Apuntes biográficos
Su nacimiento e infancia
El Imam Muhammad Al-Yawad (P) es el noveno Imam, tras la muerte
de su padre 'Ali Ar-Rida (P), y asumió el
Imamato a la edad de los nueve años.
Los seguidores del Imam Ar-Rida (P) estaban preocupados porque
él carecía de hijos, y no sabían qué
sucedería con el Imamato en caso que muriese. Este asunto
preocupaba a los shi'ítas, ya que según las narraciones
recibidas del Profeta (PBd) así como las de los Imames
(P) anteriores, sostenían la creencia de que el noveno
Imam sería hijo del octavo, por ello se encontraban en
espera de que Dios Todopoderoso otorgara un hijo y sucesor al
Imam Ar-Rida (P). Inclusive a veces iban a visitarlo y le decían
que pidiera a Dios que le diese un hijo y heredero. Este gran
hombre los tranquilizaba diciendo: "Dios me dará
un hijo que será mi heredero y el Imam después de
mi".
Finalmente el día 10 del mes de Rayab del año
195 de la Hégira (811 d.C.) nació el Imam Muhammad
At-Taqi (P). Su nombre era Muhammad y lo llamaban Abu Ya‘far
y sus títulos más utilizados para él eran
At-Taqi (el piadoso) y Al-Yawad (el generoso)
Su nacimiento trajo felicidad y causó que la sociedad
Shi‘ah consolidara su fe y creencias, ya que al nacer terminó
con la duda que se había creado en algunos de éstos
como consecuencia de la tardanza de su nacimiento.
Su madre se llamaba Sabikah, y el octavo Imam la nombró
Jaizaran. Esta honorable dama pertenecía a la familia de
Mariya Al-Qabtiah la esposa del Profeta (PBd) (Mariya al-Qabtiah
-la Copta- fue una de las asistentes del Profeta (P) que el Mensajero
tomó como esposa. Ella fue la madre de Ibrahim, el hijo
del Gran Profeta (PBd) que falleció cuando era pequeño),
y en cuanto a sus cualidades morales era una de las mujeres más
destacadas de su época. El Profeta (PBd) respecto a ella
dijo: "Ella es una de las mejor mujeres de su época".
Y el séptimo de los Imames, el Imam Musa Ibn Ya‘far
(P), mencionó algunas de sus virtudes antes de que esta
dama fuese tomada como esposa por el Imam Ar-Rida (P), envió
saludos a ella por medio de uno de sus seguidores llamado Yazid
Ibn Salit.
Hakimah, la hermana del Imam Ar-Rida (P) cuenta: "Cuando
nació (su sobrino) el Imam Muhammad At-Taqi (P), mi hermano
me pidió que me quedara con Jaizaran. El tercer día
después del nacimiento del infante, éste abrió
sus ojos y luego de mirar hacia el cielo y hacia la derecha e
izquierda dijo: 'Atestiguo que no hay divinidad más que
Dios y atestiguo que Muhammad es Su Enviado'. Al observar
esta escena tan maravillosa me levanté rápidamente
y fui a ver a mi hermano para relatarle lo sucedido. El Imam dijo:
'Las maravillas que verás en él después de
esto, serán mayores de lo que has observado hasta el día
de hoy'".
Abu Yahia San‘ani relata: “Había visitado
al Imam cuando le trajeron al Imam Al-Yawad (P) que era aun un
infante. Dijo: ‘Este es un niño que entre la Shi‘ah
no ha nacido alguien que traiga para ella más bendiciones
que éste’".
Tal vez estas palabras del Imam hacen referencia a lo mismo
que nosotros nos habíamos referido anteriormente, ya que
el nacimiento del Imam Al-Yawad (P) terminó con las preocupaciones
de los shi'ítas respecto al sucesor del Imam Ar-Rida (P),
salvando así a la fe de éstos de cualquier duda.
Nawfali cuenta: "Cuando el Imam Ar-Rida (P) viajó
a Jurasán le dije: '¿Tiene alguna orden para mí?'.
Dijo: 'Es obligatorio para ti que siguas después de mí
a mi hijo Muhammad. Yo voy a un viaje del cuál no regresaré'".
Muhammad Ibn Abi ‘Ibad que era uno de los escribas del
Imam relata: "Este generoso hombre llamaba a su hijo
Muhammad (P) por su sobrenombre (costumbre y muestra de respeto
en la sociedad árabe de ese entonces), y cuando recibía
alguna carta del Imam Al-Yawad (P) manifestaba: 'Abu Ya‘far
me ha escrito'. Y cuando (por orden del Imam Ar-Rida -P-) escribía
alguna carta para Abu Ya‘far (P), lo trataba con respeto
y grandeza. Y las cartas que recibía del Imam Al-Yawad
(P) estaban llenas de bellas y elocuentes palabras".
Este mismo hombre cuenta: "Escuché al Imam Ar-Rida
(P) decir: 'Después de mí, Abu Ya‘far (P)
será mi heredero y sucesor de entre los de mi familia'".
Mu‘ammir Ibn Jalad dice: "Mientras el Imam Ar-Rida
(P) recordaba un asunto dijo: '¿Qué necesidad tenéis
de escuchar este asunto de mi boca? Es Abu Ya‘far (P) aquél
a quien he elegido como mi sucesor (cualquier pregunta y problema
que tengáis él les responderá). Nosotros
pertenecemos a la familia que los hijos heredan por completo de
sus padres (las verdades, sabiduría y la ciencia')".
Estas palabras del Imam se refieren a que toda la ciencia y
la jerarquía del imamato son heredadas del Imam anterior
al siguiente Imam, y esto es especial del Imam y no de los demás
hijos de los Imames.
Jairani cuenta que su padre dijo: "En Jurasán
estaba yo con el Imam. Alguien le preguntó: '¿En
caso de que os suceda algún percance, a quién debemos
recurrir?'. Le respondió: 'A mi hijo Abu Ya‘far'.
Parecía que el preguntador no consideraba suficiente la
edad del Imam Al-Yawad (P) (y pensaba que como podría un
niño ser responsable del Imamato). Entonces el Imam agregó:
'Dios Todopoderoso, eligió a Jesús (P) como profeta
y mensajero mientras que su edad era menos que la edad con la
que cuenta Abu Ya‘far en estos momentos'".
‘Abdullah Ibn Ya‘far manifiesta: "Acompañado
de Safwan Ibn Yahia fuimos a visitar al Imam Ar-Rida (P), en ese
entonces el Imam Al-Yawad (P) contaba con tres años y se
encontraba presente. Preguntamos al Imam (P): 'Si ocurriese algún
percance para vos, ¿quién será vuestro sucesor?'.
El Imam señaló a su hijo Abu Ya‘far y dijo:
'Éste, mi hijo'. '¿A ésta edad?' Le preguntamos.
' ¡Si, a esta edad! Dios Todopoderoso eligió como
Su Mensajero a Jesús (P) cuando contaba con menos de tres
años'".
Tras la muerte del Imam Ar-Rida (P) algunos plantearon que el
Imam Al-Yawad (P) él era demasiado joven para ser el Imam,
dio muestras de su capacidad y conocimiento ante todos. 'Ali Ibn
Ya’far, un hijo del Imam As Sadiq (P), tomó su mano
y dijo: "Atestiguo por Dios Altísimo que tú
eres mi Imam". Al-Yawad (P) llorando le dijo: "¡Oh,
tío! ¿Acaso no has oído a mi padre decir
que el Mensajero de Dios (PBd) le dijo a mi ancestro ('Ali) que
uno de sus descendientes sería el hijo de la mejor y más
hermosa esclava nubia, quien sería perseguido, exiliado
y privado de su padre, y que su nieto sería el Imam oculto
(el décimo segundo Imam -P-), del cual se dirá que
ha muerto, o que ha sido asesinado, o cualquier otra excusa"
El le contestó: "Es cierto".
Su imamato
El liderazgo (imamat) al igual que la profecía
(nabawat) es un favor divino que Dios Todopoderoso otorga
a sus siervos elegidos y dignos. En este favor no influye la edad.
Tal vez aquellos que consideraban muy remota la profecía
y el imamato de un infante, se habían equivocado y estimando
a este asunto divino y celestial al mismo grado que un asunto
común, mientras que es todo lo contrario, y el liderazgo
y profecía dependen del Deseo de Dios, y Dios a Su siervo
que considera digno de esta jerarquía lo agracia con Su
Sabiduría interminable, sin existir ningún inconveniente
en que algunas veces, por algún motivo, Dios otorgue a
un infante toda esta ciencia y Lo elija como profeta o Le entregue
el imamato en la niñez.
Mu‘alla Ibn Muhammad dice: "Después del
martirio del Imam Ar-Rida (P) vi al Imam Al-Yawad (P) y miré
detalladamente su estatura y cuerpo para poder describirlo a los
shi'ítas, en ese momento el Imam se sentó y dijo:
'¡Oh, Mu‘alla! Dios también en el imamato al
igual que en la profecía trajo una prueba, y dijo: «A
Yahia le entregamos la profecía cuando era un infante»'".
Muhammad Ibn Hasan Ibn ‘Ammar cuenta: "Durante
dos años visité a ‘Ali Ibn Ya‘far en
Medina, y él me trasmitía las narraciones que había
escuchado de su hermano, el séptimo de los Imames, el Imam
Musa Ibn Ya‘far (P), y yo las apuntaba. En una ocasión
nos encontrábamos en la Mezquita del Profeta, yo estaba
sentado junto a él cuando Imam Al-Yawad (P) entró.
‘Ali Ibn Ya‘far descalzo se levantó apresurado,
besó la mano del Imam y lo saludó. El Imam le dijo:
'¡Oh, tío! Toma asiento. Dios perdone tus pecados'.
''¡Mi señor! ¿Cómo sentarme mientras
vos estáis de pie?'.
Cuando ‘Ali Ibn Ya‘far regresó a su lugar,
sus seguidores y compañeros le reprocharon: '¡Tú
eres el tío de su padre y lo respetas en esa forma!'. ‘Ali
Ibn Ya‘far mientras acariciaba su barba respondió:
'¡Callen! Mientras que Dios, Glorificado sea, no consideró
merecedora del imamato a esta barba blanca, y a este joven lo
consideró digno y Lo nombró Imam ¿queréis
que niegue sus virtudes! ¡Me refugio en Dios de vuestras
palabras! Yo soy Su siervo'".
‘Umar Ibn Faray expone: "Nos encontrábamos
con el Imam Al-Yawad (P) en unos prados a la orilla del río
Éufrates, le dije: 'Vuestros shi'ítas aseguran que
vos sabéis el peso de las aguas del Éufrates'. Me
dijo: '¿Acaso Dios tiene el poder de dar a un mosquito
la sabiduría del peso de las aguas del Éufrates?'.
'¡Si! Lo tiene'. Le dije. 'Yo soy más querido por
Dios que un mosquito y que la mayoría de Sus criaturas'".
Se narra que cuando su padre, el Imam Ar-Rida (P) murió,
Al-Yawad (P) se apareció en Tus (Mashhad) y realizó
los preparativos del entierro.
Al Mitrafi cuenta que el Imam Ar-Rida (P) murió debiéndole
4000 dirhames y que nadie sabía esto, ni él se lo
dijo a nadie. Cuenta que al día siguiente de la muerte
del Imam Ar-Rida (P) se presentó Al-Yawad (P) y le entregó
una suma en dinares equivalente a los 4000 dirhames que su padre
le debía.
Estas son algunas muestras de su condición de Imam. No
obstante la prueba más contundente tuvo lugar por la intervención
del mismo Al Ma’mun, cuando éste luego de la muerte
de Ar-Rida (P) comprometió en casamiento al joven Abu Ya’far
Al-Yawad con su hija Umm Al Fadhl, elevando su rango y posición
a pesar de su corta edad. Se dice que estaba deslumbrado por la
capacidad y madurez intelectual que el Imam exhibía.
Otras versiones consideran que se trataba de una maniobra política,
como la utilizada con el Imam Ar-Rida (P), o un método
para mantenerlo bajo constante vigilancia.
La noticia perturbó a la familia abbásida, pues
temían que el asunto del califato pasase a manos del Imam.
Se reunieron con Al-Ma'mun y le plantearon lo siguiente: "Te
conminamos ante Dios a que abandones el plan de casar al hijo
de Ar-Rida con tu hija. Tememos que nos quites el poder que Dios
nos Ha entregado en posesión y con el cual Él nos
Ha investido. Tú conoces bien lo que hay entre nosotros
y esa gente, tanto en el pasado como en el presente, y conoces
cuál era la política de los califas bien guiados
que te antecedieron, quienes los aislaron y despreciaron. Nosotros
tuvimos mucho miedo por tu comportamiento con Ar-Rida, hasta que
Dios nos salvó en esta cuestión.¡Oh, Dios!
No nos devuelvas la pena de la cual hemos escapado. ¡Oh,
Comandante de los creyentes! Apártate de la intención
que tienes con el hijo de Ar-Rida (P) y dirígete hacia
alguien de tu propia familia que tú creas apropiado".
Al-Ma'mun replicó: "Vosotros mismos sois la
causa de cualquier roce que pueda existir entre vosotros y la
familia de Abu Talib. Si vosotros lo trataseis justamente, ellos
estarían mucho más cerca de vosotros. No me arrepiento
del arreglo de sucesión que había hecho con Ar-Rida
(P). Incluso le pedí que se hiciese cargo del puesto de
califa y estaba dispuesto a entregárselo, pero él
se negó. La decisión de Dios fue un decreto preestablecido
(en lo referente a su muerte -P-) . En lo que respecta a Abu Ya’far
(Al-Yawad -P-), lo he elegido por su superioridad ante todos los
hombres de mérito y conocimiento, por su dignidad y virtud
a pesar de su corta edad, y por la milagrosa naturaleza que su
estado implica. Espero que él muestre a la gente aquello
que yo sé que posee y que ellos luego comprendan y acepten
el motivo de mi decisión con respecto a él".
Ellos le dijeron al califa: "A pesar de lo mucho que
te haya sorprendido, este joven necesita dirección y enseñanza.
Aún es un niño sin conocimiento ni entendimiento.
Por consiguiente, debes actuar reflexivamente en lo que respecta
a él, dejando que primero sea educado y tome entendimiento
en la religión. Luego de esto, haz lo que consideres apropiado".
Al-Ma'mun les respondió: "¡Avergonzaos!
Conozco a este joven más que vosotros. El es de la Gente
de la Casa, cuyo conocimiento proviene de Dios, de aquellos que
Dios ama, y los cuales son inspirados por Él. Desde siempre
sus ancestros fueron grandes conocedores de la religión
y literatura, muy por encima del nivel común de la gente,
quienes carecen de su rango de perfección. Si lo deseáis
podéis examinar a Abu Ya’far Al-Yawad (P) para poder
evidenciar su condición tal como la he descrito".
Ellos le dijeron: "Consentimos examinarlo, ¡oh
Comandante de los creyentes! Tanto por ti como por nosotros mismos.
Permítenos asignar a alguien que lo interrogue en tu presencia
acerca de alguna cuestión de jurisprudencia. Si él
consigue responder correctamente, no nos opondremos a este asunto,
y quedará demostrado tanto para la élite como para
el común de la gente el profundo juicio del Comandante
de los creyentes. Pero si él falla en esto, nos darás
la posibilidad de proteger este asunto tan delicado rivalizando
en nuestras ideas".
Al-Ma'mun aceptó. Ellos fueron a ver a Yahia Ibn Akzan,
quien por entonces era el más sobresaliente juez religioso
de la época, y le plantearon si era capaz de hacerle una
pregunta a Abu Ya’far (P) a la cual no pudiera responder,
prometiéndole una elevada recompensa si lograba su objetivo.
Luego concertaron con Al-Ma'mun el día de la reunión.
Al-Ma'mun organizó una reunión muy grande a la cual
asistieron todos los funcionarios de su gobierno, los jueces,
los sabios y gente del pueblo. Hizo preparar un lugar especial
para Al-Yawad (P) con almohadones de cuero, y ubicó a Yahia
Ibn Akzam frente a él.
Yahia solicitó permiso al califa para interrogar a Abu
Ya’far (P), y Al-Ma'mun le dijo que le pidiese permiso al
mismo Imam. Yahia lo hizo y el Imam se lo concedió. Entonces
Yahia preguntó: "¿Qué dirías
sobre un muhrim (persona consagrada para la peregrinación)
que mata a un animal cazando?".
El Imam inquirió: "¿Lo mató dentro
del Santuario o fuera de él? ¿Lo hizo sabiendo o
ignorando que esto es prohibido, deliberadamente o por error?
¿El muhrim era libre o esclavo, joven o viejo, inexperto
en la caza o práctico y hábil en ella? ¿El
animal cazado era alado, de otra forma, pequeño o grande?
¿El hombre estaba obstinado en su acción o se arrepintió?
¿La muerte se produjo durante la noche o durante el día?
¿El muhrim estaba consagrado par la ''Umrahh (peregrinación
menor) o para el Hayy (peregrinación mayor)?".
Yahia Ibn Akzam quedó estupefacto. Su rostro reflejó
la perplejidad y la falta de capacidad para discernir en esto.
Comenzó a tartamudear y toda la gente se dio cuenta de
la situación. Al-Ma'mun dijo: "La alabanza pertenece
a Dios por esta bendición y el éxito de mi acertado
juicio". Y luego se dispuso a celebrar el casamiento
del Imam Al-Yawad (P) con su hija Umm Al Fadhl. El Imam dijo:
"La alabanza pertenece a Dios, confesando su bendición.
No hay divino sino Dios, Único en su Unicidad. Las bendiciones
sean sobre Muhammad (PBd), el señor de Sus criaturas, y
sobre los purificados de su descendencia. El favor de Dios hacia
Sus criaturas se evidencia porque El los Ha enriquecido con lo
permitido y los Ha apartado de lo prohibido". Y luego
recitó la siguiente aleya: «Casad a aquellos
de vosotros que no estén casados, así como a vuestros
esclavos y esclavas honestos. Si son pobres, Dios les enriquecerá
con Su Favor. Dios es Inmenso, Sabio» (24:32).
Luego agregó: "Por lo tanto, Muhammad Ibn 'Ali
Ibn Musa se compromete en matrimonio con Umm Al Fadhl, hija del
siervo de Dios Al-Ma'mun. Se ofrece como dote, la dote de su abuela
Fátimah, hija de Muhammad (PBd), que fue de 500 buenos
dirhames. ¡Oh, califa! ¿Me casarás con ella
por esa dote mencionada?" Al-Ma'mun aceptó y
llevaron a cabo el contrato de matrimonio. Luego el califa hizo
traer perfume para toda la gente y organizó un banquete
para festejar la boda.
Cuando terminó el festejo y gran parte de la gente se
retiró, el Al-Ma’mún le pidió a Abu
Ya’far (P) que explicase la ley con respecto al muhrim según
todas las condiciones que él había expuesto. El
Imam dijo: "Si hubiera matado al animal fuera del Santuario
y éste fuese alado y grande, se debe requerir en pago expiatorio
el sacrificio de una oveja. Si hubiera sido dentro del santuario,
la pena es doble. Si hubiese matado un pájaro joven fuera
del santuario, se debe pagar un cordero recién destetado.
Si hubiera pasado dentro del santuario, se debe dar en pago un
cordero y además el valor del pájaro. En cuanto
a los animales salvajes, si fuera un asno salvaje se debe sacrificar
una vaca; si fuera un avestruz, debe sacrificarse un camello;
si fuese un ciervo, debe sacrificarse una oveja. En todos estos
casos, si ocurriese dentro del santuario, el pago debe ser el
doble. Si el estado de consagración del muhrim es la 'Umrahh,
el sacrificio debe realizarlo en Mina, mientras que si es para
el Hayy, el sacrificio debe realizarlo en Meca. Las penas por
cazar para aquel que sabe que esto es ilícito son las mismas
que para quien lo ignora. Si lo hace deliberadamente, es un pecado,
mientras que si lo hace por error queda absuelto de su falta.
El hombre libre es responsable del pago de la expiación,
mientras que para el esclavo el responsable es su amo. No es necesario
el pago si la falta fue cometida por un niño, mientras
que sí lo es si fuera realizada por un adulto. Aquel que
se arrepiente de su acción, escapa del castigo del más
allá, mientras quien es obstinado en la misma, debe ser
castigado en el otro mundo por su falta".
Al-Ma'mun felicitó al Imam y le pidió que él
le haga una pregunta a Yahia para ver si éste podía
contestarla. El Imam le pidió permiso a Yahia para interrogarlo,
y él accedió. Entonces Al-Yawad (P) le dijo:
"Háblame de un hombre que miró a una mujer
en el comienzo del día y su mirada le estaba vedada; por
la tarde volvió a serle lícita; al ocaso nuevamente
le estaba vedada; al entrar la noche otra vez ella le era lícita,
pero a media noche ella nuevamente le era prohibida; al alba ella
le era lícita otra vez. Dime cuál era el estado
de esta mujer y cuál era el motivo por el cual ella era
lícita y prohibida en los distintos momentos del día".
Yahia confesó ignorar la respuesta y no encontrar medios
para acercarse a la misma. Luego le pidió al Imam que lo
beneficie con su explicación, y él le dijo: "Esta
mujer era una esclava de un hombre del pueblo. Un extraño
la miró al comienzo del día, siendo su mirada ilícita.
A media mañana él la compró de su dueño,
y ella se tornó lícita para él. Al mediodía
le concedió la libertad, por lo cual volvió a serle
ilícita. Por la tarde se casó con ella, por lo que
nuevamente le fue lícita. En el ocaso la repudió
según la fórmula desaprobada (eres para mí
como la carne de mi madre) y ella le fue prohibida. Al entrar
la noche él llevó a cabo la compensación
correspondiente a su falta y ella volvió a serle lícita.
A medianoche se divorció de ella y al alba él renunció
de su declaración y ella volvió a serle lícita".
Al-Ma'mun, así como todos los que se encontraban presentes,
se quedó sorprendido de las respuestas del Imam Al-Yawad
(P), , especialmente Yahia Ibn Akzam, quien se encontró
ante el peor estado de inseguridad, inquietud y perplejidad que
jamás había padecido, sin saber qué hacer.
Entonces le hizo al Imam Al-Yawad (P) otras preguntas con las
que intentó triunfar sobre él: "¡Oh,
hijo del Mensajero de Dios! ¿Qué dices de la siguiente
narración? Se ha narrado que Gabriel descendió sobre
el Mensajero de Dios (PBd) y le dijo: "¡Oh, Muhammad!
Ciertamente Dios, Poderoso y Majestuoso, te saluda y te dice:
‘Pregúntale a Abu Bakr: ¿Está satisfecho
Conmigo? Pues Yo estoy Satisfecho con él".
El Imam (P) respondió: "Es obligatorio para
el narrador de tal relato tomar lo que se ha transmitido que ha
dicho el Mensajero de Dios (PBd) en la Peregrinación de
la despedida: "Ciertamente se han dicho muchas mentiras sobre
mí y muchas más se dirán luego de mí.
Luego, quien dice una mentira sobre mí, su morada será
el Infierno. Y cuando os llegue un dicho de parte mía,
confrontadlo con el Libro de Dios. Si está de acuerdo con
el Libro de Dios, aceptadlo; si se opone al Libro de Dios, rechazadlo".
Esta narración (que tú planteas) no concuerda con
el Libro de Dios, pues Dios Altísimo dice: «Por
cierto que Hemos creado al hombre y sabemos lo que su mente le
sugiere. Estamos más cerca suyo que su propia vena yugular»
(50: 16) ¿Acaso Dios no conocía la complacencia
o cólera de Abu Bakr que tenía que preguntar por
este secreto? ¡Esto es un asunto imposible ante los intelectos!"
Yahia volvió a preguntar: "Se ha narrado que
el ejemplo de Abu Bakr y 'Umar en la tierra es como el de Gabriel
y Miguel en el cielo".
Dijo el Imam (P): "Esto también es algo que
debe ser observado atentamente. Porque Gabriel y Miguel son dos
ángeles cercanos que jamás se han apartado de Su
obediencia y nunca han desobedecido a Dios ni siquiera por un
instante. Pero 'Umar y Abu Bakr eran idólatras antes de
islamizarse y asociaban a Dios, pasando la mayor parte de sus
vidas como idólatras en vez de como musulmanes. Entonces,
es imposible compararlos con Gabriel y Miguel".
Yahia Ibn Akzam no se conformó con las preguntas hechas
e insistió: "Se ha narrado que 'Umar Ibn Al Jattab
es la lámpara de la gente del Paraíso".
Respondió el Imam Al-Yawad (P): "Esto también
es imposible, porque en el Paraíso existen los ángeles
cercanos a Dios así como Adán, Muhammad y todos
los Profetas y Mensajeros (P). ¿Acaso el Paraíso
no se ilumina lo suficiente con ellos? ¡¿Qué
se ilumina con la luz de 'Umar?!".
Yahia insistió una vez más: "Se ha narrado
que el Profeta (PBd) dijo: 'Si yo no hubiese sido el Enviado,
lo hubiese sido 'Umar'".
Respondió el Imam (P): "El Libro de Dios es
más veraz que este dicho cuando Dios, Exaltado sea, dice:
«Y cuando Hemos tomado de los Profetas un Pacto,
de ti y de Noé» (33:7) Dios Ha tomado un
Pacto de los Profetas. ¿Cómo iba, pues, a cambiar
Su Pacto? Y ninguno de los Profetas asoció a Dios ni siquiera
por un instante. ¿Cómo iba Dios ha enviar como Mensajero
a alguien que había sido idólatra la mayor parte
de su vida? Para nosotros, es suficiente el dicho del Mensajero
de Dios (PBd) que expresa: 'Adán y yo hemos sido anunciados
entre (la creación) del espíritu y el cuerpo'".
Yahia le dijo: "Se ha narrado del Profeta (PBd) que
dijo: 'Cuando no se revelaba a mí la Revelación,
yo pensé que se le había revelado a la familia de
Al Jattab'".
El Imam Al-Yawad (P)contestó: "Esto también
es imposible porque no es admisible considerar que el Profeta
(PBd) haya dudado de su Profecía. Dios Altísimo
dice: «Dios escoge Mensajeros de los ángeles
y de la gente» (22:75). Entonces, ¿cómo
es posible que la Profecía se traslade de quien Dios había
escogido hacia alguien que era asociador?".
Yahia volvió a dirigirse al Imam (P): "Se ha
narrado que el Profeta (PBd) ha dicho: 'Si el Castigo llegara,
nadie se salvaría de él excepto 'Umar'".
Contestó el Imam (P): "Esto también es
imposible porque Dios Altísimo dice: «Dios
nunca los castigaría mientras tú estás entre
ellos... Y no los castigaría mientras imploran el perdón»
(8:33). Entonces, Dios, Glorificado sea, Ha informado que no castigaría
a nadie mientras entre ellos estuviese el Mensajero de Dios (PBd)
o mientras le imploren el perdón".
De esta manera, todos los intentos de Yahia Ibn Akzam resultaron
frustrados hasta que finalmente dejó de insistir y la desesperación
oprimió su corazón.
Entonces Al-Ma'mun se dirigió hacia los miembros de su
familia que se hallaban presentes y les dijo: "¿Hay
alguno de vosotros que sea capaz de responder preguntas o explayarse
en explicaciones tal como él lo ha hecho?". Ellos
reconocieron que no, y el califa agregó: "¡Avergonzaos!
Esta Casa ha sido destacada con los méritos sobresalientes
que vosotros hoy habéis presenciado. La corta edad no les
impide obtener la perfección del intelecto. ¿Acaso
no se dan cuenta que el Mensajero de Dios (PBd) inició
su misión convocando a Amir Al Mu’minin 'Ali Ibn
Abi Talib (P) a seguirle, siendo él, sólo un muchacho
de diez años? Y éste aceptó el Islam y condujo
sus acciones según sus leyes, siendo el único de
corta edad que fue convocado al Islam. Luego, Al Hasan y Al Husain
(P) realizaron el juramento de obediencia (bai’at) siendo
niños menores de seis años, y el Mensajero no pidió
juramento a ningún otro niño. ¿No se dan
cuenta de la forma especial con la que Dios Ha señalado
a esta gente? Ellos son la descendencia del Profeta que se suceden
uno a otro, y el último de ellos llevará a cabo
lo que el primero ha hecho".
Todos los presentes reconocieron que esto era verdad. Al-Ma'mun
daba así la muestra más cabal de la veracidad del
Imamato de Al-Yawad (P). A pesar de su corta edad, su conocimiento
era insuperable, lo cual constituía en sí mismo
el mayor de los milagros evidentes. Y este no era el primer caso
en la historia. El Sagrado Corán menciona que tanto Juan
el Bautista como Jesús (P) hablaban desde la cuna, siendo
criaturas recién nacidas. Incluso el Evangelio de Lucas
menciona que Juan el Bautista (P) reconocía la voz de María
(P) estando en el vientre de su madre Isabel, y que Jesús
(P) a la edad de doce años debatía con los eruditos
en el templo, dejando asombrados a todos ellos por su inteligencia
y sabiduría.
Además, según expresa Al-Ma'mun, los mismos ancestros
del Imam Al-Yawad (P) eran distinguidos por Dios a través
de Su Profeta con signos particulares, exclusivos de ellos, a
pesar de sus cortas edades. Por otro lado, Al-Yawad no sería
el único en asumir el Imamato muy joven. Su hijo, el Imam
Al Hadi (P), lo asumió a los ocho años, y su bisnieto,
el Imam Mahdi (P), a los cinco años de edad, y en ambos
casos dieron muestras contundentes de su veracidad y su capacidad
para dicha función.
Luego de esto, Abu Ya’far decidió partir hacia
Medina. Antes de marcharse, fue a la mezquita a rezar, pidió
agua e hizo la ablución, dejando caer el agua sobrante
sobre las raíces de un azufaifo que había en el
jardín de la mezquita, el cual nunca había dado
frutos. El Imam rezó la oración del ocaso y la unió
con la de la noche. En ambas plegarias realizó una súplica
(qunut) en el segundo ciclo, antes de la inclinación. Luego
de la oración de la noche, se sentó sobre sus talones
y realizó algunas súplicas meritorias. Cuando concluyó,
la gente se acercó al azufaifo y vio que había dado
frutos. Los comieron encontrando que eran dulces y sin carozo.
El Imam Al-Yawad (P) permaneció en Medina durante todo
el califato de Al-Ma'mun. Allí enseñó las
distintas ciencias religiosas, dio muestras de su autenticidad,
preparó muchos sabios y eruditos, difundió las tradiciones
del resto de los Imames.
Su martirio
Al-Ma’mun Ibn Harun murió en el año 218
de la Hégira (833 d.C.) y fue sucedido por su hermano Al-Mu‘tasim
Ibn Harun (218-227 H.). Éste hizo que el Imam fuese trasladado
de Medina a Bagdad para poder vigilarlo de cerca, y tal y como
veremos más adelante, en la reunión realizada para
determinar la altura en la que debe ser cortada la mano del ladrón,
invitaron también al Imam, y el juez de Bagdad Ibn Abi
Dawud y otros, fueron avergonzados. Varios días después
de ese suceso Ibn Abi Dawud como consecuencia de la envidia y
odio que sentía hacia el Imam fue a visitar a Al-Mu‘tasim
y le dijo: "Por su bien le quiero advertir que lo sucedido
unos días atrás no fue conveniente para su gobierno,
ya que ante todos los sabios y altos representantes del país
preferisteis el fatwa (dictamen) de Abu Ya‘far el Imam Al-Yawad
(P) -o sea el fatwa de alguien que la mitad de los musulmanes
lo consideran califa y a vosotros los usurpadores de su derecho-,
al fatwa de los demás, y esta noticia se ha expandido entre
la gente y se ha convertido en una razón lógica
y evidente entre los shi'ítas".
Las palabras de Ibn Abi Dawud incitaron a Al-Mu‘tasim,
que estaba listo para enemistarse con el Imam, y comenzó
a planear como deshacerse de este Inmaculado, y finalmente llevó
a cabo sus planes. El 30 del mes de Dhul Qa’dah del año
220 de la Hégira (25 de noviembre de 835 d.C.), enveneno
al Imam, causándole la muerte.
El purificado cuerpo del Imam Abu Ya‘far Al-Yawad (P)
fue enterrado junto a la tumba de su querido abuelo el Imam Musa
Ibn Ya‘far (P) en el cementerio de "Quraish" en
Bagdad, lugar que luego se conocería como "Kadhimia"
y donde se erigiría un mausoleo en meoria de estos dos
Imames (P), siendo desde la antigüedad un lugar de visita
y peregrinación para los musulmanes.
Algunas noticias de lo oculto y de sus milagros
La carta sin entregar
Después del martirio del Imam Ar-Rida (P), ochenta personas
de los sabios y jurisconsultos de Bagdad y otras ciudades viajaron
a Meca para realizar la ceremonia del Hayy (peregrinación).
En su camino llegaron a la Ciudad de Medina para entrevistarse
con el Imam Al-Yawad (P), hospedándose en la casa del Imam
As-Sadiq (P) que se encontraba vacía.
El Imam At-Taqi (P) que aun era un niño se unió
a éstos y un hombre llamado Muwaffaq lo presentó
a los demás. Todos respetuosamente se levantaron y lo saludaron.
Realizaron preguntas que el Imam respondió una tras otra
perfectamente y todos (al ver en él los signos del imamato
obtuvieron más confianza en su misión) se alegraron,
lo alabaron y pidieron a Dios por él.
Uno de ellos llamado Ashaq cuenta: "Yo también
escribí en una carta diez preguntas para realizarlas al
Imam, y me dije: 'Si este benevolente responde a éstas
le pediré que suplique por mí para que Dios me de
un varón de mi mujer que esta embarazada'. La reunión
se alargó y continuamente le preguntaban y él respondía.
Me levanté para irme y pensé entregarle mi carta
al siguiente día, no obstante cuando me vio dijo: '¡Oh,
Ashaq! Dios aceptó mí súplica. Llama Ahmad
a tu hijo'. Dije: '¡Gracias a Dios! ¡Sin
duda él es la prueba de Dios sobre la Tierra!'".
Ashaq regresó a su lugar de origen y Dios le otorgó
un hijo varón al cuál llamó Ahmad.
Demasiado tarde
‘Imran Ibn Muhammad Ash‘ari comenta: "Después
de terminar lo que tenía que tratar con él le dije:
'Umm Al-Hasan le envía saludos y solicita que le de uno
de vuestras camisas para utilizarla como mortaja'. El Imam dijo:
'Ya no la necesita'. Regresé sin comprender las palabras
del Imam, hasta que recibí la noticia de que Ummi Al-Hasan
había fallecido trece o catorce días antes de que
yo fuese a visitarlo".
La caridad del Imam
Ahmad Ibn Hadid relata: "Un grupo nos dirigíamos
para realizar la ceremonia de la peregrinación. En el camino
unos bandidos nos atacaron (llevándose todas nuestras pertenencias).
Cuando llegamos a Median me encontré en la calle con el
Imam Al-Yawad (P) y fuimos a su casa, donde le platiqué
lo sucedido. Ordenó que me trajesen unas ropas y una bolsa
de monedas, luego dijo: 'Entrega a cada uno de los integrantes
de la caravana la cantidad que les fue robada'. Después
de realizarlo me percaté de que era exactamente, ni más
ni menos, la cantidad que nos habían robado".
La camisa del Imam
Muhammad Ibn Sahl Qomi dijo: "Me trasladé de
Meca a Medina y fui a visitar al Imam Al-Yawad (P). Quería
pedirle una de sus camisas, sin embargo hasta el momento de la
despedida no se presentó la ocasión. Pensé
hacerlo por medio de una carta, y la escribí. Entonces
me dirigí a la Mezquita del Enviado de Dios y me propuse
realizar una oración de dos ciclos y solicitar un rosario
(de cien cuentas) de salud y bienestar a Dios y en caso de que
intuyese que era conveniente mandar la carta lo haría,
y en caso contrario la destruiría. Así lo hice y
sentí que no debía enviarla. La rompí y me
preparé para salir hacia Meca. En ese momento me encontré
con una persona que llevaba un gran pañuelo en el cuál
había colocado una camisa y me buscaba entre los de la
caravana. Se me acercó y dijo: 'Tú Señor
te ha enviado esta camisa'".
La fertilización del árbol
Al-Ma’mun hizo traer al Imam Al-Yawad (P) a Bagdad y le
entregó a su hija como esposa. No obstante el Imam no permaneció
en esa ciudad y volvió a Medina acompañado de ésta.
Al querer regresar, un grupo lo acompañó hasta
las afueras de la ciudad para despedirlo. Atardeció y cuando
el Sol se ponía la caravana arribó a un lugar en
el cuál había una mezquita antigua. El Imam se dirigió
a ésta para realizar la oración del ocaso. En el
patio de la mezquita había un árbol de loto que
hasta ese día no había dado fruto. Este Inmaculado
solicitó que le trajesen agua y realizó la ablución,
cayendo el agua de ésta sobre las raíces y cerca
del tronco del árbol. Después realizó la
oración del ocaso en forma colectiva, y luego una oración
facultativa de cuatro ciclos e hizo una prosternación de
agradecimiento a Dios. Más tarde se despidió de
la gente y continuó su camino.
Al siguiente día el árbol comenzó a dar
fruto y de muy buena calidad. La gente quedó sorprendida
al verlo.
Relatan del difunto Shaij Al-Mufid que años después
él mismo vio y comió el fruto de ese árbol.
La notificación del martirio del Imam Ar-Rida (P)
Umaiat Ibn ‘Ali relata: "Yo vivía en Medina
cuando el Imam Ar-Rida (P) se encontraba en Jurasán y constantemente
visitaba la casa del Imam Al-Yawad (P). Por lo general la familia
del Imam también lo visitaba para saludarlo. En una ocasión
dijo a una de sus asistentes: 'Di a las mujeres de la familia
que se preparen para lamentarse'. Al siguiente día el Imam
volvió a repetir lo mismo. Preguntaron: '¿Por la
muerte de quién?'. Respondió: 'Para lamentarse por
la muerte del mejor hombre sobre la Tierra'".
Poco tiempo después llegó la noticia del martirio
del Imam Ar-Rida (P), fue entonces cuando entendieron las palabras
de ese día en que el Imam Al-Yawad (P) había dicho:
"Que se preparen para lamentarse", ya que su
padre había sido martirizado en Jurasán.
La confesión del juez
El juez Yahia Ibn Akzam que fue uno de los enemigos de la familia
de la profecía y el imamato, confesó que: "Un
día encontré al Imam Al-Yawad (P) cerca de la tumba
del Mensajero del Islam (PBd). Debatí con él sobre
diferentes temas, y todas sus respuestas fueron muy lógicas.
Le dije: '¡Juro por Dios que deseo preguntarle algo, pero
siento vergüenza!', y me dijo 'Te responderé sin que
realices tu pregunta; tú quieres saber ¿quién
es el Imam?'. 'Así es, ¡juro por Dios que esa es
mi pregunta!' Exclamé. Entonces me dijo: '¡Yo soy
el Imam!'. '¿Tienes alguna señal o prueba para esta
pretensión?', le pregunté intrigado. En ese momento
el báculo que tenía en sus manos comenzó
a hablar y dijo: 'El es mi maula (señor), el Imam de esta
época y la prueba de Dios sobre la Tierra'".
La salvación del vecino
‘Ali Ibn Yarir relata: "Me encontraba con el
Imam Al-Yawad (P), cuando se había extraviado un cordero
de la casa del Imam. A la fuerza trajeron a uno de los vecinos
acusándolo de haber robado al animal. El Imam dijo: '¡Pobre
de vosotros! ¡Pónganlo en libertad! ¡Él
no robó el cordero! En este momento el animal se encuentra
en tal casa. ¡Vayan por él!'. Fueron al lugar que
había indicado el Imam. Encontraron al cordero y detuvieron
al dueño de la casa acusándolo de haber robado al
animal, le pegaron y desgarraron sus ropas. Sin embargo, él
juraba no haberlo robado. Lo llevaron ante el Imam. El Imam dijo:
'¡Pobre de vosotros! Habéis sido injustos con este
hombre. El animal había entrado en su casa sin que él
supiese'. Entonces afablemente le entregó unas monedas
para tranquilizarlo y en pago de sus ropas desgarradas".
Liberación de la cárcel
'Ali Ibn Jalid cuenta: "Estando en Samarra me enteré
que habían traído a un hombre encadenado desde Sham
y lo habían encarcelado ahí. La gente murmuraba
que él pretendía ser un profeta. Me dirigí
a la cárcel y me porté amable con los celadores
para que me permitiesen verlo. Cuando me entrevisté con
él encontré que era una persona consciente e inteligente.
Le pregunté: '¿Qué sucedió?'.
Respondió: 'Me encontraba orando en Sham, en un lugar
que dicen haber colocado la cabeza del Imam Husain (P) el Príncipe
de los Mártires. Una noche mientras estaba ocupado rezando,
repentinamente vi a un hombre frente a mí que me decía:
¡Levántate!. Lo hice y lo acompañé
unos pasos. Vi que nos encontrábamos en la Mezquita de
Kufa. En ese momento me preguntó: ¿Conoces esta
mezquita?. Le dije: '¡Sí! Es la Mezquita de Kufa'.
Realizamos la oración y salimos de ahí.
Nuevamente unos pasos más adelante vi que nos encontrábamos
en la Mezquita del Profeta en Medina. Visitamos su tumba, realizamos
la oración en la mezquita y salimos.
Poco más adelante vi que nos encontrábamos
en Meca, en la Casa de Dios. Realizamos la circunvalación,
salimos y dimos unos pasos más. Entonces vi que me encontraba
en Sham y en mi lugar, y que ese hombre había desaparecido
de mi vista.
Estaba sorprendido y atónito de lo que había
visto, hasta que transcurrió un año y nuevamente
vino ese hombre y se repitió en forma idéntica lo
que me había sucedido el año anterior, sin embargo
esta vez, cuando quería separarse de mí le dije:
'¡Por Dios! ¿Cómo te llamas?'.
Me respondió: 'Yo soy Muhammad Ibn ‘Ali Ibn
Musa Ibn Ya‘far Ibn Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Husain Ibn
‘Ali Ibn Abi Talib (o sea el Imam Al-Yawad -P-)'.
Relaté a varias personas este suceso, el cuál
llegó a los oídos del ministro de Mu‘tasim
‘Abbasi, Muhammad Ibn ‘Abdul Malik Zaiiat. Él
ordenó que me trajeran encadenado aquí y me encarcelaran.
Entonces falsamente anunciaron que yo pretendía ser un
profeta".
‘Ali Ibn Jalid continuó relatando: "Le
dije: ' ¿Deseas que escriba con detalle a Zaiiat lo sucedido,
para enterarlo bien de lo acaecido en caso de que no lo esté?.
Respondió: '¡Hazlo!'. Así lo hice. En el reverso
de mi carta respondió: 'Dile que pida a ese que lo trasladó
en una noche de Sham a Kufa, de ahí a Medina y luego a
Meca y después lo regresó a su lugar, que lo ponga
en libertad'.
Entristecí al escuchar esta respuesta y al día
siguiente me dirigí a la cárcel para enterarlo de
ésta, e invitarlo a que fuese paciente, no obstante me
encontré con que los celadores, los guardianes y muchos
otros estaban enojados y preocupados. Pregunté: '¿Qué
sucedió?'. Dijeron: '¡Anoche se escapó de
la cárcel el hombre que pretendía ser un profeta,
y no sabemos cómo lo hizo, si se lo tragó la tierra
o voló hacia el cielo!'. Por más que lo buscaron
no encontraron ninguna señal de él".
Abu Salt Hirawi
Él fue uno de los seguidores cercanos del Imam y después
del martirio del Imam Ar-Rida (P) por orden de Al-Ma’mun
fue encarcelado, relata: "Estuve un año en la
cárcel y me sentía triste. Me quedé una noche
en vela y me puse a adorar y suplicar a Dios, y pedía al
Profeta y a sus Inmaculados descendientes que intervinieran por
mí, juramenté por Dios ante ellos para que pidieran
por mi salvación. Aun no habían terminado mis súplicas
cuando vi que en mi celda se encontraba el Imam Al-Yawad (P).
Dijo: '¡Oh, Abu Salt! Tu corazón ha entristecido'.
' ¡Juro por Dios que así es!' Le respondí.
Me ordenó: '¡Levántate!' Tocó
las cadenas que tenían atados a mis pies y manos, y en
ese instante se abrieron. Entonces tomó mi mano y me sacó
de la cárcel. Los celadores me vieron, pero enmudecieron
al observar el milagro del Imam del cuál habían
sido testigos. Cuando estuvimos fuera me dijo: '¡Vete, que
te cuide Dios! Y después de esto nunca volverás
a ver a Ma’mun ni él tampoco te volverá a
ver'. Y sucedió lo que el Imam había predicho".
En una reunión de Al-Mu‘tasim Al-‘Abbasi
Zarqan que sostenía una amistad íntima con Ibn
Abi Dawud relata: "En una ocasión Ibn Abi Dawud
regresaba de una reunión con Al-Mu‘tasim, no obstante
se encontraba triste. Le pregunté la causa de su estado,
y me respondió: '¡Hoy desee haber muerto veinte años
atrás!'.
Le pedí que relatara lo sucedido. Dijo: '¡Por
lo que Abu Ya‘far (Imam Al-Yawad -P-) me hizo en la reunión
de Al-Mu‘tasim!'.
Le pregunté por lo sucedido. Me contestó:
'Un hombre confesó haber robado y solicitó al califa
Al-Mu‘tasim que para quedar purificado lo castigara según
lo que dicta la religión. El califa reunió a todos
los jurisconsultos y también invitó al Imam Al-Yawad
(P), entonces nos preguntó: '¿La mano del ladrón
desde que altura debe ser amputada?'.
Yo respondí: 'Desde la muñeca'.
Dijo: '¿En que razón te basas?'.
Dije: 'Ya que en la aleya 5 del Sura Al-Ma’idah, respecto
a (purificarse con la tierra pura en lugar del agua) las manos
dice: «Frotad vuestros rostros y vuestras manos
con ella».
Un grupo de los jurisconsultos que se encontraban de acuerdo
conmigo, decían: 'La mano del ladrón deberá
ser cortada a la altura de la muñeca'.
Sin embargo otro grupo sostenía: 'Es necesario que
sea amputada desde el codo'.
Y cuanto Al-Mu’tasim preguntó la causa dijeron:
'Se refiere a la mano en la aleya de la ablución: «Lavad
vuestros rostros y vuestras manos hasta los codos».
Entonces Al-Mu’tasim se volvió hacia Muhammad
Ibn ‘Ali (Imam Al-Yawad -P-) y le preguntó: '¿Qué
opina acerca de este asunto?'
El Imam respondió: 'Ellos dieron su opinión,
¡excusame a mí!'.
Al-Mu‘tasim insistió: '¡Juro por Dios!
Tienes que dar tu opinión'.
El Imam le dijo: 'Ya que juraste por Dios, te daré
mi opinión. Los dos grupos están equivocados, ya
que únicamente los dedos del ladrón deberán
ser amputados (excluyendo el pulyar ya que éste no deberá
ser cortado, y el resto de la mano deberá quedar".
'¿Por qué razón?'. Preguntó
Al-Mu‘tasim.
'Ya que el Mensajero del Islam dijo: La prosternación
deberá realizarse sobre siete partes del cuerpo: La cara
(frente), las palmas de las manos, las radillas y dos pies (sobre
los pulgares). Por lo tanto en caso de que la mano del ladrón
sea amputada a la altura de la muñeca o el codo, no podrá
realizar la prosternación debidamente, y también
Dios Todopoderoso dice: «Y las masayid (lugar de
saydah o prosternación) son de Allah, así que no
invoquéis a nadie con Allah». (72:18), y
aquello que es para Dios no se mutila'".
Ibn Abi Dawud relata: "Al-Mu‘tasim aceptó
la respuesta del Imam Al-Yawad (P) y ordenó que cortaran
los dedos del ladrón (y fuimos desacreditados ante los
demás) y en ese momento desee haber estado muerto (por
la vergüenza y tristeza que sentía)".
Algunas tradiciones sobre el Imam Al-Yawad (P)
Muhammad Ibn 'Ali al Hashimi, un miembro de la familia abbásida,
cuenta que un día fue a visitar al Imam Al-Yawad (P). Como
la noche anterior le había dado un medicamento a causa
de un problema que tenía, Al Hashimi no había podido
beber nada desde entonces, y estaba muy sediento, pero no le pidió
agua al Imam por temor a que estuviese envenenada. El Imam lo
miró y le dijo: "Noto que estás muy sediento",
y ordenó que trajeran agua. Cuando el sirviente la trajo,
el Imam miró a Al Hashimi, sonrió y primero bebió
él mismo del agua para demostrarle que no tenía
nada. Luego se la ofreció sonriendo. Al Hashimi luego de
esta reunión, reportó: "¡Por Dios!
Creo que Abu Ya’far Al-Yawad tenía el conocimiento
de lo que los hombres ocultan en sus almas, tal como dicen los
rafiditas (los shiitas)".
Dawud Ibn Al Qasim Al Ya’fari, un descendiente de Ya’far
Ibn Abi Talib, el hermano del Imam 'Ali (P), que fue seguidor
de los Imames Al-Yawad, Al Hadi y Al Askari (P), cuenta que en
cierta ocasión tenía guardados tres objetos de diferentes
dueños y que había perdido los nombres que indicaban
a quién pertenecía cada uno. Fue a verlo al Imam
Al-Yawad (P) y él le indicó a quién pertenecía
cada elemento con exactitud. Luego el Imam le entregó 300
dinares para que se los lleve a uno de sus tíos y le dijo:
"El te pedirá que le indiques algún artesano
que repare muebles. Entonces señálale a alguien".
Cuando él le llevó los 300 dinares al hombre que
el Imam le había indicado, éste le pidió
que le mostrase algún artesano que repare muebles, tal
como Al-Yawad (P) había dicho.
También informó que en cierta ocasión un
camellero le pidió que consultase al Imam Al-Yawad (P)
sobre la conveniencia de asociarse con determinada persona. El
fue a ver al Imam y lo encontró comiendo con visitas, por
lo que no quiso hablarle en público. El Imam Al-Yawad le
dijo: "¡Oh, Abu Hashim, siéntate y come!"
Luego llamó a su sirviente y le dijo: "Ve a ver
al camellero que nos envió a Abu Hashim y dile que siga
adelante con su asunto".
Algunas de sus sabias palabras
Un hombre se dirigió hacia el Imam y le dijo: "¡Oh,
hijo del Mensajero de Dios! Dame un consejo". El Imam
inquirió: "¿Lo aceptarás?"
El hombre dijo: "Sí" Entonces el Imam
le aconsejó: "Apóyate en la paciencia,
adopta la pobreza, abandona los apetitos y oponte a los deseos.
Debes saber que tú no estás fuera de la Observación
Divina. Por lo tanto, vigila tu estado".
"Quien escucha a un disertante, ciertamente
lo adora. Si el disertante proviene de Dios, entonces adora a
Dios, y si fuese de parte del demonio, adora al demonio".
"El creyente requiere de tres cualidades: el
éxito proveniente de Dios; ser consejero de sí mismo,
y aceptar el consejo de quien lo aconseja bien".
"Quien confía en Dios recibe alegría.
Quien se encomienda a Dios, El le es suficiente en sus asuntos.
La confianza en Dios es una fortaleza en la cual sólo se
fortifica el creyente fiel. El encomendarse a Dios es la salvación
de todo mal y el refugio contra todo enemigo. La religión
es un honor, el conocimiento es un tesoro y el silencio es luz".
"Aquel que te oculta el buen camino por buscar
tu complacencia, obra como enemigo en tu contra".
"Quien no conoce el comienzo de un asunto,
es abrumado por las consecuencias".
"...Dios, Poderoso y Majestuoso, Ha establecido
en cada una de las comunidades de los Mensajeros, algunos sabios
que convocan hacia la dirección correcta a quien se halla
desviado. Poned vuestras esperanzas en ellos en los tiempos de
desgracia. Ellos responden al llamado de Dios e invitan a la gente
hacia Dios. ¡Conócelos, la Misericordia de Dios sea
sobre ti! Pues ellos son de una categoría elevada, a pesar
de que su situación en este mundo sea insignificante. Ellos
vivifican a los muertos a través del Libro de Dios y otorgan
visión a los ciegos por medio de la luz de Dios. ¡Cuántos
exterminados por el demonio han sido resucitados por ellos! ¡Cuántos
perdidos descarriados han sido encaminados por ellos! Sacrifican
su sangre a fin de impedir la aniquilación de los siervos.
Sus huellas resultan beneficiosas para la gente, en tanto que
las huellas de la gente les son perjudiciales...".
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