Se levantó la voz del almuédano: “Allahu Akbar, Allahu Akbar, ... Allahu Akbar, Allahu Akbar,… Dios es el más Grande” -repitió cuatro veces. El Imam que aún se encontraba sobre el púlpito exclamó: “Así es, Dios es el más Grande y más Magnificente y más Glorioso y más Honorable que cualquier otro a quien yo tema".

Ash-hadu anna Muhammad ar Rasulul-lah (Testifico que no hay Dios sino Dios -continuaba el muecín-).

El Imam cortando una vez más las palabras del almuédano dijo: "Así es, juro por lo más eminente, que no existe Providencia ni Adorado más que Él".

Ash-hadu anna Muhammad ar Rasulul-lah (Testifico que Muhammad es el Enviado de Dios).

Todos se encontraban con la cabeza inclinada hacia abajo, escuchando con atención la llamada a la oración y lo que decía el Imam. Cuando el almuédano pronunció “Muhammadar Rasulul-lah”, los presentes levantaron sus cabezas dirigiendo sus miradas hacia el Imam. Una cortina de lágrimas nublaba sus miradas; era como si observaran en el rostro del Imam al propio Profeta (PBd).

El Imam quitó el turbante de su cabeza y entonces exclamó: “¡Oh, muecín! Por ese Muhammad que acabas de pronunciar, silencia un momento". El almuédano calló, y la gente mucho más. Yazid, que había empalidecido, se encontraba muy preocupado ya que ni siquiera la llamada a la oración pudo sosegar al Imam.

El Imam volvió su brillante rostro hacia Yazid y dijo: “¡Oh, Yazid! ¿Este querido y grandioso Mensajero de Dios (PBd) es tu antepasado o el mío? Si afirmas que es tuyo, todos saben perfectamente que mientes, y si dices que es mi, entonces ¡contesta!, ¿por qué mataste a mi padre y lo despojaste de sus pertenencias y tomaste prisionera a su familia?. ¡Oh, Yazid!, ¿con este proceder, consideras a Muhammad, Mensajero de Dios (PBd) y vuelves tu rostro en dirección hacia Meca para llevar a cabo tu oración? ¡Pobre de ti! si mi padre y mis antecesores repudian tu comportamiento el Día del Juicio".

Yazid ordenó al muecín que recitara el Iqamah para la oración, pero la gente había enfurecido tanto que algunos de ellos sin haber realizado ésta, salieron de la mezquita.

La historia es el mejor testigo del efecto que causaron las palabras y sermones de Imam Zain ul `Abidin (P) ese día en la mezquita de Sham. Yazid que había planeado asesinar al Imam (P) se vio obligado a tratarlo con respeto, tanto a él (P) como a su familia y, sin molestarlos, enviarlos a Medina. Después de lo sucedido, no tardaron mucho en izarse las banderas de la revolución en oposición al régimen Omeya tanto en Iraq como en Hiyaz (la antigua Arabia). Miles de musulmanes se sublevaron para vengar la sangre de Husain (P), Señor de los Mártires, y no hay duda que fue el apresamiento de la familia de este Imam, los discursos y diálogos que sostuvieron estos con la gente, y los eficaces sermones de Imam Sayyad (P) los que complementaron el mensaje del martirio de Husain Ibn `Ali (P).

Segunda etapa del Imamato del Imam 'Ali Ibn Husain (P)

Durante estos incidentes, el Imam 'Ali ibn Husain (P) se mantuvo al margen. Se aisló de la gente permaneciendo en su casa y se dedicó a formar un grupo de sabios, los cuales esparcirían las enseñanzas islámicas por todo el territorio. Luego de treinta y cuatro años de su Imamato fue envenenado por instigación de Walid ibn Abdul Malik ibn Marwan, y falleció el 25 del mes de Muharram del nonagésimo año del calendario musulmán.

Sus virtudes eran numerosas y reconocidas por todos. Era considerado el mejor Hashimita de su época y el más parecido a Amir al Mu’minin 'Ali (P) en su carácter y devoción.

Tuvo quince hijos, once varones y cuatro mujeres. Su hijo mayor, Muhammad, pasaría a ser el quinto Imam (P).

Con respecto al resto de los hijos, se destaca Zaid, quien se levantó contra el gobierno Omeya y fue martirizado en la época del Imam Sadiq (P).

Zaid murió luchando contra la tiranía y la opresión. Nunca se autoproclamó Imam ni pretendió el liderazgo. Sin embargo, luego de su muerte, algunos comenzaron a considerarlo como Imam y fundaron una rama dentro del Islam llamada Zaiditas. Ellos consideran que después del Imam Husain (P) el Imamato le correspondía a cualquier hijo de Fátimah (P) que se haya revelado contra la corrupción. Es por eso que ellos rechazan a los demás Imames, tomando en cuenta sólo a Zaid ibn 'Ali, a su hijo llamado Iahia, que se rebeló después de su padre, y a otros que se sublevaron durante el gobierno Abbasida. Los zaiditas siguen la jurisprudencia de la escuela de Abu Hanifah. Aún hoy existen, aunque en forma reducida.

Sus cualidades morales

1. Dijo Ibn Hayyar: “Zain al ‘Abidin (P) es quien sucedió a su padre a través de su conocimiento, desapego de todo aquello que se relacione con lo mundano, y su devoción. Al realizar la ablución para rezar, empalidecía, y cuando se le preguntó acerca de esto, contestó: '¿Acaso no saben a Quién me voy a dirigir?’”.

2. En una ocasión que Imam Zain ul ‘Abidín (P) se encontraba entre la gente, se le acercó uno de sus familiares para insultarlo, y luego se fue. El Imam llamó a los presentes y les preguntó: “¿Habéis escuchado lo que me ha dicho? ahora deseo que me acompañéis y escuchéis mi respuesta”. “¡Te acompañaremos!" -clamaron estos, y continuaron diciendo- "qué mejor hubiese sido que cuando te insultaba, le hubiésemos dado su merecido”.

El Imam, en el camino, pronunció la siguiente aleya que describe los atributos de algunos creyentes y devotos: «...reprimen la ira, perdonan a los hombres y Dios ama a los benevolentes...» (An-Nisa’ 4:134).

Cuando sus seguidores escucharon esta aleya, comprendieron que él no tenía la intención de tomar venganza. Llegaron a casa del hombre. Imam Zain ul ‘Abidín (P) llamó a la puerta y anunció: “Decidle que `Ali Ibn ul-Husain ha venido”. El hombre, creyendo que el Imam se había presentado para vengarse, salió dispuesto a pelear. Entonces Imam con tono delicado dijo: “¡Hermano mío! hace unos minutos antes, te presentaste ante mi y me ofendiste. Si aquello que dijiste está en mí, le pido a Dios que me perdone... y si no lo está, Le ruego que te perdone”.

Al oír la suavidad con que el Imam le hablaba, se sintió avergonzado por su actuación, entonces besó la frente de éste y dijo: “Aquello que dije no está en usted y confieso que soy más merecedor de ello".

3. Ibn Shar Ashub relata: “Ibadul Basri encontró a ‘Ali Ibn Al Husain (P) en el camino a Meca, y le dijo: '“¡Oh, 'Ali hijo de Husain! ¿Abandonaste el combate y su dificultad, para encaminarte hacia la Peregrinación y su facilidad? (Considerándolo una contraposición con respecto a la actitud tomada por su padre). Dios, Poderoso y Majestuoso, dice en el Corán: «Dios compró de los creyentes sus almas y sus bienes otorgándoles a cambio el Paraíso. Combaten en el Camino de Dios. Matan y son muertos...». Hasta Su dicho: «...Y albiricia a los creyentes...». Entonces el Imam le respondió: 'Cuando vemos a quienes poseen estas cualidades, entonces el combate es mejor que la Peregrinación. De lo contrario, no lo es'".

4. Imam As-Sadiq (P) -el sexto de los Inmaculados Imames- narra: “En Medina había un bufón que con sus gracias y burlas hacía reír a la gente y él mismo decía: 'Hasta hoy no he podido hacer reír a `Ali Ibn Al Husain”'. Un día que pasaba cerca del Imam, le arrebató la capa que llevaba sobre sus hombros, desapareciendo en seguida. El Imam no reaccionó ante el mal comportamiento de este hombre, teniendo que ser sus compañeros los que rescataron la prenda y la devolvieron al Imam, quién preguntó: '¿Quién es ese hombre?'. Dijeron: 'Es un bufón que hace reír a la gente'. Entonces el Imam dijo: 'Díganle que Dios Todopoderoso tiene un día en que los burlones, absurdos e injuriosos se darán cuenta del mal que hicieron'”.

5. Así también este mismo Imam (P) dijo: “Ninguno de los descendientes de 'Ali (P) se le parecía tanto físicamente, en la forma de vestir, y en su inteligencia, como 'Ali ibn Al Husain (P). Un día, su hijo Abu Ya’far (Muhammad al Baquir -P-) se dirigió hacia él mientras realizaba sus devociones. El Imam 'Ali Zain ul ‘Abidín (P) estaba pálido por haber pasado la noche llorando. Sus ojos habían consumido todas sus lágrimas después de haber permanecido despierto toda la noche. Su frente estaba magullada y plana de tanto prosternarse. Sus piernas y pies estaban entumecidos por haber estado rezando durante un largo tiempo. Abu Ya’far (P) -el quinto de los Inmaculados Imames- reportó: 'Al verlo en ese estado, no pude contener mi llanto y lloré, que Dios tenga misericordia de él. Lo vi meditando un rato y luego él me dijo: '¡Oh, hijo mío! Tráeme los manuscritos en los que figura la devoción de 'Ali ibn Abi Talib (P)'. Se los llevé y estuvo leyéndolas por un rato. Luego los dejó con exasperación y dijo: '¿Quién es lo suficientemente fuerte como para realizar la devoción de 'Ali ibn Abi Talib (P)?''”.

6. Se cuenta que 'Ali ibn Husain (P) llamó a su sirviente dos veces, y éste no le contestó. La tercera vez, él le preguntó: “¿Es que no oyes mi voz?”. “Sí”, le contestó el sirviente. El inquirió: “¿Qué pasaba por tu mente que no me respondías?” El sirviente le explicó: “Es que yo estoy seguro que no me castigarás”. El Imam exclamó: “Alabado sea Dios, Quien Ha hecho que mi sirviente esté seguro de mí”.

7.Cuando Zaid Ibn Usamah se encontraba agonizando en su lecho, Imam Zain ul ‘Abidín (P) fue a visitarlo. El Imam lo encontró llorando, por lo cual le preguntó la causa y Zaid contestó: “Tengo una deuda de quince mil dinares y mis pertenencias valen menos que mi deuda”. El Imam le aseguró hacerse cargo de su deuda, y así lo hizo.

8. Una noche fría y lluviosa Azzuhri vio al Imam 'Ali ibn Husain (P) cargando harina y leña. Le preguntó: “¡Oh hijo del Mensajero de Dios! ¿Qué estás haciendo?” Le contestó: “Deseo viajar, y entonces preparo las provisiones y las transporto hacia un lugar seguro”. Azzuhri le dijo: “Este es mi esclavo, lo cargará por ti”. El Imam lo rechazó. Azzuhri continuó: “Yo mismo lo cargaré por ti y te libraré de hacerlo”. 'Ali ibn Husain (P) contestó: “Pero yo no quiero librar a mi alma de aquello que me salva durante mi viaje y hace bendita mi entrada al lugar que ingresaré. Te ruego por Dios que vuelvas a tus asuntos y me dejes”. Entonces se marchó. Después de varios días, Azzuhri le dijo al Imam: “Oh, hijo del Mensajero de Dios, no he visto ningún rastro del viaje que has mencionado”. El Imam le respondió (P): “Sí, ¡oh Zuhri!, ¿cómo no?. No es lo que crees, sino que se trata de la muerte, y para ella me estaba proveyendo. La preparación para la muerte, sólo consiste en abstenerse de lo ilícito, otorgar la riqueza y hacer el bien”.

Imam Zain ul ‘Abidín (P) por las noches de incógnito repartía pan entre los indigentes y necesitados de Medina, y les ayudaba económicamente. Cuando falleció todos entendieron que el desconocido repartidor de pan y otros alimentos era ‘Ali Ibn Al Husain, Imam Sayyad (P), y también fue evidente para todos que él era el sustentador de cien familias necesitadas de Medina, sin que ellos lo supiesen.

9. Uno de sus sobrinos, de parte de su hermana, contó: “Mi madre siempre me recomendó que mantuviese trato con mi tío, ‘Ali Ibn Al Husain (P) y no transcurrió día que no fuese a visitarlo y saliese sin provecho de su casa. A veces al ver el temor y la humildad que mostraba cuando se encontraba orando frente al Supremo, me hacía sentir temor y sumisión en mi corazón, y otras veces disfrutaba de su inmensa sabiduría”.

10. El quinto de los Inmaculados Imames, Imam Al Baqir (P) cuenta: “Cuando mi padre realizaba su oración era como un sumiso esclavo frente a un gran rey; temblaba, empalidecía por temor a Dios y efectuaba su oración tan perfectamente como si fuese la última que realizaría en su vida”.

Grandeza del Imam Zain ul ‘Abidín (P)

Hisham, hijo de `Abdul Malik Omeya (de la dinastía Omeya), viajó a Meca en la época de la Peregrinación. Cuando realizaba el tauaf (circunvalación) había tal cantidad de gente que le fue imposible tocar la Piedra Negra -Hayarul Asuad-, no quedándole más remedio que alejarse de la muchedumbre y esperar a que se retirasen algunos.

En ese momento entró el cuarto de los purificados Imames, Imam Zain ul `Abidin (P), a la mezquita del Haram y comenzó a realizar el tauaf. Cuando la gente advirtió la presencia del Imam, le abrieron camino y pudo sin dificultad acercarse y acariciar la Piedra Negra. Hisham enfureció al ver la grandeza del Imam y el respeto que la gente mostraba hacia él. Entonces uno de los peregrinos sirios preguntó a Hisham: “¿Quién es ese hombre a quien consideran tan eminente?” Hisham, por miedo a que los sirios se interesasen en contactar con el Imam, negó conocerlo.

Farazdaq, un conocido, célebre y valiente poeta, que en esos momentos se encontraba presente, se levantó y exclamó: “¡Yo lo conozco!”, pronunciando a continuación una extensa composición elogiando al Imam.

El poema de Farazdaq hablaba tan encantadora y panegíricamente respecto al Imam, que dejo perturbado a Hisham por lo cual, inmediatamente, ordenó su detención.

Cuando Imam Zain ul ‘Abidín (P) se enteró de lo sucedido y de que habían encarcelado al poeta, decidió enviarle una gratificación. Farazdaq con sinceridad devolvió los dirhames y mandó un recado al Imam que decía: “Estos poemas los pronuncié por Dios y su Enviado (PBd)”. El Imam aceptó la honestidad e integridad de Farazdaq y nuevamente le envió el dinero, rogándole que lo aceptara y le aseguró que la recompensa en su futuro estaba asegurada, y declaró: “Decidle que soy de la familia de los generosos y bondadosos, y aquello que obsequiamos nunca lo volvemos a tomar...". Farazdaq complacido aceptó el galardón.

`Ali ibn al-Husain (P) ¡está enfermo!

Mucha gente cuando pronunciaba el nombre del cuarto Imam (P), sin pretenderlo le llamaba el enfermo. Tal vez imaginaba que éste se encontraba siempre afligido y doliente y, por ello, representaban en sus mentes a este honorable con cara pálida, amarillenta y triste espíritu.

Pero la verdad es otra. Aquéllos que conocen la historia de la vida de este Imam saben que a lo largo de ella, nunca estuvo enfermo, a excepción de un corto período que coincidió con el martirio de su padre en Karbala, y en verdad que fue Dios quien por medio de esta indisposición protegió su vida, ya que los partidarios de Yazid al verlo tan enfermo lo dejaron tranquilo, y fue por medio de él que continuó la cadena del Imamato, asegurando de esta forma el futuro del Islam.

A continuación mencionamos algunas narraciones acerca de su enfermedad:

En el "Al Irshad", del Shaij ul Mufid esta registrado:

“Shimr, acompañado de algunos soldados se aceró a las tiendas de campaña, y encontró a ‘Ali Ibn Al Husain enfermo e indispuesto”.

En la obra "Tadhkirat ul Jauas" encontramos:

“No mataron a ‘Ali Ibn Al Husain ya que se encontraba aquejado”.

Y en la obra "Tabaqat" leemos:

“Después del martirio de Imam Husain (P), Shimr se dirigió hacia donde se encontraba ‘Ali Ibn Al Husain y ordenó a sus acompañantes que lo asesinaran, a él (P), también. Entonces uno de sus compañeros exclamó: -¡Glorificado sea Dios! ¿Es que mataremos a este joven estando enfermo y sin que haya participado en la batalla? En ese momento llegó `Umar Ibn Sa`d y exclamó: “¡Dejad en paz a las mujeres y al enfermo!”

Algunos otros también escribieron:

“La enfermedad de ‘Ali Ibn Al Husain o sus indicios, continuaron hasta que llegó a la ciudad de Kufa”.

En toda la historia, fuera de esta excepción, no podemos encontrar otra ocasión en la que el Imam Zain ul ‘Abidín (P) hubiese estado enfermo, por lo tanto podemos afirmar que éste, al igual que los demás Imames, fuera de las contadas ocasiones que durante corto tiempo estuvo indispuesto, siempre gozó de completa salud, cumpliendo perfectamente con sus deberes de Imam.

El cuarto Imam frente a las autoridades opresoras de esa época

Imam Zain ul ‘Abidín (P) durante el período de su Imamato tuvo que enfrentarse con diferentes gobiernos opresivos como el de Yazid, `Abdullah Ibn Zubair, Maruan Hakam, `Abdul Malik Ibn Maruan y Ualid Ibn `Abdul Malik, gobernando cada uno de estos durante un tiempo al pueblo musulmán. Para rememorar la situación de esa época, a continuación recordamos algunas de las agresiones que realizaron estos opresores:

Después del martirio del “Señor de los Mártires”, Imam Husain (P), en el año 62 d.H., un grupo de medinenses se dirigieron hacia Sham y observaron de cerca que Yazid era un alcohólico y jugador, que pasaba la noche festejando, bebiendo, y cometiendo otros pecados. Esta delegación regresó a Medina e informaron a la gente de lo que fueron testigos. Los musulmanes, que ya se encontraban enojados por la muerte de Imam Husain (P) y sus seguidores, declararon su oposición. Yazid organizó un ejército dirigido por un hombre perverso llamado Muslim Ibn `Aqabah y lo envió a Medina, que en tres días saqueó la ciudad llevando a cabo una masacre general, en la cual fueron asesinados de la forma más salvaje diez mil hombres, mujeres, viejos y niños.

En el año 64 d.H., muere Yazid y su hijo Mu’awiyah toma el poder. Cuarenta días (o tal vez tres meses después, según otras versiones existentes de los diferentes historiadores), Mu’awiyah Ibn Yazid fue a la mezquita, subió al púlpito e hizo pública su renuncia al califato.

Después de la muerte de Yazid, `Abdullah Ibn Zubair que durante años esperó la oportunidad para tomar el califato, provocó una revuelta en la ciudad de Meca y la gente del Hiyaz (Arabia), Yemen, Iraq y Jurasan, hicieron el juramento de fidelidad con él.

En Sham, Maruan Ibn Hakam, después de la renuncia de Mu’awiyah Ibn Yazid y por medio de una conspiración, tomó el poder en sus manos oponiéndose al gobierno de `Abdullah Ibn Zubair. Posteriormente conquistó Sham y luego Egipto pero su gobierno no duró mucho tiempo, y después de su fallecimiento, el año 65 d.H., su hijo `Abdul Malik tomó el poder. `Abdul Malik fortaleció el Estado y en el año 73 d.H. cuando tuvo bajo su dominio a Sham y a Egipto, sitió -en Meca- a `Abdullah Ibn Zubair y luego lo asesinó.

`Abdul Malik era un hombre cruel, envidioso y opresor. En una ocasión dijo a Sa`id Ibn Musaiieb: “Yo soy así que cuando realizo una buena obra, no me complace, y cuando realizo una mala obra, no me molesta”. Sa`id le contestó: “Es evidente que tu corazón está totalmente muerto”.

Después de que asesinó a `Abdullah Ibn Zubair, en uno de sus discursos dijo a la gente: “Aquél que me invite a la abstinencia y a la castidad, será degollado”.

Uno de los grandes crímenes de `Abdul Malik fue nombrar a Hayyay Ibn Iusif Zaqafi, gobernador de las ciudad de Basra y Kufa. Hayyay fue uno de los más sangrientos e indignos gobernadores que tuvo el gobierno Omeya. Era un hombre sádico que le gustaba verter sangre cruelmente. Se dedicó a molestar, torturar y matar a la gente, principalmente a los Shi’ah de `Ali Ibn Abi Talib (P). Está registrado que durante su gobierno mató aproximadamente a ciento veinte mil personas.

Imam Zain ul ‘Abidín (P) era vigilado muy de cerca por los seguidores de `Abdul Malik, que buscaba encontrar un pretexto para ser más severo e insultar al Imam.

El Imam se casó con una de sus siervas a quien con anterioridad había puesto en libertad, los espías informaron a `Abdul Malik de lo sucedido, quien de inmediato envió una carta insultante al Imam en la que decía: “Me han informado que tomasteis como esposa a una liberada, mientras que el Quraish tiene mujeres destacadas que sería un honor para vos casaros con alguna de las cuales, además os daría hijos dignos. Con este enlace no os considerasteis a vos mismo ni a la dignidad de vuestra descendencia. Wa Salam".

El Imam le respondió: “Recibí tu carta en la cual me reprochas haberme casado con mi esclava liberada, y supones que entre las mujeres del Quraish hay alguna, con la que casarme con ella sería un gran honor para mi y me daría nobles hijos, mientras que nadie es superior a la grandeza del Mensajero de Dios (PBd) pues nosotros somos del linaje del Profeta (PBd) y no existe linaje superior al nuestro que pueda engrandecernos con un matrimonio... para aquél que sea honesto en cuanto a la religión de Dios, no existe nada que pueda destruir su forma de ser. Dios por medio del Islam terminó con la inferioridad o superioridad de las razas”.

En una ocasión `Abdul Malik quiso insultar al Imam y al mismo tiempo provocar miedo en la gente, para lo cual envió escoltado al Imam a Sham y nuevamente lo devolvió a Medina.

El año 86 d.H. `Abdul Malik muere y su hijo Ualid toma el poder en sus manos. Ualid era cruel y opresor al igual que su padre. Yalulid-Din Siuti escribió acerca de él: “Ualid fue un vil tirano”.

Ualid en el primer discurso que pronunció dijo: “Aquél que se rebele hacia mí, lo mato; y aquél que calle, el mismo silencio lo matará”.

Ualid, al igual que los demás gobernantes de esa época, estaba alarmado por la fama y popularidad de Imam Zain ul `Abidin (P) y se encontraba inquieto por la personalidad intelectual y espiritual de éste. Además temía que sus seguidores se rebelasen a su gobierno, y fue por ello que no pudo soportar la presencia del Imam en la sociedad musulmana y con intrigas lo envenenó.

Al analizar la situación que sufría el Imam Zain ul ‘Abidín (P) en su época, en la que se simultaneaban revueltas y diferentes crisis sociales, y tomando en cuenta a los gobiernos opresores y el rígido control al que se encontraba sometido el Imam y, añadiendo a esto que no contaba con seguidores creyentes, audaces y fieles, llegamos a la conclusión que éste no tuvo otro camino a seguir, mas que realizar enfrentamientos infructuosos, educar a estudiantes privilegiados y dejar obras científicas y éticas.

En el camino hacia Meca un hombre se le acercó y con tono de reproche le dijo: “¿Habéis dejado a un lado el Yihad y sus dificultades y os vais al Hayy -peregrinación a Meca- ¡qué sencillo!". El Imam le contestó: "Si contase con seguidores devotos y creyentes, daría preferencia al Yihad sobre el Hayy”.

Abu `Umar Nahdi narra que Imam Zain ul ‘Abidín (P) en una ocasión dijo: “En Medina y Meca no cuento con veinte seguidores verdaderos y devotos”.

El Imam, educa e instruye a los musulmanes

Después de lo sucedido en Karbala y después de su regreso a Medina, Imam Zain ul ‘Abidín (P) se apartó completamente de la vida pública, cerrando la puerta de su casa a los extraños y dedicándose enteramente a la adoración. El sólo mantenía contacto con la elite de los Sihítas, Abu Hamzah Thimmali, Abu Jalid Kabuli y otros semejantes. Ellos difundieron entre la Shi’ah las ciencias religiosas que aprendían del Imam. De esta manera el shiísmo se extendió considerablemente y mostró sus efectos durante el Imamato del quinto Imam. Entre los trabajos del cuarto Imam se encuentra un libro titulado"Sahifatus Sayyadiah" que consiste en cincuenta y siete súplicas relativas a las más sublimes ciencias Divinas y es conocido como “Los Salmos de la Casa de Muhammad”.

El Shaij at-Tusi nombra a ciento setenta de los seguidores del Imam que se dedicaron a propagar los dichos y narraciones de este Inmaculado Imam.

A continuación recordamos a tres de sus fieles compañeros:

1. Sa`id Ibn Musaiieb. El cuarto Imam acerca de Sa`id Ibn Musaiieb manifiesta: “Sa`id es uno de los hombres más sabios en cuanto a historia y el más entendido de su época".

2. Abu Hamzah Az-Zumali. El octavo Imam (P) declaró sobre él: “Abu Hamzah en su época fue como Salman en la suya".

3. Sa`id Ibn Yubair. Había llegado a un supremo grado en la ciencia que incluso decían: “Sobre la tierra no existe persona alguna que no requiera de la sabiduría de Ibn Yubair".

En una ocasión que tomaron preso a Sa`id Ibn Yubair y lo llevaron ante Hayyay Zaqafi, éste le dijo: “Tú eres Shaqi Ibn Kasir no Sa`id Ibn Yubair”.

Sa`id le contestó: “Mi madre era más conocedora de por qué me nombró Sa`id”.

Hayyay, buscando un pretexto para matarlo, le preguntó: “¿Qué opinas acerca de `Umar y Abu Bakr, se encuentran en el cielo o en el infierno?”

Sa`id respondió: “Si cuando muera me mandan al Paraíso, entonces podré ver quienes se encuentran ahí. Y si me mandan al Infierno, cuando vea a los pecadores los reconoceré”.

Hayyay volvió a preguntarle: “¿Qué opinas acerca de los Califas?”.

- “Yo no soy su abogado”.

- “Cuál de los Califas es más de tu agrado?”

- “Aquél que haya complacido más a Dios, Glorificado sea”.

- “¿Cuál de ellos agradó más al Todopoderoso?”

- “Sólo Dios es sabedor de todo lo visible e invisible”.

- “¿Por qué no sonríes?”

- “¿Como puede sonreír una creación hecha de tierra que en cualquier momento puede ser destruida por el fuego?”

- “Pues, ¿por qué estamos nosotros alegres y reímos?”

- “Los corazones de las gentes son diferentes” -le contestó Sa`id.

Hayyay ordenó que trajeran unas joyas y las colocaran cerca de Sa`id. Entonces Sa`id le dijo: “Si acumulaste estos tesoros para obtener el perdón el Día del Juicio, entonces no tendrás problema alguno; pero si fuese lo contrario, el Día del Juicio es tan espantoso que incluso las madres olvidan a sus hijos lactantes. El acumular riquezas no da provecho alguno, fuera de la cantidad lícita y pura”.

Hayyay ordenó que trajeran los instrumentos musicales. Sa`id lloró. Entonces Hayyay volvió a preguntarle: “¡¿Cómo quieres que te mate?!”.

Sa`id contestó: "Como quieras, juro por Dios que el Día del Juicio, Él te matará tal y como tú me mates”.

“¿Quieres que te perdone?” -le preguntó Hayyay.

“Sólo espero el perdón de Dios, puedes estar seguro que a ti nunca te lo pediré” -le contestó firmemente Sa`id.

Hayyay ordenó que se preparasen para matar a Sa`id, quien en ese momento bajo sus labios pronunció la siguiente aleya:

«Vuelvo mi rostro como hanif -musulman-, hacia Quien ha creado los cielos y la tierra, y no soy asociador»

(Al-An’am 6:79)

Hayyay encolerizado dijo: “¡Volved su rostro hacia otra dirección fuera de la qiblah (dirección hacia Meca)!”

Sa`id murmuró:

«De Dios son el Oriente y el Occidente. A donde quiera que os volváis, allí está la faz de Dios. Dios es Inmenso, Omnisciente»

(Al-Baqarah 2:115)

Hayyay exclamó: “¡Volved su rostro hacia la tierra!”.

Nuevamente se dejó oír la voz de Sa`id pronunciando la aleya:

«Os hemos creado de ella y a ella os devolveremos, para sacaras otra vez de ella»

(Ta Ha 20:55)

Hayyay encolerizado ordenó: “¡Degollado!”.

Entonces Sa`id claramente testificó: “Ash-hadu an la ilaha illal-lah wahdahu-la sharik Allah, Wa anna Muhammadan a’bduhu wa rasuluhu (Testifico que no hay más Dios que Dios, Único sin asociados y que Muhammad es Su siervo y enviado)".

Y continuó diciendo: "¡Dios mío! después de mi muerte no dejes que predomine sobre nadie”.

En ese momento la sangre de Sa`id Ibn Yubair enrojeció el suelo.

Sa`id Ibn Yubair fue uno de los verdaderos seguidores de Imam Zain ul `Abidin (P), quien lo consideraba un hombre ejemplar, siendo, su relación con el Imam (P), la causa principal por la cual Hayyay ordenó su muerte.

"Sahifatus Sayyadiah"

Esta obra contiene súplicas y ruegos, a Dios, Glorificado sea, para que nos ayude a resolver nuestros problemas y satisfacer nuestras necesidades. Por ello, cuando el hombre siente que sus dificultades no tienen solución, cuando se siente en un callejón sin salida, espontáneamente extiende sus manos al cielo y pide e implora a Dios -un poder superior y misericordioso- Su ayuda. Y realmente que este hecho proporciona a nuestra alma tranquilidad, disminuyendo el miedo y la preocupación, y fortaleciendo nuestro espíritu.

Los psicólogos eruditos y todos aquéllos que están relacionados con los problemas del alma, aceptan las súplicas como el mejor alimento y medicina del espíritu humano, como el mejor medio para encontrar la paz interior y disminuir las presiones.

El Islam utiliza esta percepción natural para dirigir y educar a la humanidad. Los Inmaculados Imames, por medio de las súplicas y los ruegos que dejaron como recuerdo, educan a sus seguidores en las creencias correctas, igualmente muestran el medio para la curación de las enfermedades y misteriosos complejos del alma humana.

Uno de los eruditos, referente a este tema nos dice: “Uno de los grandes tesoros de la ciencia y educación islámica son las súplicas que nos legaron el Mensajero de Dios (PBd) y los Inmaculados Imames (P), ya que aluden a diferentes temas tales como son el monoteísmo y la teología, la profecía, el Imamato, el sistema de gobierno y la práctica de gobernar, la ética, los derechos civiles, las leyes prácticas y las diferentes modalidades, de manera que puede decirse que todos ellos (los temas claro) son un legado de la escuela que influye en gran medida en el desarrollo de la mente, y en el progreso espiritual y social de los musulmanes, y mientras que los musulmanes no la tomen como referente no podrán llegar a la perfección en el Islam”.

Entre las súplicas y ruegos que dejaron como recuerdo nuestros guías, se encuentra la luminosa obra del cuarto de nuestros queridos Imames, Zain ul `Abidin (P), el "Sahifatus Sayyadiah".

Uno de los eruditos de la Escuela Sunnah, autor de la obra "Tafsir ay-Yauahir", cuando la Universidad de Teología de Qum le envió una copia del "Sahifatus Sayyadiah", después de estudiarla les escribió diciendo: “Tome con honor la obra entre mis manos la cual encontré única ya que consta de ciencias, estudios y conocimientos que no pueden encontrarse en ninguna otra obra. Realmente es una pena que nosotros, hasta hoy, no nos hayamos familiarizado con esta gran obra literaria, que considero es eterna en cuanto a lo que el Mensajero de Dios (P) nos legó, y aseguro que sus palabras son superiores a la palabra de cualquier hombre e inferiores a la de Dios. Ciertamente que es una obra espléndida, que Dios les otorgue lo mejor en la otra vida por este precioso obsequio que me han enviado, que les favorezca y coloque el triunfo en sus manos”.

Han sido escritas muchas explicaciones tanto en árabe como en farsi respecto al "Sahifatus Sayyadiah". El difunto `Ulamah Shaij Aqa Buzurg Tehrani en su preciada obra “Adh-Dhariah” nombra aproximadamente setenta interpretaciones respecto al "Sahifatus Sayyadiah".

“Risalat ul Huquq” (Tratado sobre los derechos)

El “Tratado sobre los Derechos”, ha sido escrito por el Imam `Ali Zain ul `Abidin (P), parece ser que a pedido de uno de sus discípulos, pues en una de sus dos versiones tiene como prefacio: “Éste es el tratado de ‘Ali Ibn Al Husain para uno de sus compañeros”.

Si bien en el presente contexto la mejor manera de traducir la palabra árabe Haqq es el sentido de “derecho”, también tiene una serie de significados estrechamente relacionados entre sí y que deberían ser considerados, tales como: justicia, verdad, realidad, corrección, adecuación, necesidad, incumbencia, obligación, decoro, aptitud, acatamiento y legitimidad.

Una ojeada al “Tratado sobre los Derechos” mostrará rápidamente que la palabra “derechos” podría haber sido traducida mejor como deberes, obligaciones o responsabilidades, dado que el tratado no concierne directamente a los derechos del individuo sino a los derechos de otros individuos, que se deben observar. De todos modos, es importante preservar el término derechos, aunque más no sea para mostrar que, principalmente en términos de responsabilidades respecto a los derechos humanos, el Islam diverge profundamente de los más modernos puntos de vista occidentales, aunque tiene un profundo parentesco con otras tradiciones religiosas orientales y occidentales.

El Islam ve al individuo en todo su contexto, lo cual significa que considera primero su relación con Dios y luego su relación con las criaturas de Dios. Lo importante para el individuo en su relación con Dios es que alcanza la salvación, o en otras palabras, que sigue la guía de Dios, la cual se basa en la Misericordia y se orienta hacia lo mejor de los intereses humanos. En resumen, el Islam le quita valor a la perspectiva individual dado que los seres humanos por sí mismos y mientras viven no pueden ver nada aparte de sus propios intereses inmediatos. Pero esta desvalorización del individualismo no es una devaluación del individuo, sino que, por el contrario, le da la máxima importancia dado que apunta a su felicidad en el otro mundo.

El camino de la salvación es obedecer a Dios, y he aquí que el derecho del alma tiene que ser empleado en Su obediencia. Por su misma naturaleza y dado que “Su Misericordia precede a Su Cólera”, Dios exhibe Compasión y Guía, y el siervo al obedecerle, se hace acreedor de todo el ámbito de Su Compasión. En otras palabras, participar de la Misericordia y Compasión de Dios depende de seguir Su Guía, lo cual significa seguir la Shari'ah (la ley islámica) como fue revelada a través del Corán y la sunnah o tradición del Profeta (PBd). De aquí que el Imam habla de “ocuparse en la obediencia” como el derecho clave del ego, dado que solamente así puede realizar su liberación.

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NOTA: Tanto "Sahifatus Sayyadiah" como “Risalat ul Huquq”, están disponibles en español en la web de la Biblioteca islámica Ahlul Bait (P), a la que se puede acceder desde el enlace “Biblioteca” del menú principal de esta web.