Nombre:

Muhammad ibn 'Ali

Apelativos:

Al-Yawad (El Generoso)
At-Taqi (El Piadoso)
Al-Ghani´ (El que se contenta con lo que le ha sido destinado por Dios)
Al-Mujtar (El Electo)
Az-Zakiyy (El Inmaculado)
Al-Murtadha (El Predilecto)
Al-'Alim (El Sabio)
An-Nuru-s-Sati´ (La Luz Resplandeciente)

Sobrenombre:

Abu Ya'far (Padre de Ya'far)

Padre:

‘Ali ar-Ridha (P)

Madre:

Sabikah, también conocida como Al-Jaizaran, Raihanah y Durrah.

Nacimiento:

El 10 de Rayab del año 195 de la Hégira, en la ciudad de Medina.

Muerte:

El último día del mes de Dhu-l-Qa´dah del año 220 de la Hégira, a la edad de 25 años, envenenado por su esposa que a su vez era hija del califa Al-Ma'mun, por orden del califa abbassida Al-Mu´tasim.

Sepultura:

En Kadhimia (cerca de Bagdad - Iraq), junto a su abuelo el Imam Musa Al-Kadhim (P), en el mausoleo dedicado a la memoria de ambos.

Descendencia:

2 hijos y 2 hijas.
Los hijos: ‘Ali y Musa.
Las hijas: Fatima y Umamah.

Inscripción:

Sobre su anillo figuraba la inscripción "Hasbi Allah" (Dios me es suficiente).

Apuntes biográficos

Su nacimiento e infancia

El Imam Muhammad Al-Yawad (P) es el noveno Imam, tras la muerte de su padre 'Ali Ar-Rida (P), y asumió el Imamato a la edad de los nueve años.

Los seguidores del Imam Ar-Rida (P) estaban preocupados porque él carecía de hijos, y no sabían qué sucedería con el Imamato en caso que muriese. Este asunto preocupaba a los shi'ítas, ya que según las narraciones recibidas del Profeta (PBd) así como las de los Imames (P) anteriores, sostenían la creencia de que el noveno Imam sería hijo del octavo, por ello se encontraban en espera de que Dios Todopoderoso otorgara un hijo y sucesor al Imam Ar-Rida (P). Inclusive a veces iban a visitarlo y le decían que pidiera a Dios que le diese un hijo y heredero. Este gran hombre los tranquilizaba diciendo: "Dios me dará un hijo que será mi heredero y el Imam después de mi".

Finalmente el día 10 del mes de Rayab del año 195 de la Hégira (811 d.C.) nació el Imam Muhammad At-Taqi (P). Su nombre era Muhammad y lo llamaban Abu Ya‘far y sus títulos más utilizados para él eran At-Taqi (el piadoso) y Al-Yawad (el generoso)

Su nacimiento trajo felicidad y causó que la sociedad Shi‘ah consolidara su fe y creencias, ya que al nacer terminó con la duda que se había creado en algunos de éstos como consecuencia de la tardanza de su nacimiento.

Su madre se llamaba Sabikah, y el octavo Imam la nombró Jaizaran. Esta honorable dama pertenecía a la familia de Mariya Al-Qabtiah la esposa del Profeta (PBd) (Mariya al-Qabtiah -la Copta- fue una de las asistentes del Profeta (P) que el Mensajero tomó como esposa. Ella fue la madre de Ibrahim, el hijo del Gran Profeta (PBd) que falleció cuando era pequeño), y en cuanto a sus cualidades morales era una de las mujeres más destacadas de su época. El Profeta (PBd) respecto a ella dijo: "Ella es una de las mejor mujeres de su época".

Y el séptimo de los Imames, el Imam Musa Ibn Ya‘far (P), mencionó algunas de sus virtudes antes de que esta dama fuese tomada como esposa por el Imam Ar-Rida (P), envió saludos a ella por medio de uno de sus seguidores llamado Yazid Ibn Salit.

Hakimah, la hermana del Imam Ar-Rida (P) cuenta: "Cuando nació (su sobrino) el Imam Muhammad At-Taqi (P), mi hermano me pidió que me quedara con Jaizaran. El tercer día después del nacimiento del infante, éste abrió sus ojos y luego de mirar hacia el cielo y hacia la derecha e izquierda dijo: 'Atestiguo que no hay divinidad más que Dios y atestiguo que Muhammad es Su Enviado'. Al observar esta escena tan maravillosa me levanté rápidamente y fui a ver a mi hermano para relatarle lo sucedido. El Imam dijo: 'Las maravillas que verás en él después de esto, serán mayores de lo que has observado hasta el día de hoy'".

Abu Yahia San‘ani relata: “Había visitado al Imam cuando le trajeron al Imam Al-Yawad (P) que era aun un infante. Dijo: ‘Este es un niño que entre la Shi‘ah no ha nacido alguien que traiga para ella más bendiciones que éste’".

Tal vez estas palabras del Imam hacen referencia a lo mismo que nosotros nos habíamos referido anteriormente, ya que el nacimiento del Imam Al-Yawad (P) terminó con las preocupaciones de los shi'ítas respecto al sucesor del Imam Ar-Rida (P), salvando así a la fe de éstos de cualquier duda.

Nawfali cuenta: "Cuando el Imam Ar-Rida (P) viajó a Jurasán le dije: '¿Tiene alguna orden para mí?'. Dijo: 'Es obligatorio para ti que siguas después de mí a mi hijo Muhammad. Yo voy a un viaje del cuál no regresaré'".

Muhammad Ibn Abi ‘Ibad que era uno de los escribas del Imam relata: "Este generoso hombre llamaba a su hijo Muhammad (P) por su sobrenombre (costumbre y muestra de respeto en la sociedad árabe de ese entonces), y cuando recibía alguna carta del Imam Al-Yawad (P) manifestaba: 'Abu Ya‘far me ha escrito'. Y cuando (por orden del Imam Ar-Rida -P-) escribía alguna carta para Abu Ya‘far (P), lo trataba con respeto y grandeza. Y las cartas que recibía del Imam Al-Yawad (P) estaban llenas de bellas y elocuentes palabras".

Este mismo hombre cuenta: "Escuché al Imam Ar-Rida (P) decir: 'Después de mí, Abu Ya‘far (P) será mi heredero y sucesor de entre los de mi familia'".

Mu‘ammir Ibn Jalad dice: "Mientras el Imam Ar-Rida (P) recordaba un asunto dijo: '¿Qué necesidad tenéis de escuchar este asunto de mi boca? Es Abu Ya‘far (P) aquél a quien he elegido como mi sucesor (cualquier pregunta y problema que tengáis él les responderá). Nosotros pertenecemos a la familia que los hijos heredan por completo de sus padres (las verdades, sabiduría y la ciencia')".

Estas palabras del Imam se refieren a que toda la ciencia y la jerarquía del imamato son heredadas del Imam anterior al siguiente Imam, y esto es especial del Imam y no de los demás hijos de los Imames.

Jairani cuenta que su padre dijo: "En Jurasán estaba yo con el Imam. Alguien le preguntó: '¿En caso de que os suceda algún percance, a quién debemos recurrir?'. Le respondió: 'A mi hijo Abu Ya‘far'. Parecía que el preguntador no consideraba suficiente la edad del Imam Al-Yawad (P) (y pensaba que como podría un niño ser responsable del Imamato). Entonces el Imam agregó: 'Dios Todopoderoso, eligió a Jesús (P) como profeta y mensajero mientras que su edad era menos que la edad con la que cuenta Abu Ya‘far en estos momentos'".

‘Abdullah Ibn Ya‘far manifiesta: "Acompañado de Safwan Ibn Yahia fuimos a visitar al Imam Ar-Rida (P), en ese entonces el Imam Al-Yawad (P) contaba con tres años y se encontraba presente. Preguntamos al Imam (P): 'Si ocurriese algún percance para vos, ¿quién será vuestro sucesor?'. El Imam señaló a su hijo Abu Ya‘far y dijo: 'Éste, mi hijo'. '¿A ésta edad?' Le preguntamos. ' ¡Si, a esta edad! Dios Todopoderoso eligió como Su Mensajero a Jesús (P) cuando contaba con menos de tres años'".

Tras la muerte del Imam Ar-Rida (P) algunos plantearon que el Imam Al-Yawad (P) él era demasiado joven para ser el Imam, dio muestras de su capacidad y conocimiento ante todos. 'Ali Ibn Ya’far, un hijo del Imam As Sadiq (P), tomó su mano y dijo: "Atestiguo por Dios Altísimo que tú eres mi Imam". Al-Yawad (P) llorando le dijo: "¡Oh, tío! ¿Acaso no has oído a mi padre decir que el Mensajero de Dios (PBd) le dijo a mi ancestro ('Ali) que uno de sus descendientes sería el hijo de la mejor y más hermosa esclava nubia, quien sería perseguido, exiliado y privado de su padre, y que su nieto sería el Imam oculto (el décimo segundo Imam -P-), del cual se dirá que ha muerto, o que ha sido asesinado, o cualquier otra excusa" El le contestó: "Es cierto".

Su imamato

El liderazgo (imamat) al igual que la profecía (nabawat) es un favor divino que Dios Todopoderoso otorga a sus siervos elegidos y dignos. En este favor no influye la edad. Tal vez aquellos que consideraban muy remota la profecía y el imamato de un infante, se habían equivocado y estimando a este asunto divino y celestial al mismo grado que un asunto común, mientras que es todo lo contrario, y el liderazgo y profecía dependen del Deseo de Dios, y Dios a Su siervo que considera digno de esta jerarquía lo agracia con Su Sabiduría interminable, sin existir ningún inconveniente en que algunas veces, por algún motivo, Dios otorgue a un infante toda esta ciencia y Lo elija como profeta o Le entregue el imamato en la niñez.

Mu‘alla Ibn Muhammad dice: "Después del martirio del Imam Ar-Rida (P) vi al Imam Al-Yawad (P) y miré detalladamente su estatura y cuerpo para poder describirlo a los shi'ítas, en ese momento el Imam se sentó y dijo: '¡Oh, Mu‘alla! Dios también en el imamato al igual que en la profecía trajo una prueba, y dijo: «A Yahia le entregamos la profecía cuando era un infante»'".

Muhammad Ibn Hasan Ibn ‘Ammar cuenta: "Durante dos años visité a ‘Ali Ibn Ya‘far en Medina, y él me trasmitía las narraciones que había escuchado de su hermano, el séptimo de los Imames, el Imam Musa Ibn Ya‘far (P), y yo las apuntaba. En una ocasión nos encontrábamos en la Mezquita del Profeta, yo estaba sentado junto a él cuando Imam Al-Yawad (P) entró. ‘Ali Ibn Ya‘far descalzo se levantó apresurado, besó la mano del Imam y lo saludó. El Imam le dijo: '¡Oh, tío! Toma asiento. Dios perdone tus pecados'. ''¡Mi señor! ¿Cómo sentarme mientras vos estáis de pie?'.

Cuando ‘Ali Ibn Ya‘far regresó a su lugar, sus seguidores y compañeros le reprocharon: '¡Tú eres el tío de su padre y lo respetas en esa forma!'. ‘Ali Ibn Ya‘far mientras acariciaba su barba respondió: '¡Callen! Mientras que Dios, Glorificado sea, no consideró merecedora del imamato a esta barba blanca, y a este joven lo consideró digno y Lo nombró Imam ¿queréis que niegue sus virtudes! ¡Me refugio en Dios de vuestras palabras! Yo soy Su siervo'".

‘Umar Ibn Faray expone: "Nos encontrábamos con el Imam Al-Yawad (P) en unos prados a la orilla del río Éufrates, le dije: 'Vuestros shi'ítas aseguran que vos sabéis el peso de las aguas del Éufrates'. Me dijo: '¿Acaso Dios tiene el poder de dar a un mosquito la sabiduría del peso de las aguas del Éufrates?'. '¡Si! Lo tiene'. Le dije. 'Yo soy más querido por Dios que un mosquito y que la mayoría de Sus criaturas'".

Se narra que cuando su padre, el Imam Ar-Rida (P) murió, Al-Yawad (P) se apareció en Tus (Mashhad) y realizó los preparativos del entierro.

Al Mitrafi cuenta que el Imam Ar-Rida (P) murió debiéndole 4000 dirhames y que nadie sabía esto, ni él se lo dijo a nadie. Cuenta que al día siguiente de la muerte del Imam Ar-Rida (P) se presentó Al-Yawad (P) y le entregó una suma en dinares equivalente a los 4000 dirhames que su padre le debía.

Estas son algunas muestras de su condición de Imam. No obstante la prueba más contundente tuvo lugar por la intervención del mismo Al Ma’mun, cuando éste luego de la muerte de Ar-Rida (P) comprometió en casamiento al joven Abu Ya’far Al-Yawad con su hija Umm Al Fadhl, elevando su rango y posición a pesar de su corta edad. Se dice que estaba deslumbrado por la capacidad y madurez intelectual que el Imam exhibía.

Otras versiones consideran que se trataba de una maniobra política, como la utilizada con el Imam Ar-Rida (P), o un método para mantenerlo bajo constante vigilancia.

La noticia perturbó a la familia abbásida, pues temían que el asunto del califato pasase a manos del Imam. Se reunieron con Al-Ma'mun y le plantearon lo siguiente: "Te conminamos ante Dios a que abandones el plan de casar al hijo de Ar-Rida con tu hija. Tememos que nos quites el poder que Dios nos Ha entregado en posesión y con el cual Él nos Ha investido. Tú conoces bien lo que hay entre nosotros y esa gente, tanto en el pasado como en el presente, y conoces cuál era la política de los califas bien guiados que te antecedieron, quienes los aislaron y despreciaron. Nosotros tuvimos mucho miedo por tu comportamiento con Ar-Rida, hasta que Dios nos salvó en esta cuestión.¡Oh, Dios! No nos devuelvas la pena de la cual hemos escapado. ¡Oh, Comandante de los creyentes! Apártate de la intención que tienes con el hijo de Ar-Rida (P) y dirígete hacia alguien de tu propia familia que tú creas apropiado".

Al-Ma'mun replicó: "Vosotros mismos sois la causa de cualquier roce que pueda existir entre vosotros y la familia de Abu Talib. Si vosotros lo trataseis justamente, ellos estarían mucho más cerca de vosotros. No me arrepiento del arreglo de sucesión que había hecho con Ar-Rida (P). Incluso le pedí que se hiciese cargo del puesto de califa y estaba dispuesto a entregárselo, pero él se negó. La decisión de Dios fue un decreto preestablecido (en lo referente a su muerte -P-) . En lo que respecta a Abu Ya’far (Al-Yawad -P-), lo he elegido por su superioridad ante todos los hombres de mérito y conocimiento, por su dignidad y virtud a pesar de su corta edad, y por la milagrosa naturaleza que su estado implica. Espero que él muestre a la gente aquello que yo sé que posee y que ellos luego comprendan y acepten el motivo de mi decisión con respecto a él".

Ellos le dijeron al califa: "A pesar de lo mucho que te haya sorprendido, este joven necesita dirección y enseñanza. Aún es un niño sin conocimiento ni entendimiento. Por consiguiente, debes actuar reflexivamente en lo que respecta a él, dejando que primero sea educado y tome entendimiento en la religión. Luego de esto, haz lo que consideres apropiado".

Al-Ma'mun les respondió: "¡Avergonzaos! Conozco a este joven más que vosotros. El es de la Gente de la Casa, cuyo conocimiento proviene de Dios, de aquellos que Dios ama, y los cuales son inspirados por Él. Desde siempre sus ancestros fueron grandes conocedores de la religión y literatura, muy por encima del nivel común de la gente, quienes carecen de su rango de perfección. Si lo deseáis podéis examinar a Abu Ya’far Al-Yawad (P) para poder evidenciar su condición tal como la he descrito".

Ellos le dijeron: "Consentimos examinarlo, ¡oh Comandante de los creyentes! Tanto por ti como por nosotros mismos. Permítenos asignar a alguien que lo interrogue en tu presencia acerca de alguna cuestión de jurisprudencia. Si él consigue responder correctamente, no nos opondremos a este asunto, y quedará demostrado tanto para la élite como para el común de la gente el profundo juicio del Comandante de los creyentes. Pero si él falla en esto, nos darás la posibilidad de proteger este asunto tan delicado rivalizando en nuestras ideas".

Al-Ma'mun aceptó. Ellos fueron a ver a Yahia Ibn Akzan, quien por entonces era el más sobresaliente juez religioso de la época, y le plantearon si era capaz de hacerle una pregunta a Abu Ya’far (P) a la cual no pudiera responder, prometiéndole una elevada recompensa si lograba su objetivo. Luego concertaron con Al-Ma'mun el día de la reunión. Al-Ma'mun organizó una reunión muy grande a la cual asistieron todos los funcionarios de su gobierno, los jueces, los sabios y gente del pueblo. Hizo preparar un lugar especial para Al-Yawad (P) con almohadones de cuero, y ubicó a Yahia Ibn Akzam frente a él.

Yahia solicitó permiso al califa para interrogar a Abu Ya’far (P), y Al-Ma'mun le dijo que le pidiese permiso al mismo Imam. Yahia lo hizo y el Imam se lo concedió. Entonces Yahia preguntó: "¿Qué dirías sobre un muhrim (persona consagrada para la peregrinación) que mata a un animal cazando?".

El Imam inquirió: "¿Lo mató dentro del Santuario o fuera de él? ¿Lo hizo sabiendo o ignorando que esto es prohibido, deliberadamente o por error? ¿El muhrim era libre o esclavo, joven o viejo, inexperto en la caza o práctico y hábil en ella? ¿El animal cazado era alado, de otra forma, pequeño o grande? ¿El hombre estaba obstinado en su acción o se arrepintió? ¿La muerte se produjo durante la noche o durante el día? ¿El muhrim estaba consagrado par la ''Umrahh (peregrinación menor) o para el Hayy (peregrinación mayor)?".

Yahia Ibn Akzam quedó estupefacto. Su rostro reflejó la perplejidad y la falta de capacidad para discernir en esto. Comenzó a tartamudear y toda la gente se dio cuenta de la situación. Al-Ma'mun dijo: "La alabanza pertenece a Dios por esta bendición y el éxito de mi acertado juicio". Y luego se dispuso a celebrar el casamiento del Imam Al-Yawad (P) con su hija Umm Al Fadhl. El Imam dijo: "La alabanza pertenece a Dios, confesando su bendición. No hay divino sino Dios, Único en su Unicidad. Las bendiciones sean sobre Muhammad (PBd), el señor de Sus criaturas, y sobre los purificados de su descendencia. El favor de Dios hacia Sus criaturas se evidencia porque El los Ha enriquecido con lo permitido y los Ha apartado de lo prohibido". Y luego recitó la siguiente aleya: «Casad a aquellos de vosotros que no estén casados, así como a vuestros esclavos y esclavas honestos. Si son pobres, Dios les enriquecerá con Su Favor. Dios es Inmenso, Sabio» (24:32). Luego agregó: "Por lo tanto, Muhammad Ibn 'Ali Ibn Musa se compromete en matrimonio con Umm Al Fadhl, hija del siervo de Dios Al-Ma'mun. Se ofrece como dote, la dote de su abuela Fátimah, hija de Muhammad (PBd), que fue de 500 buenos dirhames. ¡Oh, califa! ¿Me casarás con ella por esa dote mencionada?" Al-Ma'mun aceptó y llevaron a cabo el contrato de matrimonio. Luego el califa hizo traer perfume para toda la gente y organizó un banquete para festejar la boda.

Cuando terminó el festejo y gran parte de la gente se retiró, el Al-Ma’mún le pidió a Abu Ya’far (P) que explicase la ley con respecto al muhrim según todas las condiciones que él había expuesto. El Imam dijo: "Si hubiera matado al animal fuera del Santuario y éste fuese alado y grande, se debe requerir en pago expiatorio el sacrificio de una oveja. Si hubiera sido dentro del santuario, la pena es doble. Si hubiese matado un pájaro joven fuera del santuario, se debe pagar un cordero recién destetado. Si hubiera pasado dentro del santuario, se debe dar en pago un cordero y además el valor del pájaro. En cuanto a los animales salvajes, si fuera un asno salvaje se debe sacrificar una vaca; si fuera un avestruz, debe sacrificarse un camello; si fuese un ciervo, debe sacrificarse una oveja. En todos estos casos, si ocurriese dentro del santuario, el pago debe ser el doble. Si el estado de consagración del muhrim es la 'Umrahh, el sacrificio debe realizarlo en Mina, mientras que si es para el Hayy, el sacrificio debe realizarlo en Meca. Las penas por cazar para aquel que sabe que esto es ilícito son las mismas que para quien lo ignora. Si lo hace deliberadamente, es un pecado, mientras que si lo hace por error queda absuelto de su falta. El hombre libre es responsable del pago de la expiación, mientras que para el esclavo el responsable es su amo. No es necesario el pago si la falta fue cometida por un niño, mientras que sí lo es si fuera realizada por un adulto. Aquel que se arrepiente de su acción, escapa del castigo del más allá, mientras quien es obstinado en la misma, debe ser castigado en el otro mundo por su falta".

Al-Ma'mun felicitó al Imam y le pidió que él le haga una pregunta a Yahia para ver si éste podía contestarla. El Imam le pidió permiso a Yahia para interrogarlo, y él accedió. Entonces Al-Yawad (P) le dijo: "Háblame de un hombre que miró a una mujer en el comienzo del día y su mirada le estaba vedada; por la tarde volvió a serle lícita; al ocaso nuevamente le estaba vedada; al entrar la noche otra vez ella le era lícita, pero a media noche ella nuevamente le era prohibida; al alba ella le era lícita otra vez. Dime cuál era el estado de esta mujer y cuál era el motivo por el cual ella era lícita y prohibida en los distintos momentos del día".

Yahia confesó ignorar la respuesta y no encontrar medios para acercarse a la misma. Luego le pidió al Imam que lo beneficie con su explicación, y él le dijo: "Esta mujer era una esclava de un hombre del pueblo. Un extraño la miró al comienzo del día, siendo su mirada ilícita. A media mañana él la compró de su dueño, y ella se tornó lícita para él. Al mediodía le concedió la libertad, por lo cual volvió a serle ilícita. Por la tarde se casó con ella, por lo que nuevamente le fue lícita. En el ocaso la repudió según la fórmula desaprobada (eres para mí como la carne de mi madre) y ella le fue prohibida. Al entrar la noche él llevó a cabo la compensación correspondiente a su falta y ella volvió a serle lícita. A medianoche se divorció de ella y al alba él renunció de su declaración y ella volvió a serle lícita".

Al-Ma'mun, así como todos los que se encontraban presentes, se quedó sorprendido de las respuestas del Imam Al-Yawad (P), , especialmente Yahia Ibn Akzam, quien se encontró ante el peor estado de inseguridad, inquietud y perplejidad que jamás había padecido, sin saber qué hacer. Entonces le hizo al Imam Al-Yawad (P) otras preguntas con las que intentó triunfar sobre él: "¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! ¿Qué dices de la siguiente narración? Se ha narrado que Gabriel descendió sobre el Mensajero de Dios (PBd) y le dijo: "¡Oh, Muhammad! Ciertamente Dios, Poderoso y Majestuoso, te saluda y te dice: ‘Pregúntale a Abu Bakr: ¿Está satisfecho Conmigo? Pues Yo estoy Satisfecho con él".

El Imam (P) respondió: "Es obligatorio para el narrador de tal relato tomar lo que se ha transmitido que ha dicho el Mensajero de Dios (PBd) en la Peregrinación de la despedida: "Ciertamente se han dicho muchas mentiras sobre mí y muchas más se dirán luego de mí. Luego, quien dice una mentira sobre mí, su morada será el Infierno. Y cuando os llegue un dicho de parte mía, confrontadlo con el Libro de Dios. Si está de acuerdo con el Libro de Dios, aceptadlo; si se opone al Libro de Dios, rechazadlo". Esta narración (que tú planteas) no concuerda con el Libro de Dios, pues Dios Altísimo dice: «Por cierto que Hemos creado al hombre y sabemos lo que su mente le sugiere. Estamos más cerca suyo que su propia vena yugular» (50: 16) ¿Acaso Dios no conocía la complacencia o cólera de Abu Bakr que tenía que preguntar por este secreto? ¡Esto es un asunto imposible ante los intelectos!"

Yahia volvió a preguntar: "Se ha narrado que el ejemplo de Abu Bakr y 'Umar en la tierra es como el de Gabriel y Miguel en el cielo".

Dijo el Imam (P): "Esto también es algo que debe ser observado atentamente. Porque Gabriel y Miguel son dos ángeles cercanos que jamás se han apartado de Su obediencia y nunca han desobedecido a Dios ni siquiera por un instante. Pero 'Umar y Abu Bakr eran idólatras antes de islamizarse y asociaban a Dios, pasando la mayor parte de sus vidas como idólatras en vez de como musulmanes. Entonces, es imposible compararlos con Gabriel y Miguel".

Yahia Ibn Akzam no se conformó con las preguntas hechas e insistió: "Se ha narrado que 'Umar Ibn Al Jattab es la lámpara de la gente del Paraíso".

Respondió el Imam Al-Yawad (P): "Esto también es imposible, porque en el Paraíso existen los ángeles cercanos a Dios así como Adán, Muhammad y todos los Profetas y Mensajeros (P). ¿Acaso el Paraíso no se ilumina lo suficiente con ellos? ¡¿Qué se ilumina con la luz de 'Umar?!".

Yahia insistió una vez más: "Se ha narrado que el Profeta (PBd) dijo: 'Si yo no hubiese sido el Enviado, lo hubiese sido 'Umar'".

Respondió el Imam (P): "El Libro de Dios es más veraz que este dicho cuando Dios, Exaltado sea, dice: «Y cuando Hemos tomado de los Profetas un Pacto, de ti y de Noé» (33:7) Dios Ha tomado un Pacto de los Profetas. ¿Cómo iba, pues, a cambiar Su Pacto? Y ninguno de los Profetas asoció a Dios ni siquiera por un instante. ¿Cómo iba Dios ha enviar como Mensajero a alguien que había sido idólatra la mayor parte de su vida? Para nosotros, es suficiente el dicho del Mensajero de Dios (PBd) que expresa: 'Adán y yo hemos sido anunciados entre (la creación) del espíritu y el cuerpo'".

Yahia le dijo: "Se ha narrado del Profeta (PBd) que dijo: 'Cuando no se revelaba a mí la Revelación, yo pensé que se le había revelado a la familia de Al Jattab'".

El Imam Al-Yawad (P)contestó: "Esto también es imposible porque no es admisible considerar que el Profeta (PBd) haya dudado de su Profecía. Dios Altísimo dice: «Dios escoge Mensajeros de los ángeles y de la gente» (22:75). Entonces, ¿cómo es posible que la Profecía se traslade de quien Dios había escogido hacia alguien que era asociador?".

Yahia volvió a dirigirse al Imam (P): "Se ha narrado que el Profeta (PBd) ha dicho: 'Si el Castigo llegara, nadie se salvaría de él excepto 'Umar'".

Contestó el Imam (P): "Esto también es imposible porque Dios Altísimo dice: «Dios nunca los castigaría mientras tú estás entre ellos... Y no los castigaría mientras imploran el perdón» (8:33). Entonces, Dios, Glorificado sea, Ha informado que no castigaría a nadie mientras entre ellos estuviese el Mensajero de Dios (PBd) o mientras le imploren el perdón".

De esta manera, todos los intentos de Yahia Ibn Akzam resultaron frustrados hasta que finalmente dejó de insistir y la desesperación oprimió su corazón.

Entonces Al-Ma'mun se dirigió hacia los miembros de su familia que se hallaban presentes y les dijo: "¿Hay alguno de vosotros que sea capaz de responder preguntas o explayarse en explicaciones tal como él lo ha hecho?". Ellos reconocieron que no, y el califa agregó: "¡Avergonzaos! Esta Casa ha sido destacada con los méritos sobresalientes que vosotros hoy habéis presenciado. La corta edad no les impide obtener la perfección del intelecto. ¿Acaso no se dan cuenta que el Mensajero de Dios (PBd) inició su misión convocando a Amir Al Mu’minin 'Ali Ibn Abi Talib (P) a seguirle, siendo él, sólo un muchacho de diez años? Y éste aceptó el Islam y condujo sus acciones según sus leyes, siendo el único de corta edad que fue convocado al Islam. Luego, Al Hasan y Al Husain (P) realizaron el juramento de obediencia (bai’at) siendo niños menores de seis años, y el Mensajero no pidió juramento a ningún otro niño. ¿No se dan cuenta de la forma especial con la que Dios Ha señalado a esta gente? Ellos son la descendencia del Profeta que se suceden uno a otro, y el último de ellos llevará a cabo lo que el primero ha hecho".

Todos los presentes reconocieron que esto era verdad. Al-Ma'mun daba así la muestra más cabal de la veracidad del Imamato de Al-Yawad (P). A pesar de su corta edad, su conocimiento era insuperable, lo cual constituía en sí mismo el mayor de los milagros evidentes. Y este no era el primer caso en la historia. El Sagrado Corán menciona que tanto Juan el Bautista como Jesús (P) hablaban desde la cuna, siendo criaturas recién nacidas. Incluso el Evangelio de Lucas menciona que Juan el Bautista (P) reconocía la voz de María (P) estando en el vientre de su madre Isabel, y que Jesús (P) a la edad de doce años debatía con los eruditos en el templo, dejando asombrados a todos ellos por su inteligencia y sabiduría.

Además, según expresa Al-Ma'mun, los mismos ancestros del Imam Al-Yawad (P) eran distinguidos por Dios a través de Su Profeta con signos particulares, exclusivos de ellos, a pesar de sus cortas edades. Por otro lado, Al-Yawad no sería el único en asumir el Imamato muy joven. Su hijo, el Imam Al Hadi (P), lo asumió a los ocho años, y su bisnieto, el Imam Mahdi (P), a los cinco años de edad, y en ambos casos dieron muestras contundentes de su veracidad y su capacidad para dicha función.

Luego de esto, Abu Ya’far decidió partir hacia Medina. Antes de marcharse, fue a la mezquita a rezar, pidió agua e hizo la ablución, dejando caer el agua sobrante sobre las raíces de un azufaifo que había en el jardín de la mezquita, el cual nunca había dado frutos. El Imam rezó la oración del ocaso y la unió con la de la noche. En ambas plegarias realizó una súplica (qunut) en el segundo ciclo, antes de la inclinación. Luego de la oración de la noche, se sentó sobre sus talones y realizó algunas súplicas meritorias. Cuando concluyó, la gente se acercó al azufaifo y vio que había dado frutos. Los comieron encontrando que eran dulces y sin carozo.

El Imam Al-Yawad (P) permaneció en Medina durante todo el califato de Al-Ma'mun. Allí enseñó las distintas ciencias religiosas, dio muestras de su autenticidad, preparó muchos sabios y eruditos, difundió las tradiciones del resto de los Imames.

Su martirio

Al-Ma’mun Ibn Harun murió en el año 218 de la Hégira (833 d.C.) y fue sucedido por su hermano Al-Mu‘tasim Ibn Harun (218-227 H.). Éste hizo que el Imam fuese trasladado de Medina a Bagdad para poder vigilarlo de cerca, y tal y como veremos más adelante, en la reunión realizada para determinar la altura en la que debe ser cortada la mano del ladrón, invitaron también al Imam, y el juez de Bagdad Ibn Abi Dawud y otros, fueron avergonzados. Varios días después de ese suceso Ibn Abi Dawud como consecuencia de la envidia y odio que sentía hacia el Imam fue a visitar a Al-Mu‘tasim y le dijo: "Por su bien le quiero advertir que lo sucedido unos días atrás no fue conveniente para su gobierno, ya que ante todos los sabios y altos representantes del país preferisteis el fatwa (dictamen) de Abu Ya‘far el Imam Al-Yawad (P) -o sea el fatwa de alguien que la mitad de los musulmanes lo consideran califa y a vosotros los usurpadores de su derecho-, al fatwa de los demás, y esta noticia se ha expandido entre la gente y se ha convertido en una razón lógica y evidente entre los shi'ítas".

Las palabras de Ibn Abi Dawud incitaron a Al-Mu‘tasim, que estaba listo para enemistarse con el Imam, y comenzó a planear como deshacerse de este Inmaculado, y finalmente llevó a cabo sus planes. El 30 del mes de Dhul Qa’dah del año 220 de la Hégira (25 de noviembre de 835 d.C.), enveneno al Imam, causándole la muerte.

El purificado cuerpo del Imam Abu Ya‘far Al-Yawad (P) fue enterrado junto a la tumba de su querido abuelo el Imam Musa Ibn Ya‘far (P) en el cementerio de "Quraish" en Bagdad, lugar que luego se conocería como "Kadhimia" y donde se erigiría un mausoleo en meoria de estos dos Imames (P), siendo desde la antigüedad un lugar de visita y peregrinación para los musulmanes.

Algunas noticias de lo oculto y de sus milagros

La carta sin entregar

Después del martirio del Imam Ar-Rida (P), ochenta personas de los sabios y jurisconsultos de Bagdad y otras ciudades viajaron a Meca para realizar la ceremonia del Hayy (peregrinación). En su camino llegaron a la Ciudad de Medina para entrevistarse con el Imam Al-Yawad (P), hospedándose en la casa del Imam As-Sadiq (P) que se encontraba vacía.

El Imam At-Taqi (P) que aun era un niño se unió a éstos y un hombre llamado Muwaffaq lo presentó a los demás. Todos respetuosamente se levantaron y lo saludaron. Realizaron preguntas que el Imam respondió una tras otra perfectamente y todos (al ver en él los signos del imamato obtuvieron más confianza en su misión) se alegraron, lo alabaron y pidieron a Dios por él.

Uno de ellos llamado Ashaq cuenta: "Yo también escribí en una carta diez preguntas para realizarlas al Imam, y me dije: 'Si este benevolente responde a éstas le pediré que suplique por mí para que Dios me de un varón de mi mujer que esta embarazada'. La reunión se alargó y continuamente le preguntaban y él respondía. Me levanté para irme y pensé entregarle mi carta al siguiente día, no obstante cuando me vio dijo: '¡Oh, Ashaq! Dios aceptó mí súplica. Llama Ahmad a tu hijo'. Dije: '¡Gracias a Dios! ¡Sin duda él es la prueba de Dios sobre la Tierra!'".

Ashaq regresó a su lugar de origen y Dios le otorgó un hijo varón al cuál llamó Ahmad.

Demasiado tarde

‘Imran Ibn Muhammad Ash‘ari comenta: "Después de terminar lo que tenía que tratar con él le dije: 'Umm Al-Hasan le envía saludos y solicita que le de uno de vuestras camisas para utilizarla como mortaja'. El Imam dijo: 'Ya no la necesita'. Regresé sin comprender las palabras del Imam, hasta que recibí la noticia de que Ummi Al-Hasan había fallecido trece o catorce días antes de que yo fuese a visitarlo".

La caridad del Imam

Ahmad Ibn Hadid relata: "Un grupo nos dirigíamos para realizar la ceremonia de la peregrinación. En el camino unos bandidos nos atacaron (llevándose todas nuestras pertenencias). Cuando llegamos a Median me encontré en la calle con el Imam Al-Yawad (P) y fuimos a su casa, donde le platiqué lo sucedido. Ordenó que me trajesen unas ropas y una bolsa de monedas, luego dijo: 'Entrega a cada uno de los integrantes de la caravana la cantidad que les fue robada'. Después de realizarlo me percaté de que era exactamente, ni más ni menos, la cantidad que nos habían robado".

La camisa del Imam

Muhammad Ibn Sahl Qomi dijo: "Me trasladé de Meca a Medina y fui a visitar al Imam Al-Yawad (P). Quería pedirle una de sus camisas, sin embargo hasta el momento de la despedida no se presentó la ocasión. Pensé hacerlo por medio de una carta, y la escribí. Entonces me dirigí a la Mezquita del Enviado de Dios y me propuse realizar una oración de dos ciclos y solicitar un rosario (de cien cuentas) de salud y bienestar a Dios y en caso de que intuyese que era conveniente mandar la carta lo haría, y en caso contrario la destruiría. Así lo hice y sentí que no debía enviarla. La rompí y me preparé para salir hacia Meca. En ese momento me encontré con una persona que llevaba un gran pañuelo en el cuál había colocado una camisa y me buscaba entre los de la caravana. Se me acercó y dijo: 'Tú Señor te ha enviado esta camisa'".

La fertilización del árbol

Al-Ma’mun hizo traer al Imam Al-Yawad (P) a Bagdad y le entregó a su hija como esposa. No obstante el Imam no permaneció en esa ciudad y volvió a Medina acompañado de ésta.

Al querer regresar, un grupo lo acompañó hasta las afueras de la ciudad para despedirlo. Atardeció y cuando el Sol se ponía la caravana arribó a un lugar en el cuál había una mezquita antigua. El Imam se dirigió a ésta para realizar la oración del ocaso. En el patio de la mezquita había un árbol de loto que hasta ese día no había dado fruto. Este Inmaculado solicitó que le trajesen agua y realizó la ablución, cayendo el agua de ésta sobre las raíces y cerca del tronco del árbol. Después realizó la oración del ocaso en forma colectiva, y luego una oración facultativa de cuatro ciclos e hizo una prosternación de agradecimiento a Dios. Más tarde se despidió de la gente y continuó su camino.

Al siguiente día el árbol comenzó a dar fruto y de muy buena calidad. La gente quedó sorprendida al verlo.

Relatan del difunto Shaij Al-Mufid que años después él mismo vio y comió el fruto de ese árbol.

La notificación del martirio del Imam Ar-Rida (P)

Umaiat Ibn ‘Ali relata: "Yo vivía en Medina cuando el Imam Ar-Rida (P) se encontraba en Jurasán y constantemente visitaba la casa del Imam Al-Yawad (P). Por lo general la familia del Imam también lo visitaba para saludarlo. En una ocasión dijo a una de sus asistentes: 'Di a las mujeres de la familia que se preparen para lamentarse'. Al siguiente día el Imam volvió a repetir lo mismo. Preguntaron: '¿Por la muerte de quién?'. Respondió: 'Para lamentarse por la muerte del mejor hombre sobre la Tierra'".

Poco tiempo después llegó la noticia del martirio del Imam Ar-Rida (P), fue entonces cuando entendieron las palabras de ese día en que el Imam Al-Yawad (P) había dicho: "Que se preparen para lamentarse", ya que su padre había sido martirizado en Jurasán.

La confesión del juez

El juez Yahia Ibn Akzam que fue uno de los enemigos de la familia de la profecía y el imamato, confesó que: "Un día encontré al Imam Al-Yawad (P) cerca de la tumba del Mensajero del Islam (PBd). Debatí con él sobre diferentes temas, y todas sus respuestas fueron muy lógicas. Le dije: '¡Juro por Dios que deseo preguntarle algo, pero siento vergüenza!', y me dijo 'Te responderé sin que realices tu pregunta; tú quieres saber ¿quién es el Imam?'. 'Así es, ¡juro por Dios que esa es mi pregunta!' Exclamé. Entonces me dijo: '¡Yo soy el Imam!'. '¿Tienes alguna señal o prueba para esta pretensión?', le pregunté intrigado. En ese momento el báculo que tenía en sus manos comenzó a hablar y dijo: 'El es mi maula (señor), el Imam de esta época y la prueba de Dios sobre la Tierra'".

La salvación del vecino

‘Ali Ibn Yarir relata: "Me encontraba con el Imam Al-Yawad (P), cuando se había extraviado un cordero de la casa del Imam. A la fuerza trajeron a uno de los vecinos acusándolo de haber robado al animal. El Imam dijo: '¡Pobre de vosotros! ¡Pónganlo en libertad! ¡Él no robó el cordero! En este momento el animal se encuentra en tal casa. ¡Vayan por él!'. Fueron al lugar que había indicado el Imam. Encontraron al cordero y detuvieron al dueño de la casa acusándolo de haber robado al animal, le pegaron y desgarraron sus ropas. Sin embargo, él juraba no haberlo robado. Lo llevaron ante el Imam. El Imam dijo: '¡Pobre de vosotros! Habéis sido injustos con este hombre. El animal había entrado en su casa sin que él supiese'. Entonces afablemente le entregó unas monedas para tranquilizarlo y en pago de sus ropas desgarradas".

Liberación de la cárcel

'Ali Ibn Jalid cuenta: "Estando en Samarra me enteré que habían traído a un hombre encadenado desde Sham y lo habían encarcelado ahí. La gente murmuraba que él pretendía ser un profeta. Me dirigí a la cárcel y me porté amable con los celadores para que me permitiesen verlo. Cuando me entrevisté con él encontré que era una persona consciente e inteligente. Le pregunté: '¿Qué sucedió?'.

Respondió: 'Me encontraba orando en Sham, en un lugar que dicen haber colocado la cabeza del Imam Husain (P) el Príncipe de los Mártires. Una noche mientras estaba ocupado rezando, repentinamente vi a un hombre frente a mí que me decía: ¡Levántate!. Lo hice y lo acompañé unos pasos. Vi que nos encontrábamos en la Mezquita de Kufa. En ese momento me preguntó: ¿Conoces esta mezquita?. Le dije: '¡Sí! Es la Mezquita de Kufa'. Realizamos la oración y salimos de ahí.

Nuevamente unos pasos más adelante vi que nos encontrábamos en la Mezquita del Profeta en Medina. Visitamos su tumba, realizamos la oración en la mezquita y salimos.

Poco más adelante vi que nos encontrábamos en Meca, en la Casa de Dios. Realizamos la circunvalación, salimos y dimos unos pasos más. Entonces vi que me encontraba en Sham y en mi lugar, y que ese hombre había desaparecido de mi vista.

Estaba sorprendido y atónito de lo que había visto, hasta que transcurrió un año y nuevamente vino ese hombre y se repitió en forma idéntica lo que me había sucedido el año anterior, sin embargo esta vez, cuando quería separarse de mí le dije: '¡Por Dios! ¿Cómo te llamas?'.

Me respondió: 'Yo soy Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Musa Ibn Ya‘far Ibn Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Husain Ibn ‘Ali Ibn Abi Talib (o sea el Imam Al-Yawad -P-)'.

Relaté a varias personas este suceso, el cuál llegó a los oídos del ministro de Mu‘tasim ‘Abbasi, Muhammad Ibn ‘Abdul Malik Zaiiat. Él ordenó que me trajeran encadenado aquí y me encarcelaran. Entonces falsamente anunciaron que yo pretendía ser un profeta".

‘Ali Ibn Jalid continuó relatando: "Le dije: ' ¿Deseas que escriba con detalle a Zaiiat lo sucedido, para enterarlo bien de lo acaecido en caso de que no lo esté?. Respondió: '¡Hazlo!'. Así lo hice. En el reverso de mi carta respondió: 'Dile que pida a ese que lo trasladó en una noche de Sham a Kufa, de ahí a Medina y luego a Meca y después lo regresó a su lugar, que lo ponga en libertad'.

Entristecí al escuchar esta respuesta y al día siguiente me dirigí a la cárcel para enterarlo de ésta, e invitarlo a que fuese paciente, no obstante me encontré con que los celadores, los guardianes y muchos otros estaban enojados y preocupados. Pregunté: '¿Qué sucedió?'. Dijeron: '¡Anoche se escapó de la cárcel el hombre que pretendía ser un profeta, y no sabemos cómo lo hizo, si se lo tragó la tierra o voló hacia el cielo!'. Por más que lo buscaron no encontraron ninguna señal de él".

Abu Salt Hirawi

Él fue uno de los seguidores cercanos del Imam y después del martirio del Imam Ar-Rida (P) por orden de Al-Ma’mun fue encarcelado, relata: "Estuve un año en la cárcel y me sentía triste. Me quedé una noche en vela y me puse a adorar y suplicar a Dios, y pedía al Profeta y a sus Inmaculados descendientes que intervinieran por mí, juramenté por Dios ante ellos para que pidieran por mi salvación. Aun no habían terminado mis súplicas cuando vi que en mi celda se encontraba el Imam Al-Yawad (P). Dijo: '¡Oh, Abu Salt! Tu corazón ha entristecido'. ' ¡Juro por Dios que así es!' Le respondí.

Me ordenó: '¡Levántate!' Tocó las cadenas que tenían atados a mis pies y manos, y en ese instante se abrieron. Entonces tomó mi mano y me sacó de la cárcel. Los celadores me vieron, pero enmudecieron al observar el milagro del Imam del cuál habían sido testigos. Cuando estuvimos fuera me dijo: '¡Vete, que te cuide Dios! Y después de esto nunca volverás a ver a Ma’mun ni él tampoco te volverá a ver'. Y sucedió lo que el Imam había predicho".

En una reunión de Al-Mu‘tasim Al-‘Abbasi

Zarqan que sostenía una amistad íntima con Ibn Abi Dawud relata: "En una ocasión Ibn Abi Dawud regresaba de una reunión con Al-Mu‘tasim, no obstante se encontraba triste. Le pregunté la causa de su estado, y me respondió: '¡Hoy desee haber muerto veinte años atrás!'.

Le pedí que relatara lo sucedido. Dijo: '¡Por lo que Abu Ya‘far (Imam Al-Yawad -P-) me hizo en la reunión de Al-Mu‘tasim!'.

Le pregunté por lo sucedido. Me contestó: 'Un hombre confesó haber robado y solicitó al califa Al-Mu‘tasim que para quedar purificado lo castigara según lo que dicta la religión. El califa reunió a todos los jurisconsultos y también invitó al Imam Al-Yawad (P), entonces nos preguntó: '¿La mano del ladrón desde que altura debe ser amputada?'.

Yo respondí: 'Desde la muñeca'.

Dijo: '¿En que razón te basas?'.

Dije: 'Ya que en la aleya 5 del Sura Al-Ma’idah, respecto a (purificarse con la tierra pura en lugar del agua) las manos dice: «Frotad vuestros rostros y vuestras manos con ella».

Un grupo de los jurisconsultos que se encontraban de acuerdo conmigo, decían: 'La mano del ladrón deberá ser cortada a la altura de la muñeca'.

Sin embargo otro grupo sostenía: 'Es necesario que sea amputada desde el codo'.

Y cuanto Al-Mu’tasim preguntó la causa dijeron: 'Se refiere a la mano en la aleya de la ablución: «Lavad vuestros rostros y vuestras manos hasta los codos».

Entonces Al-Mu’tasim se volvió hacia Muhammad Ibn ‘Ali (Imam Al-Yawad -P-) y le preguntó: '¿Qué opina acerca de este asunto?'

El Imam respondió: 'Ellos dieron su opinión, ¡excusame a mí!'.

Al-Mu‘tasim insistió: '¡Juro por Dios! Tienes que dar tu opinión'.

El Imam le dijo: 'Ya que juraste por Dios, te daré mi opinión. Los dos grupos están equivocados, ya que únicamente los dedos del ladrón deberán ser amputados (excluyendo el pulyar ya que éste no deberá ser cortado, y el resto de la mano deberá quedar".

'¿Por qué razón?'. Preguntó Al-Mu‘tasim.

'Ya que el Mensajero del Islam dijo: La prosternación deberá realizarse sobre siete partes del cuerpo: La cara (frente), las palmas de las manos, las radillas y dos pies (sobre los pulgares). Por lo tanto en caso de que la mano del ladrón sea amputada a la altura de la muñeca o el codo, no podrá realizar la prosternación debidamente, y también Dios Todopoderoso dice: «Y las masayid (lugar de saydah o prosternación) son de Allah, así que no invoquéis a nadie con Allah». (72:18), y aquello que es para Dios no se mutila'".

Ibn Abi Dawud relata: "Al-Mu‘tasim aceptó la respuesta del Imam Al-Yawad (P) y ordenó que cortaran los dedos del ladrón (y fuimos desacreditados ante los demás) y en ese momento desee haber estado muerto (por la vergüenza y tristeza que sentía)".

Algunas tradiciones sobre el Imam Al-Yawad (P)

Muhammad Ibn 'Ali al Hashimi, un miembro de la familia abbásida, cuenta que un día fue a visitar al Imam Al-Yawad (P). Como la noche anterior le había dado un medicamento a causa de un problema que tenía, Al Hashimi no había podido beber nada desde entonces, y estaba muy sediento, pero no le pidió agua al Imam por temor a que estuviese envenenada. El Imam lo miró y le dijo: "Noto que estás muy sediento", y ordenó que trajeran agua. Cuando el sirviente la trajo, el Imam miró a Al Hashimi, sonrió y primero bebió él mismo del agua para demostrarle que no tenía nada. Luego se la ofreció sonriendo. Al Hashimi luego de esta reunión, reportó: "¡Por Dios! Creo que Abu Ya’far Al-Yawad tenía el conocimiento de lo que los hombres ocultan en sus almas, tal como dicen los rafiditas (los shiitas)".

Dawud Ibn Al Qasim Al Ya’fari, un descendiente de Ya’far Ibn Abi Talib, el hermano del Imam 'Ali (P), que fue seguidor de los Imames Al-Yawad, Al Hadi y Al Askari (P), cuenta que en cierta ocasión tenía guardados tres objetos de diferentes dueños y que había perdido los nombres que indicaban a quién pertenecía cada uno. Fue a verlo al Imam Al-Yawad (P) y él le indicó a quién pertenecía cada elemento con exactitud. Luego el Imam le entregó 300 dinares para que se los lleve a uno de sus tíos y le dijo: "El te pedirá que le indiques algún artesano que repare muebles. Entonces señálale a alguien". Cuando él le llevó los 300 dinares al hombre que el Imam le había indicado, éste le pidió que le mostrase algún artesano que repare muebles, tal como Al-Yawad (P) había dicho.

También informó que en cierta ocasión un camellero le pidió que consultase al Imam Al-Yawad (P) sobre la conveniencia de asociarse con determinada persona. El fue a ver al Imam y lo encontró comiendo con visitas, por lo que no quiso hablarle en público. El Imam Al-Yawad le dijo: "¡Oh, Abu Hashim, siéntate y come!" Luego llamó a su sirviente y le dijo: "Ve a ver al camellero que nos envió a Abu Hashim y dile que siga adelante con su asunto".

Algunas de sus sabias palabras

Un hombre se dirigió hacia el Imam y le dijo: "¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! Dame un consejo". El Imam inquirió: "¿Lo aceptarás?" El hombre dijo: "Sí" Entonces el Imam le aconsejó: "Apóyate en la paciencia, adopta la pobreza, abandona los apetitos y oponte a los deseos. Debes saber que tú no estás fuera de la Observación Divina. Por lo tanto, vigila tu estado".

"Quien escucha a un disertante, ciertamente lo adora. Si el disertante proviene de Dios, entonces adora a Dios, y si fuese de parte del demonio, adora al demonio".

"El creyente requiere de tres cualidades: el éxito proveniente de Dios; ser consejero de sí mismo, y aceptar el consejo de quien lo aconseja bien".

"Quien confía en Dios recibe alegría. Quien se encomienda a Dios, El le es suficiente en sus asuntos. La confianza en Dios es una fortaleza en la cual sólo se fortifica el creyente fiel. El encomendarse a Dios es la salvación de todo mal y el refugio contra todo enemigo. La religión es un honor, el conocimiento es un tesoro y el silencio es luz".

"Aquel que te oculta el buen camino por buscar tu complacencia, obra como enemigo en tu contra".

"Quien no conoce el comienzo de un asunto, es abrumado por las consecuencias".

"...Dios, Poderoso y Majestuoso, Ha establecido en cada una de las comunidades de los Mensajeros, algunos sabios que convocan hacia la dirección correcta a quien se halla desviado. Poned vuestras esperanzas en ellos en los tiempos de desgracia. Ellos responden al llamado de Dios e invitan a la gente hacia Dios. ¡Conócelos, la Misericordia de Dios sea sobre ti! Pues ellos son de una categoría elevada, a pesar de que su situación en este mundo sea insignificante. Ellos vivifican a los muertos a través del Libro de Dios y otorgan visión a los ciegos por medio de la luz de Dios. ¡Cuántos exterminados por el demonio han sido resucitados por ellos! ¡Cuántos perdidos descarriados han sido encaminados por ellos! Sacrifican su sangre a fin de impedir la aniquilación de los siervos. Sus huellas resultan beneficiosas para la gente, en tanto que las huellas de la gente les son perjudiciales...".